El crecimiento de los bancos digitales globales en 2025 y su llegada al Perú no solo representa únicamente un desafío competitivo; constituye una oportunidad para catalizar la modernización del sistema financiero local”.
(*) Artículo publicado en la edición 229 de la revista Microfinanzas https://statuscomunicaciones.pe/microfinanzas/M229.pdf.
La transformación digital en el sector financiero es ahora un imperativo estratégico. A medida que se acerca 2025, el sistema financiero global atraviesa una redefinición hacia modelos de negocio digitales, con la inteligencia artificial como tecnología clave. McKinsey estima que esta transformación podría generar un valor de 20 billones de dólares para las instituciones que se adapten exitosamente. La inteligencia artificial se ha convertido en el núcleo de las operaciones bancarias, impulsando un enfoque transformador denominado “AI First” o “IA Primero”, donde los bancos priorizan estas tecnologías en sus operaciones e interacciones con clientes.
En el contexto peruano, esta transformación nos presenta oportunidades y desafíos. El Banco Central de Reserva (BCRP) ha establecido una visión hacia 2027 que busca desarrollar un ecosistema de pagos inmediatos, interoperable y altamente competitivo. Esta visión no es meramente aspiracional; representa un compromiso institucional con la modernización del sistema financiero nacional, respaldado por un incremento del 30% en pagos digitales durante el primer semestre de 2024. Esto abre posibilidades para instituciones financieras, así como también limita y deja rezagados a otras.
La estrategia del BCRP se articula en dos dimensiones cruciales: la atención tanto a usuarios bancarizados como no bancarizados, y el desarrollo de ecosistemas diversos que incluyen servicios digitales y dinero electrónico. Esta aproximación integral busca asegurar que la transformación del sector sea verdaderamente inclusiva y sostenible.
Sin embargo, el panorama presenta desafíos significativos, particularmente para las instituciones financieras tradicionales. El sector fintech creciendo a un ritmo tres veces superior al de la banca tradicional, está estableciendo nuevos estándares de innovación y eficiencia. Este crecimiento no es simplemente una tendencia; es un indicador del cambio fundamental en las expectativas de los nuevos consumidores y el uso de los servicios financieros.
Las cajas municipales, instituciones creadas para promover la inclusión financiera y desarrollo en Perú, enfrentan un momento particularmente crítico. Mientras lidian con desafíos como el aumento de la morosidad y la disminución de utilidades, deben emprender una transformación digital real y sostenible que asegure su relevancia futura. Esta transformación requiere más que la simple digitalización de procesos o la inclusión de tecnologías; demanda una reestructuración fundamental de su modelo de gobernanza y la incorporación de nuevas capacidades técnicas principalmente en sus directorios.
Las instituciones financieras deben reconocer una realidad fundamental: son, esencialmente, empresas de tecnología operando en el sector financiero. Esta distinción determina cómo abordan la innovación, gestionan el riesgo y construyen su futuro.
El crecimiento de los bancos digitales globales en 2025 y su llegada al Perú no solo representa únicamente un desafío competitivo; constituye una oportunidad para catalizar la modernización del sistema financiero local. La interoperabilidad promovida por el BCRP será fundamental para crear un ecosistema donde diferentes plataformas y servicios puedan interactuar eficientemente. La ciberseguridad y la gestión del cambio tecnológico se han convertido en competencias esenciales que definirán la sostenibilidad a largo plazo de las instituciones financieras. La colaboración en el ecosistema digital no es opcional; es un prerequisito para la supervivencia en un mercado interconectado.
El horizonte 2025-2027 marca un punto de inflexión para el sector financiero peruano y global. Las instituciones tienen una gran oportunidad para reposicionarse en el nuevo ecosistema digital. Aquellas que logren combinar su experiencia financiera con una mentalidad tecnológica, mientras se alinean con la visión de interoperabilidad e inclusión del BCRP, estarán mejor posicionadas para liderar esta transformación.
La revolución financiera que se avecina no se medirá únicamente por el nivel de sofisticación tecnológica, sino por la capacidad de las instituciones para reinventarse manteniendo su compromiso con la estabilidad financiera, la inclusión y el servicio al cliente. El desafío trasciende la adopción tecnológica; se trata de reimaginar el rol de las instituciones financieras en una economía digital más inclusiva. La pregunta ya no es si esta transformación ocurrirá, sino quiénes la liderarán y cómo se adaptarán las instituciones tradicionales a este nuevo paradigma. El 2025 no es simplemente un horizonte temporal; es el punto de inflexión que definirá el futuro del sistema financiero.