Entre la resistencia cultural hacia lo digital y la urgencia de integrar a los no bancarizados, Ray Guya y María Mancuso de Fintech Americas abogan por la colaboración entre fintech y entidades financieras tradicionales para reducir costos, mejorar la seguridad y crear un ecosistema financiero inclusivo y competitivo en la región.

(*) Artículo publicado en la edición 231 de la revista Microfinanzas https://statuscomunicaciones.pe/microfinanzas/M231.pdf.
En el marco del Fintech Americas 2025, el principal evento de innovación financiera de Latinoamérica que reunirá a 1.350 líderes de 35 países en Miami del 18 al 20 de marzo, Microfinanzas conversó en exclusiva con Ray Guya y María Mancuso, CEO y Presidenta de Fintech Americas.
En un diálogo revelador, los ejecutivos analizaron los desafíos clave para la inclusión financiera en la región —desde la desconfianza en el sistema hasta la brecha digital rural— y cómo la tecnología, aliada de bancos y fintechs, está democratizando el acceso a créditos, seguros y pagos digitales.
Con ejemplos contundentes, como la persistente dependencia del efectivo en Perú —donde el 98% aún prefiere el cash— y el uso de scoring crediticio basado en datos alternativos (pagos de servicios o redes sociales) para otorgar préstamos sin historial bancario, la entrevista traza un mapa hacia un futuro donde la digitalización no es lujo, sino necesidad. Un imperativo para 250 millones de latinoamericanos aún excluidos. A continuación, la entrevista.
¿Cuáles son las principales barreras para la inclusión financiera en América Latina y cómo superarlas con tecnología?
RG: El desafío radica en tres factores: la alta informalidad económica, la desconfianza histórica hacia el sistema financiero y la brecha de infraestructura digital en zonas rurales. Los bancos tradicionales suelen ser lentos, costosos y poco accesibles para los sectores de menores ingresos. Sin embargo, la creciente penetración de móviles inteligentes —incluso en áreas rurales— está allanando el camino. A esto se suma la irrupción de las fintech, que combinan tecnologías como la inteligencia artificial para ofrecer productos personalizados. Ya no hablamos de soluciones únicas, sino de microsegmentos: herramientas diseñadas para necesidades específicas de cada persona.
MM: Complementando a Ray, los bancos 100% digitales reducen costos al eliminar sucursales físicas. Además, los pagos digitales y billeteras electrónicas permiten transacciones sin cuentas bancarias tradicionales, usando QR o transferencias móviles. También destacan las evaluaciones crediticias alternativas: plataformas que otorgan préstamos sin historial crediticio formal, democratizando el acceso al crédito.
¿Es posible hablar de inclusión financiera sin acceso al sistema financiero?
RG: Es una pregunta crucial. El acceso es el primer paso: sin él, no hay inclusión. En América Latina, las familias aspiran a educación, vivienda o movilidad social. El sistema financiero no vende productos, sino soluciones para materializar esos sueños. Por eso, en Fintech Americas trabajamos con la premisa de que cada herramienta financiera debe responder a una necesidad concreta, ya sea resolver un problema inmediato o impulsar una aspiración a largo plazo.
¿Qué papel juegan los pagos digitales frente al efectivo?
MM: Los pagos digitales democratizan el acceso: eliminan traslados costosos, reducen comisiones y facilitan microcréditos con tasas justas. Además, aumentan la seguridad. En Haití, por ejemplo, vimos cómo las billeteras móviles protegían los ingresos de personas no bancarizadas.
RG: El efectivo es tangible, y eso genera arraigo cultural. Mi abuelo desconfiaba de los cheques y guardaba su dinero bajo el colchón. Romper esa mentalidad requiere educación financiera y garantías de seguridad. Los gobiernos deben liderar esta transición, como hicieron durante la pandemia al distribuir ayudas mediante canales digitales.
En Perú, el 98% prefiere el efectivo por desconfianza en lo digital. ¿Cómo cambiar esto?
