
Bitcoin comenzó la semana con una nota más cautelosa, reflejando el tira y afloja entre las fuerzas macroeconómicas y la dinámica interna del mercado de las criptomonedas. Tras una fuerte subida a principios de mes, el último retroceso tiene menos que ver con un cambio repentino en su trayectoria a largo plazo y más con el posicionamiento a corto plazo.
Las tasas de financiación en los mercados de derivados habían subido a niveles excesivos, lo que sugería que el apalancamiento especulativo se estaba acumulando rápidamente y que dejaba al mercado expuesto a una ola de liquidaciones una vez que se enfriara el impulso. Ese proceso se ha desarrollado durante las últimas veinticuatro horas, con la toma de beneficios impulsando una sacudida que parece más un reinicio del posicionamiento que un cambio estructural.
Al mismo tiempo, el bitcoin sigue siendo arrastrado por el contexto macroeconómico general. Las expectativas de que la Reserva Federal mantenga su política de flexibilización siguen siendo uno de los principales apoyos para la criptomoneda, ya que la bajada de los tipos reduce el coste relativo de mantener activos sin rendimiento y alimenta la demanda de alternativas a los refugios tradicionales.
Sin embargo, la contrapartida es clara: cualquier sorpresa al alza en la inflación o incluso un cambio moderadamente agresivo en la comunicación de la Fed podría socavar la narrativa alcista y desencadenar una mayor presión vendedora. La interacción entre la política de la Fed, los rendimientos de los bonos del Tesoro y la fortaleza del dólar está resultando tan decisiva para el bitcoin como para las acciones o el oro.
Lo que diferencia este momento de los ciclos anteriores es que la demanda institucional sigue anclando el mercado. Las entradas en los ETF al contado y las compras de tesorería corporativa siguen filtrándose, lo que proporciona una base estable de capital que limita la profundidad de las ventas masivas. Aun así, esos flujos no son inmunes a las oscilaciones del apetito de riesgo global.
Cuando la liquidez se reduce o la volatilidad se dispara en otros lugares, las criptomonedas pueden seguir siendo uno de los primeros lugares en los que los inversores recortan su exposición.
Por ahora, la evolución de los precios sugiere que el bitcoin está entrando en una fase de consolidación, en la que el mercado pone a prueba la durabilidad de estos vientos favorables institucionales y normativos frente a la realidad de la especulación apalancada y las condiciones macroeconómicas cambiantes. Si la Fed mantiene su curso de flexibilización gradual y la inflación no vuelve a dispararse, la oferta estructural subyacente al bitcoin debería permanecer intacta. Sin embargo, el exceso de apalancamiento significa que es probable que las correcciones sean más pronunciadas de lo que muchos esperan, lo que hará que el camino a seguir sea menos una línea recta ascendente que una serie de subidas y retrocesos marcados por el ritmo de los mercados globales.