
Consultor en inclusión financiera y microfinanzas
(*) Artículo publicado en la edición 236 de la revista Microfinanzas https://statuscomunicaciones.pe/microfinanzas/M236.pdf
La industria de servicios microfinancieros atraviesa una etapa de grandes desafíos. Las organizaciones que integran este ecosistema enfrentan una constante lucha por la sostenibilidad, la innovación y el crecimiento institucional. En un sector altamente competitivo, donde emergen nuevas propuestas de productos y servicios, con clientes cada vez más exigentes y herramientas tecnológicas en constante evolución, destacar por la calidad, la diferenciación y la generación de valor se vuelve una tarea cada vez más compleja.
En este contexto, los servicios financieros adquieren un rol clave como pilares de oportunidades económicas. Permiten a las personas construir medios de vida sostenibles y mejorar sus finanzas personales y familiares. Sin embargo, la inclusión económica plantea retos adicionales. Aunque muchas veces estos desafíos se alinean con los planes institucionales, a menudo las iniciativas carecen de la articulación necesaria para potenciarse entre sí y generar un impacto más integral, tanto para las organizaciones como para sus clientes.
Un claro ejemplo es la digitalización. Aunque se percibe como una necesidad ineludible y un camino inevitable, debe entenderse como un proceso transversal que involucra a todas las áreas de la organización y que, fundamentalmente, debe tener al cliente como eje central. Cualquier estrategia digital que aspire a beneficiar a la organización y sus stakeholders debe responder a las necesidades y expectativas del usuario.
Así, la digitalización se presenta como un factor transformador y generador de eficiencia, estrechamente ligado a los valores y demandas del cliente. En este escenario, los modelos híbridos se consolidan como una alternativa pertinente en los servicios microfinancieros. Combinan la eficiencia digital con el valor del contacto humano, esencial para comunidades aún alejadas de la inclusión financiera, para quienes el puente digital, por sí solo, no basta. Se trata de una digitalización verdaderamente al servicio de las personas.
Actualmente, los usuarios no buscan únicamente productos financieros básicos como cuentas de ahorro o créditos a tasas competitivas. Esperan beneficios adicionales que impacten directamente en su actividad económica. Esto aplica para jóvenes emprendedores, microempresarios, profesionales migrantes o mujeres líderes en zonas rurales. Las organizaciones que logren vincular sus servicios financieros con la creación de oportunidades económicas tendrán mayor ventaja en la preferencia de sus clientes. ¿Se trata acaso de volver a los orígenes en medio de la revolución digital?
El reto es significativo, pero no ajeno a aquellas entidades que desde sus inicios han trabajado de forma cercana y empática con sus comunidades. Hoy se requiere construir rutas económicas tanto para el emprendimiento como para la empleabilidad. En estas rutas, el acompañamiento técnico, la capacitación, el acceso a tecnología, el intercambio de experiencias, el uso inteligente de servicios financieros y la conexión con el mercado son factores clave para fortalecer las iniciativas económicas y mejorar los ingresos.
Finalmente, esta articulación estratégica puede abrir espacios de mercado inexplorados, los llamados “océanos azules”, donde la competencia tradicional deja de ser relevante. Allí, la generación de demanda y valor social se convierte en un motor rentable y sostenible. Así, las organizaciones no solo crecen, sino que también ayudan a cerrar una paradoja persistente en la región: sistemas financieros con múltiples actores, pero millones de personas aún desatendidas.