El líder es confiable

APORTE. CUESTA MUCHO CONSTRUIR LA CONFIANZA Y EMPIEZA CON EL EJEMPLO

La confianza es clave en el liderazgo. El líder es confiable y sabe también confiar en sus colaboradores, quienes deben confiar plenamente en sus decisiones y acciones.

Siempre es bueno recordar que al líder no lo hace la posición que tiene en la organización, ni tampoco su autoridad. Menos el rango, status social, poder, reputación o popularidad. Cualquier persona puede ser jefe o gerente, pero líder no es cualquiera.

Es verdad que se nace con ciertas cualidades, pero también es real que se aprenden determinadas habilidades. En el liderazgo la vida no es “blanco o negro”. El liderazgo no es algo que se adquiere por naturaleza, se aprende en el camino. Una persona puede nacer con ciertas habilidades que podrán hacer más fácil el aprendizaje, pero hay que aprenderlo. Nadie nace honesto, generoso y servicial, esas virtudes se aprenden y se forjan en el hogar, y la confianza se aprende y el confiar en otros, también.

Hemos afirmado en ediciones anteriores que el liderazgo es simplemente “influencia” en el sentido más lato de la palabra, y la confianza está contenida dentro de ella.

En el mundo de los negocios, el verdadero liderazgo no es gerencia, jefatura, puesto o autoridad. Eso lo puede lograr cualquier persona que por amistad o suerte llega a esos puestos de confianza.

En el ámbito emprendedor, la confianza es sólo una característica del liderazgo conjuntamente con otras como la visión de futuro, vocación de servicio, mentalidad emprendedora, práctica solidaria, trabajo en equipo, ayuda mutua, honradez comprobada, amor incondicional, esperanza en el porvenir, respeto hacia los demás, deseo de superación, perseverancia ante las pruebas, ansías por aprender, hábito para la buena lectura, reconocimiento del trabajo ajeno y valentía para reconocer errores, entre otras virtudes.

Así como hay una variada oferta de productos y servicios, también los modernos “gurús” de la administración contemporánea, proponen un liderazgo basado en el ejemplo. ¿Pero si el ejemplo a seguir es malo? El resultado será que habrá deficientes y mediocres seguidores de esos “liderazgos”.

Entendemos que se debe seguir a un líder para mejorar nuestra vida, nuestras decisiones y nuestras acciones. Por lo tanto, el verdadero liderazgo es positivo y proactivo. ¿Por qué? Porque el verdadero líder inspira a sus seguidores a hacer siempre lo correcto. La confianza es buena, correcta y adecuada para una excelente gestión, cualquiera sea la naturaleza de la actividad.

Pero la confianza en sí misma no vale, si no está acompañada de objetivos, metas y desafíos. Por ello, el liderazgo basado en la confianza forma parte del carácter del líder mismo, no es el estilo, técnicas, estrategias o tácticas. Y como está basado en el carácter de la persona, entonces es un ejemplo a seguir.

De ahí que muchos representantes de la política o empresariado, desarrollan excelentes estrategias para ganar adeptos y hasta logran tener admiradores, pero sus vidas echan por tierra lo que dicen con sus palabras.

Vivimos tiempos difíciles, donde la anarquía moral, espiritual y cultural reina sobre las personas. Por eso, la corrupción no sólo está asociada a las esferas políticas, sino también a los ámbitos empresariales. Ahora es más fácil delinquir que hacer lo correcto, e incluso, es más rentable.

¿Por qué insistimos en la confianza? Porque hay una crisis en el “liderazgo” que nace, precisamente, en la pérdida de la integridad. En la sociedad actual advertimos una escasez de los valores morales, de la ética, del respeto, del honor o simplemente, de la decencia. Hay grupos minoritarios que hasta quieren imponer sus estilos u opciones de vida a la mayoría. Ahora, esa tiranía de las minorías sobre la mayoría, es casi normal. Hacer lo correcto está pasado de moda.

El líder tiene que ser confiable, porque si su vida es un “desorden”, cómo podrá influenciar en los demás. Sería como que un ciego guíe a otros ciegos. La integridad del líder es su carta de presentación. Es difícil que encontrar, pero hay que construirla sobre la base de la confianza. El líder es un referente y como referente es confiable.

Los seguidores deben saber confiar en su líder. Un líder que no es confiable, difícilmente encontrará la ayuda de sus colaboradores. En una organización, los trabajadores podrán hacer su trabajo, pero lo harán por temor. Y es muy seguro que ni bien se cumpla el último minuto laboral, todos saldrán al unísono a las calles. Demás está esperar la colaboración de ellos.

Hemos visto en algunas instituciones que se les pide a los colaboradores “ponerse la camiseta”. Difícil tarea porque no confían en sus jefes. Resultado: Nace una crisis. Quienes están en la posición de autoridad deben ganarse la reputación de confianza de los subordinados.

Un verdadero líder ama a sus colaboradores y lucha por ellos. No busca su conveniencia, ni saca provecho de su posición o autoridad. El jefe chismoso, adulador y egoísta, será siempre un mediocre, nunca un líder. Mejor dicho: Un jefe mediocre. Eso es malo para la organización.

Un verdadero líder siempre está rodeado de personas capaces, aptas e idóneas en el trabajo. Y si por esas cosas que hay en la vida, un colaborar no tiene mucha experiencia e ignora algunas cosas, el líder le enseña, porque sabe que cuando aprenda será útil para la institución. Por lo tanto, beneficiará la gestión del líder. No teme por su puesto, precisamente porque es un líder. El mediocre no enseña, es desconfiado y nadie confía en él.

EL APUNTE
La integridad del líder está íntimamente ligada al liderazgo que propone. No se trata de técnicas, estrategias, tácticas o estilos, tiene que ver con el carácter de la persona.