RG: Desde los Médici en Florencia —quienes construyeron un imperio basado en la confianza en el dinero físico—, el sistema financiero se ha sostenido en la creencia colectiva de que el dinero tiene valor. Hoy, el desafío es trasladar esa fe a lo digital. Para poblaciones vulnerables, cuyos recursos son escasos, entregar su dinero a “un número en un móvil” es un salto enorme. La clave está en demostrar beneficios tangibles: seguridad, ahorro de tiempo y acceso a oportunidades.
MM: Además, los pagos digitales dinamizan la economía local. Si un pequeño comercio acepta transacciones digitales, puede vender en línea, recibir pagos remotos y evitar horas perdidas en colas para pagar servicios. Esto no solo mejora su productividad, sino la de todo un país.
Fintech: ¿competencia o aliado?
¿Qué tan preparadas están las entidades financieras tradicionales de Latinoamérica para adaptarse a la irrupción de las fintech?
RG: La competencia ha sacudido al sector. Los bancos, arraigados en modelos heredados, operaban en entornos con tasas de interés elevadas y una clientela concentrada en los estratos altos de la pirámide económica. Esto limitaba su incentivo para innovar.
Al lanzar Fintech Americas con María Laura, notamos resistencia inicial. Sin embargo, algunos actores, como Interbank en Perú, lideraron la transformación digital. La pandemia aceleró este proceso: el COVID obligó a todos a sincronizarse en la urgencia de modernizarse.
Las fintech han desafiado el status quo, pero los bancos nacionales tienen ventajas: están profundamente integrados en las economías locales y cuentan con infraestructura sólida. Su supervivencia dependerá de evolucionar. Si se estancan, corren el riesgo de perder relevancia frente a un punto de inflexión crítico.
MM: Los bancos ya están actuando. Digitalizan servicios, lanzan aplicaciones y colaboran con fintech. Algunos incluso crean neobancos paralelos para no cargar con estructuras heredadas. Adoptan inteligencia artificial y big data para personalizar ofertas y conectar con clientes en momentos clave. La meta es integrarse a su vida cotidiana, no solo ser un servicio ocasional.
¿Cómo ha sido convencer a la banca tradicional de modernizarse?
RG: Es complejo. Instituciones rentables durante décadas preguntan: “¿Por qué cambiar si nuestro modelo funciona?”. La evangelización requiere mostrar que la transformación no es opcional. Un ejemplo es el pago en tiempo real: parece simple, pero exige inversión en infraestructura, ajustes regulatorios y colaboración público-privada.
Además, la nube es la columna vertebral del comercio electrónico y la banca digital. Sin ella, no hay futuro. Su implementación demandó cambios normativos y capital masivo, pero hoy es clave para escalar servicios. Los avances son positivos, aunque queda camino por recorrer.
¿Por qué es clave la transformación digital del sector financiero en Latinoamérica?
RG: La respuesta se resume en dos cifras: cerca del 50% de la población sigue no bancarizada, y la eficiencia económica de la región depende de integrarla. La digitalización no es opcional: es un pilar para la competitividad de países, empresas y ciudadanos. Cuando hablamos de reducir costos, agilizar transacciones o democratizar servicios, hablamos de crear oportunidades concretas. Todos ganan: familias, pymes, gobiernos.
MM: A esto se suma la presión de los usuarios. Hoy, las personas exigen inmediatez y experiencias personalizadas, algo que la banca tradicional no siempre ofrecía. La demanda por servicios ágiles —desde pagos instantáneos hasta créditos preaprobados— obliga a los bancos a reinventarse.
¿Cómo evalúan el avance de esta transformación en la región?
RG: Hace una década, organizamos una hackathon con 150 participantes. Solo 50 eran latinoamericanos; el resto venía de potencias como Israel o EE.UU. En ese entonces, tuvimos que crear categorías separadas: la brecha tecnológica era abismal. Hoy, la región alberga más de 2,500 fintechs, incluyendo unicornios, y lidera innovaciones que resuelven problemas locales, como el acceso a crédito en zonas remotas. Es un ecosistema vibrante que compite a nivel global.
MM: En Fintech Americas, impulsamos este cambio con premios anuales que reconocen a bancos y entidades innovadoras. En diez años, pasamos de escasos participantes a una avalancha de proyectos. El “efecto contagio” es claro: cuando un banco en Perú digitaliza sus servicios, otro en Colombia sigue el ejemplo.
