
El PIB de EE.UU. superó las expectativas con una tasa de crecimiento anualizada del 3,0% en el segundo trimestre, silenciando los rumores de recesión.
Sin embargo, el gigante mundial de asesoría financiera deVere Group advierte que la cifra total oculta una desaceleración debajo de la superficie, y que tanto los mercados, que probablemente la verán alcista, como la Reserva Federal estarían equivocados si la trataran como una luz verde.
“Esto no es una recesión”, afirma Nigel Green, director ejecutivo de deVere Group. “Pero tampoco es el tipo de crecimiento que justifica la complacencia.
“El titular es contundente, pero los fundamentos cada vez son más discretos”.
El repunte se vio impulsado en gran medida por una fuerte contracción del déficit comercial, con una caída de las importaciones más rápida que la de las exportaciones. Esta distorsión afectó negativamente la cifra del PIB, aun cuando la demanda interna básica —el verdadero motor de la economía estadounidense— mostraba signos de agotamiento.
Las ventas finales a compradores nacionales privados son la verdadera historia, y nos indican que la demanda se está moderando. Esto es lo que la Fed estará observando de cerca a puerta cerrada.
El gasto del consumidor, que se mantiene positivo, se desaceleró con respecto al trimestre anterior. Este cambio refleja más que solo el impacto de las tasas más altas; marca un punto de inflexión en el comportamiento de los hogares, a medida que los estadounidenses se vuelven más cautelosos.
La gente no se está retirando del todo, pero sí están pensando más en cada dólar. Esa es una señal importante para los inversores que intentan evaluar qué sectores aún tienen margen de crecimiento.
Para la Fed, la cifra del 3% da margen para esperar, pero no para relajarse.
Si bien la inflación continúa enfriándose, la desaceleración subyacente de la demanda mantiene la presión sobre los responsables de las políticas para que cambien de postura más pronto que tarde.
Esto probablemente retrase el primer recorte, pero no cambia la trayectoria. La Fed ahora tiene más margen para mantenerse firme hoy, pero para septiembre o noviembre, las razones para actuar serán más sólidas, no más débiles.
Es probable que los mercados suban tras el titular, pero Nigel Green advierte que el optimismo a corto plazo podría dar paso a un posicionamiento más selectivo una vez que se absorban los factores internos.
Este tipo de informe genera un optimismo impulsivo. Pero al analizarlo en profundidad, no se trata de un aumento generalizado. Es una cifra técnicamente impresionante que oculta una economía real desigual.
La caída de las importaciones, una razón clave del salto del PIB, puede indicar no una cuestión de eficiencia o competitividad, sino de debilidad interna.
La reducción de la brecha comercial contribuyó a que esta situación luciera bien, pero no es un motor sostenible de crecimiento. No se construye una fortaleza a largo plazo con la disminución de las importaciones.
deVere aconseja a sus clientes que mantengan la disciplina y la visión de futuro, evitando la sobreexposición a las partes del mercado más sensibles a la disminución de la actividad del consumidor o al retraso en el alivio de las tasas.
Este es un mercado que ahora exige mayor selectividad. Los inversores deben priorizar activos diversificados globalmente y generadores de efectivo que no dependan de un optimismo desmedido sobre el consumidor estadounidense.
La cifra del PIB cambia la conversación decisivamente: la economía estadounidense no se está contrayendo, pero se está recalibrando hacia una expansión más lenta y más delgada.
No hay recesión, ni justificación para el pánico. Pero tampoco hay razón para tirar la cautela por la ventana. El crecimiento se mantiene intacto, pero frágil. Esa es la verdad detrás de la cifra.
Mientras la Reserva Federal prepara su decisión sobre las tasas y los inversores reaccionan a la aparente fortaleza, el director ejecutivo de deVere concluye: «No confundan el impulso con la durabilidad. Las señales reales son más sutiles, pero aún más importantes».