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Consumo privado impulsa crecimiento económico en Perú, pero inversión y déficit fiscal preocupan

El empleo formal creció 7% en el primer trimestre de 2025, el mayor avance en 13 años, pero la inversión privada y el gasto público desigual amenazan la sostenibilidad, advierte el Instituto Peruano de Economía (IPE).

Mientras el IPE proyecta un déficit de 3.3% del PIB, Moody’s espera un ajuste gradual. Ambos coinciden en que el Congreso y las elecciones son los mayores riesgos.
05/07/2025 20:52

(*) Artículo publicado en la edición 235 de la revista Microfinanzas https://statuscomunicaciones.pe/microfinanzas/M235.pdf

Según los datos del primer trimestre de 2025, el consumo privado se ha convertido en el principal motor del crecimiento, respaldado por una notable generación de empleo formal y una inflación controlada. Este dinamismo, sin embargo, contrasta con la fragilidad de la inversión privada y las crecientes presiones sobre las finanzas públicas, que podrían complicar el panorama en los próximos meses, advierte Victor Fuentes, gerente de políticas públicas del Instituto Peruano de Economía (IPE).

El empleo formal creció más del 7% en el primer trimestre, la tasa más alta en 13 años si se excluye el rebote pospandemia, impulsado especialmente por el sector agroexportador durante las campañas de uva y mango. Este incremento, sumado a una inflación dentro del rango meta, ha fortalecido la masa salarial y las expectativas de consumo. No obstante, Fuentes advierte que este crecimiento debe complementarse con una mayor inversión privada para ser sostenible en el tiempo, ya que el actual ritmo podría desacelerarse ante un entorno global menos favorable y la incertidumbre política local.

En el frente de la inversión privada, los resultados son alentadores pero aún frágiles. Tras un periodo negativo en 2023 y 2024, este rubro creció casi un 9% en el primer trimestre de 2025, liderado por los sectores minero y residencial, este último luego de varios trimestres en rojo. Sin embargo, los datos preliminares del segundo trimestre muestran una desaceleración, con una proyección de crecimiento del 6.7%, lo que refleja cautela entre los inversionistas ante el escenario preelectoral que se avecina.

Mientras el sector privado muestra señales de recuperación, el gasto público presenta un panorama desigual. La inversión pública ha registrado un ajuste, con cifras negativas por primera vez en varios trimestres, mientras que el gasto corriente sigue al alza, con un crecimiento del 3.6% en el segundo trimestre. Esta divergencia preocupa a los analistas, ya que priorizar gasto corriente sobre inversión en infraestructura limita el potencial de crecimiento a largo plazo y aumenta el riesgo de desequilibrios fiscales.

En el ámbito externo, las exportaciones peruanas han tenido un desempeño destacado, con un crecimiento del 9.5% en el primer trimestre, impulsado por productos no tradicionales como la uva y el cacao, que registraron aumentos del 70% y 107%, respectivamente. Las importaciones también repuntaron, con un alza del 18%, reflejando una mayor demanda de bienes de consumo e insumos para la producción. Sin embargo, el contexto internacional comienza a oscurecerse: la OCDE recortó sus proyecciones de crecimiento global para 2025, y economías clave como Estados Unidos y Europa enfrentan desaceleraciones que podrían impactar la demanda de productos peruanos.

Ante este escenario, el IPE ajustó sus proyecciones para Perú, elevando levemente el crecimiento esperado en 2025 del 3.1% al 3.2%, aunque anticipa una desaceleración más marcada en 2026, con una expansión de apenas 2.2%. Este pronóstico refleja los riesgos asociados a la incertidumbre política y fiscal, así como los efectos de un entorno global menos dinámico.

“Si bien el crecimiento sigue siendo positivo, está lejos de los niveles necesarios para reducir significativamente la pobreza y reactivar la economía de manera sostenible”, comenta.

Uno de los mayores desafíos es el deterioro fiscal. El IPE proyecta que el déficit alcanzará el 3.3% del PIB este año, incumpliendo no solo la meta vigente (2.2%), sino también las posibles modificaciones que se discuten en el Congreso (2.5% o 2.8%). Esta situación se agrava por las iniciativas legislativas que promueven más gasto sin fuentes de financiamiento claras, debilitando la sostenibilidad fiscal. Jaime Reusche, de Moody’s, ha expresado su preocupación por estas proyecciones, señalando que mientras el IPE anticipa un aumento del déficit, su firma espera una reducción, lo que revela divergencias en el diagnóstico.

