
Gerente de Comunicaciones y Relaciones Institucionales, Banco de la Nación
(*) Artículo publicado en la edición 231 de la revista Microfinanzas https://statuscomunicaciones.pe/microfinanzas/M231.pdf.
La inclusión financiera es un factor crucial para el fomento del desarrollo de nuestro país, tener éxito en ella es especialmente retadora debido a las características socioeconómicas del país: una geografía compleja, una alta tasa de informalidad laboral y grandes sectores de la población que viven en zonas rurales; todo ello profundiza las grandes asimetrías y heterogeneidad de los ciudadanos en los diferentes distritos e incluso centros poblados del país que demandan acciones de intervención personalizadas para ser exitosas; sin embargo las mismas al ser llevadas aún análisis financiero resultan ser poco viables.
A pesar de ello, según los datos obtenidos del reporte semestral de la Política Nacional de Inclusión Financiera en los tres últimos años (2021-2024) los puntos de atención del sistema financiero han crecido en poco más de 82,000 siendo el de mayor contribución el modelo de cajero corresponsal, por otro lado la tenencia de cuentas se incrementó en mismo periodo de 52% al 59% impulsada por la creación de cuentas para el pago de bonos y liberación de fondos del gobierno y la digitalización de productos y servicios financieros, en el mismo sentido no ha sido menor la contribución de Yape y Plin que tienen activos a más de 15 millones de ciudadanos que hoy realizan transacciones digitales.
Por ende, los esfuerzos para ser exitosos en los tres aspectos de la Inclusión Financiera que son: acceso, uso y calidad, requieren de la colaboración entre el Estado, la academia y las empresas privadas. Cada uno de estos sectores tiene un rol clave que desempeñar: el Estado como regulador y facilitador, la academia como generadora de conocimiento y capacitadora, y las empresas privadas como innovadoras y proveedoras de servicios. Este artículo busca motivar la conversación para potenciar la articulación y transformar el panorama financiero del Perú.
En este contexto, las principales barreras para el acceso de servicios financieros son:
• Falta de infraestructura financiera en zonas rurales, hoy por ejemplo el Banco de la Nación tiene más del 90% de los distritos del país con un canal de atención, sin embargo, existe un camino largo para atender a todos los centros poblados que largamente superan el número de distritos en nuestro país.
• Reducida alfabetización financiera, según un estudio del INEI, solo el 33% de los adultos tiene conocimientos básicos sobre cómo funcionan los servicios financieros.
• Informalidad laboral: Más del 70% de la población económicamente activa trabaja en el sector informal, lo que dificulta su integración al sistema financiero formal.
Entonces debiéramos estar hablando de exclusión y de cómo millones de ciudadanos dependen de métodos informales para ahorrar y obtener créditos, limitando con ello las oportunidades económicas para su desarrollo.
Es natural para nosotros, aquellos que leamos esta nota desde algún dispositivo móvil y realicemos nuestras transacciones financieras en este mismo medio no pensar que un ciudadano en alguna zona de la sierra o selva por no tener una cuenta de ahorros o un canal de atención para realizar operación de abono en una cuenta o simplemente cobrar por de algo que vendió tenga que viajar más de una hora y pagar en algunos casos más del 10% y 30% del valor de la transacción, por ello es de vital importancia que para acelerar aún más llegar a estos distritos y centros poblados más alejados de la zona urbana trabajemos en una articulación eficaz donde el Estado sea mucho más proactivo para motivar la articulación y entendimiento de los ecosistemas financieros y garantizar a través de la regulación inclusión de más ciudadanos.
Ahora el aporte de la academia dentro del proceso de inclusión financiera es de actuar como un puente entre la investigación, la formación del talento y la implementación de las soluciones, por ello su aporte no solo está limitado al ámbito educativo, es evidente sin embargo que la educación es la base para ser exitosos en este camino; en nuestro país la falta de conocimientos básicos sobre finanzas personales por muchos años ha determinado la exclusión de ciudadanos al sistema financiero que obtienen créditos con reducida o sin educación financiera que luego de unos meses su calificación por falta de pago o desconocimiento terminan siendo calificaciones como malos deudores y excluidos del financiamiento formal.
Por ello la academia debe participar activamente en la construcción de programas, cursos, talleres que recojan la asimetría y heterogeneidad de nuestra realidad, en este sentido las universidades, institutos deben incluir en su currículo cursos de educación financiera que motive un comportamiento positivo a los servicios financieros formales, así como el rol de divulgación para construir ciudadanos más educados e incluidos en el sistema.
Por otro lado, las empresas privadas como motores de economía y co-responsables de la creación de valor en el país son actores clave para ampliar la inclusión financiera en los pilares de uso de productos y la calidad. En nuestro país en los últimos años hemos sido testigos de cómo las empresas del sector financiero y tecnológico han avanzado y contribuido a la inclusión financiera mediante la innovación, las innovaciones en las billeteras como Yape que al cierre de 2024, según datos de la misma empresa, se tienen más de 17 millones de usuarios activos que realizan operaciones de manera digital y que antes muchas de ellas incluso no tenían acceso a cuentas bancarias.
Finalmente, los desafíos para el Estado, La Academia y Sector Privado son: incrementar la coordinación para lograr sinergias y evitar se desarrollen iniciativas de forma aislada con los mismos objetivos y misma población, reducir el nivel de desconfianza entre las instituciones para compartir información en pro de los tres pilares de acceso, uso y calidad y reducir las brechas y desigualdades tecnológicas que impiden los proceso de digitalización así como los procesos hídricos de atención con herramientas digitales y soporte a través de personas.
En conclusión, la inclusión financiera en nuestro país no podrá lograrse sin una colaboración efectiva y una articulación diseñada en pro de incluir.