En conjunto, las utilidades de las Cajas Rurales de Ahorro y Crédito (CRAC) acumularon pérdidas por S/32,4 millones a diciembre del 2023. Solo una de las 5 CRAC que siguen en el mercado logró generar utilidades, Los Andes obtuvo S/2,1 millones, mientras que las demás tuvieron pérdidas.
El 2023 fue un año muy complicado para las Cajas Rurales de Ahorro y Crédito (CRAC), lo que se evidenció en la decisión de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS) de intervenir Caja Raíz en el mes de agosto debido a su situación financiera insostenible.
En conjunto, las utilidades de las cajas rurales acumularon pérdidas por S/32,4 millones a diciembre del 2023. Solo una de las 5 CRAC que siguen en el mercado logró generar utilidades, Los Andes obtuvo S/2,1 millones, mientras que las demás tuvieron pérdidas.
Incasur registró la menor pérdida, con S/785 mil, le sigue Caja Rural del Centro con una pérdida de S/6,35 millones, mientras que Prymera y Censosud Scotia tuvieron pérdidas de S/7,18 millones y S/20,26 millones, respectivamente.
Cartera crediticia
Las cajas rurales también experimentaron una disminución en las colocaciones y una recomposición en la participación de mercado al cierre de diciembre del 2023, sostuvo Leobell Amacifuén Macedo, consultor en microfinanzas.
Las cajas rurales cerraron con una cartera de créditos de S/1.398,8 millones, lo que marcó una contracción de 41,07% en comparación con el cierre del año anterior.
“Esta disminución se debió principalmente a la salida del mercado de CRAC Raíz, en agosto del 2023, como resultado de la intervención del ente regulador. Esta situación condujo a una reestructuración en la participación de mercado de este segmento”, comentó.
En el desagregado de la cartera de créditos, se aprecia que Los Andes lideró el ranking con una cartera de créditos de S/561,2 millones, lo que representó un aumento de 7,64% en comparación con el cierre del 2022 (S/521,3 millones) y una participación de mercado de 40,12%.
Le siguió Censosud Scotia con S/518,02 millones, un incremento de 7,23% respecto a diciembre del 2022 (S/483,1 millones) y una participación de mercado de 37,03%.
En tercer lugar, se ubicó Prymera con una cartera de S/147,7 millones, superando en un 15,21% lo reportado en el 2022. Mientras que la cartera de créditos de Caja Rural del Centro sumó S/140,1 millones y, por último, Incasur con S/31,6 millones.
Según la SBS, las CRAC concentran el 54,29% de sus créditos de consumo con un monto de S/759,48 millones, el 26,47% en pequeñas empresas (S/370,27 millones) y el 17,51% en microempresas (S/244,98 millones). Luego están los otros tipos de crédito con porcentajes menos significativos, con lo que se totaliza una cartera de créditos de S/1.398,82 millones.
Morosidad
La cartera de créditos atrasados tuvo una disminución con respecto al 2022, alcanzando un nivel de 6,07% al cierre del 2023. De manera similar, la cartera de alto riesgo experimentó una caída, cerrando el 2023 en 9,32%, cifra menor que el 16,02% registrado al cierre del 2022, precisó Amacifuén en base a datos de la SBS.
Por su parte, la cobertura de la cartera atrasada de las CRAC alcanzó el 161,57%, mostrando un crecimiento significativo en comparación con el 85,85% registrado en el 2022.
Sin embargo, que la cartera de créditos atrasados -también conocido como tasa de morosidad- se encuentre arriba de 5% evidencia la posible falta de cumplimiento por parte de los prestatarios, lo que podría generar dificultades en la liquidez y rentabilidad de las cajas rurales.
En general, se considera que una tasa de morosidad por debajo de 3% es saludable para la mayoría de las instituciones financieras, pero cuando la tasa supera el 5%, deben comenzar a tomar medidas correctivas para mitigar el riesgo de pérdidas significativas.
Esto puede incluir la revisión de políticas de préstamos, la mejora de los controles de riesgo crediticio y la implementación de estrategias de recuperación de deuda, consideró Amacifuén.
Según la SBS, a diciembre del 2023 la cobertura de la cartera de alto riesgo se situó en 105,25%, superando el 65,76% registrado durante el año anterior.
“Si bien las cajas rurales muestran altos niveles de cobertura para la cartera atrasada y la de alto riesgo, es imperativo mantener una vigilancia constante sobre la suficiencia de estas reservas. Una insuficiencia en este aspecto podría desencadenar problemas de solvencia que afectarían su funcionamiento a largo plazo”, resaltó Amacifuén.
Solvencia
Al cierre del 2023, las CRAC financiaron sus actividades comprometiendo sus activos –conocido como Razón de endeudamiento- en un 84,19% con recursos de terceros, lo cual podría ser interpretado como una señal de riesgo financiero.
En esa misma línea, a diciembre del 2023, las CRAC estaban utilizando una cantidad significativa de 5,33 veces de deuda para financiar sus operaciones, según la SBS.
“Este nivel de apalancamiento aumenta el riesgo financiero de la entidad, ya que implica una mayor carga de deuda y la hace más vulnerable a los cambios en las tasas de interés y otras condiciones financieras”, advirtió Amacifuén.
A diciembre del 2023, el ROE (la rentabilidad sobre patrimonio) de las CRAC tuvo una contracción de 123,51% en comparación con el cierre del 2022. “Este indicador sugiere que las CRAC enfrentan desafíos en la gestión de los recursos de los accionistas, ya que, hasta la fecha, excepto una de ellas, no han registrado utilidades, una expectativa fundamental para los inversores”, comentó.
A diciembre del 2023, las CRAC mostraron una tendencia similar en su ROA (la rentabilidad sobre activos), contrayéndose en 115,54% en comparación con diciembre del 2022.
“Este descenso indica que las cajas rurales han enfrentado dificultades en la eficiente utilización de sus activos en los últimos meses, resultando en la ausencia de generación de ganancias. Sin embargo, es crucial considerar el contexto económico actual del país”, subrayó.