El Congreso ha sido un foco de tensiones, con proyectos de ley que priorizan aumentos de gasto, reducciones de ingresos y el debilitamiento de instituciones clave para la estabilidad fiscal. Fuentes advierte que, de continuar esta tendencia, el país podría enfrentar ajustes tributarios poco populares, como incrementos al IGV o al impuesto a la renta de quinta categoría, lo que afectaría a sectores que ya tributan y podría desincentivar la inversión.

Además, cerca del 60% del gasto público es considerado rígido, lo que limita la capacidad del gobierno para realizar ajustes rápidos en caso de crisis. Esta inflexibilidad, sumada a las presiones políticas, reduce el margen de maniobra para mantener la estabilidad macroeconómica, uno de los principales logros del país en las últimas décadas.

A pesar de estos desafíos, Perú sigue mostrando un potencial económico en sectores como la agroexportación y la minería. No obstante, el mayor riesgo proviene del ámbito político: las elecciones de 2026, que ya registran un número récord de candidatos, podrían generar mayor incertidumbre y paralizar decisiones clave para el crecimiento.

La economía peruana avanza, pero a dos velocidades: mientras el consumo y las exportaciones impulsan la recuperación, la inversión privada y las finanzas públicas muestran señales de vulnerabilidad. Como señaló Fuentes, “no basta crecer; debemos hacerlo sobre bases sólidas”. El reto ahora es evitar que la política fiscal y la incertidumbre electoral descarrilen lo que hasta ahora ha sido una recuperación prometedora.

¿Qué dice Moody’s?

Jaime Reusche, vicepresidente de Moody’s, coincidió en gran medida con el análisis macroeconómico presentado por el IPE, aunque con matices clave. “Proyectamos un crecimiento del 2.8% para 2025, que probablemente se quede corto. Estábamos considerando revisarlo al alza hacia el 3.2%, pero la desaceleración global en abril nos hizo dudar”, admitió. Sin embargo, reconoció que los indicadores actuales apuntan a que Perú superará el 3% este año, aunque la incógnita radica en 2026.

El rebote del primer trimestre, especialmente en inversión privada (8.8%), fue una sorpresa positiva para Moody’s. “Cuando la inversión privada —el motor histórico del crecimiento— repunta, la economía suele expandirse rápidamente”, explicó Reusche. No obstante, advirtió que la confianza empresarial sigue frágil debido a la volatilidad política: “Antes, economía y política iban por caminos separados; ahora están entrelazadas, y eso preocupa”.

Sobre el escenario electoral, Reusche mostró un “optimismo cauteloso”. Aunque reconoció que la proliferación de candidatos genera incertidumbre, destacó que muchas empresas mantienen expectativas favorables para 2025. “Esperamos una primera mitad sólida y una segunda más lenta, por el inicio de las campañas presidenciales. Para 2026, si la elección es ordenada, el crecimiento podría acercarse al 2.7%”, señaló, divergiendo levemente del IPE, que anticipa una contracción de la inversión privada.

En el frente fiscal, las diferencias son más marcadas. Mientras el IPE proyecta un aumento del déficit (3.3% del PIB en 2026), Moody’s prevé una reducción gradual. “El déficit a 12 meses hoy es 2.7%. Sin nuevos gastos irresponsables, cerraría en 2.5% este año”, afirmó. Criticó las iniciativas legislativas que relajan las reglas fiscales: “Mover el límite del déficit a 2.8% solo es peligroso si se usa para gastar más, no para ajustarse a la realidad”.

Reusche alertó sobre los riesgos de emular a países como Brasil, Colombia o Panamá, donde los déficits superan el 7% del PIB. “En Perú sería catastrófico. No podemos permitir que la deuda pública explote”, enfatizó. Aunque reconoció avances —como la caída del gasto corriente de 17% a 15.2% del PIB desde 2021—, pidió prudencia: “La inversión pública es más flexible, pero su eficiencia sigue siendo baja”.

“Un buen gabinete puede corregir errores, pero depende de los votantes. Ojalá elijan con la cabeza y no con el hígado”, concluye.

Tags: Consumo privado Crecimiento Económico Déficit fiscal Instituto Peruano de Economía Inversión

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