¿Las fintech son aliadas o competidoras de la banca tradicional?
RG: Son “frenemies”: una mezcla de amigo y enemigo. Inicialmente, muchas fintechs desafían el status quo, pero el camino sostenible es la colaboración. Un inversionista global me dijo: “No apostamos por startups que declaren la guerra a los bancos, sino a las que los complementen”. Juntos, bancos y fintechs ganan: unos aportan escala y regulación; otras, agilidad e innovación.
MM: Las fintechs brillan en experiencia digital, pero escalar un negocio financiero es complejo. Los usuarios aún valoran la seguridad de un banco respaldado por décadas de historia. Por otro lado, los bancos no pueden desarrollar todas las tecnologías internamente. Ahí entran las alianzas: algunos adquieren fintechs; otros las integran como socias. Es un win-win.
Perspectivas
¿Qué acciones concretas impulsan la participación femenina en el ecosistema fintech?
MM: La inclusión de mujeres es un pilar para construir una industria diversa. En Fintech Americas promovemos programas de mentoría que conectan a emprendedoras con líderes del sector, así como capacitaciones especializadas en áreas donde históricamente hay baja participación femenina, como el desarrollo tecnológico. También impulsamos fondos con enfoque de género, dirigidos a startups lideradas por mujeres. Aunque cada vez hay más mujeres en cargos directivos, aún falta camino. Por eso creamos FemTech Américas, un espacio en nuestra conferencia para formar redes, intercambiar ideas y ofrecer herramientas de crecimiento.
¿Por qué incluir a la industria de seguros en Fintech Americas 2025?
RG: En Latinoamérica, solo el 3% de la población accede a seguros, frente al 10% global. Es una brecha alarmante, porque estos productos protegen el patrimonio familiar, desde la salud hasta la vivienda. Nuestra meta es democratizar su acceso mediante tecnología, como hicimos con la banca hace una década. Sin seguros, una enfermedad o un accidente pueden hundir económicamente a una familia.
MM: Los seguros son un colchón de seguridad. Por eso integramos a insurtechs —startups de seguros digitales— en el evento. La tecnología permite ofrecer productos asequibles y simples, como pólizas por suscripción mensual o microseguros para agricultores.
¿Cómo explican el auge del sector microfinanciero en la región?
RG: Estas entidades atienden a la base de la pirámide económica, un sector históricamente ignorado. Con herramientas fintech, como el scoring crediticio basado en datos alternativos (historial de pagos de servicios o redes sociales), ahora ofrecen préstamos sin historial bancario. Además, su presencia en comunidades remotas las hace claves para la inclusión.
¿Cuál es el objetivo central de Fintech Americas?
RG: Queremos una industria ágil, eficiente e inclusiva. Ágil, para romper la lentitud de los sistemas heredados; eficiente, para reducir costos con soluciones como pagos instantáneos; e inclusiva, para integrar a los 250 millones de latinoamericanos no bancarizados. Las microfinanzas son aliadas: sin ellas, ese mercado estaría desatendido.
¿Qué legado esperan dejar en 2025?
RG: Lo más inspirador es nuestro compromiso de impulsar a la industria hacia la vanguardia. Queremos compartir casos de éxito, integrar las tecnologías más avanzadas del mundo en América Latina y establecer un modelo que guíe la transformación financiera de la región.
Nuestra meta es que todos los actores del sistema financiero regional comprendan los cambios en curso, sepan cómo involucrarse en ellos y encuentren herramientas para prepararse. Para ello, buscamos ser un hub integral: un espacio que conecte ideas, conceptos innovadores y proveedores de tecnología con quienes buscan modernizarse. Así, cada banco, startup o institución podrá convertirse en un agente activo de este ecosistema.
MM: Coincido. El legado más significativo es la transformación tangible de la industria. Nos motiva escuchar que nuestros participantes forman alianzas estratégicas, adoptan tecnologías disruptivas y ven resultados concretos.
Queremos que este evento no solo ofrezca discusión, sino una hoja de ruta práctica que acelere la modernización del sector. Cada conexión o conocimiento adquirido aquí debe traducirse en pasos claros hacia un futuro financiero más inclusivo y competitivo.
