
- El supuesto plan del ministro de finanzas británico de imponer un «impuesto de salida» del 20% sobre los activos empresariales de las personas adineradas que abandonan el Reino Unido sería «temerario y contraproducente»
Se dice que Rachel Reeves está considerando la introducción de un impuesto de liquidación en los Presupuestos Generales del Estado de este mes, dirigido a quienes se trasladen a jurisdicciones con impuestos más bajos. Este impuesto podría gravar las ganancias de capital de las personas que abandonan el Reino Unido, lo que podría recaudar alrededor de 2.000 millones de libras para el Tesoro.
- La propuesta infligiría un daño duradero a la competitividad del país en un momento crítico. El gobierno parece decidido a convertir al Reino Unido en un lugar cada vez menos atractivo para los creadores de riqueza. La introducción de un impuesto de salida aceleraría el éxodo de emprendedores, dueños de negocios e inversores que ya se sienten castigados por su éxito.
- Esta política no solo no lograría recaudar ingresos significativos; destruiría la confianza, reduciría la inversión y, en última instancia, le costaría al Tesoro mucho más en pérdida de actividad económica de lo que jamás podría recuperar mediante impuestos a corto plazo.
- El aumento significativo en el número de inversores nacionales e internacionales que están reconsiderando su exposición al Reino Unido debido a la creciente percepción de que Gran Bretaña ya no es un entorno favorable para las empresas y el capital. El ministro de Hacienda sigue adelante con esta medida, profundizará esa percepción y disuadirá la inversión extranjera.
- Los inversores y los líderes empresariales ya ven al Reino Unido con creciente cautela. Están redirigiendo el capital hacia economías que recompensan la ambición y brindan estabilidad. Gran Bretaña debería trabajar para atraer riqueza internacional, no dar señales de que pretende penalizarla, que el momento no podría ser peor, con una economía ya lastrada por la débil inversión empresarial y la caída de la confianza del consumidor.
A medida que se acerca el Presupuesto, el Reino Unido se enfrenta a uno de los aumentos de impuestos más pronunciados de la historia moderna. Reeves está en camino de aumentar los impuestos más rápido que cualquiera de sus predecesores en 55 años. Eso por sí solo asustaría al capital mundial, pero combinarlo con un cargo de salida enviaría el mensaje de que Gran Bretaña ha renunciado a competir.
El resultado sería una erosión sostenida de la confianza y una constante reubicación de capitales hacia jurisdicciones rivales. La orientación fiscal del Reino Unido en los últimos años ya ha llevado a personas con mentalidad internacional a cuestionarse si el país sigue siendo un lugar competitivo para hacer negocios. La abolición del régimen de no domiciliados, el aumento de los impuestos a las empresas y la mayor carga fiscal personal en décadas han erosionado la confianza. Un impuesto de salida sería la señal definitiva de que el Reino Unido ya no está abierto a la riqueza, la inversión ni las aspiraciones.
El ministro de Hacienda debería trabajar para atraer emprendedores e innovadores, no para crear nuevos obstáculos. Las economías prósperas se construyen fomentando el crecimiento, no limitando la ambición. Imponer una tasa de salida es una medida económica de retroceso. Si bien un impuesto de salida podría parecer políticamente conveniente, generaría una falsa sensación de progreso. “El gobierno alegará que está haciendo que el sistema sea más justo. En realidad, reduciría los ingresos totales al desviar la inversión a otros países.
Una vez que se pierde la riqueza y la propiedad de los negocios, rara vez regresan. Otros centros financieros ya se están beneficiando de la deriva política autoinfligida del Reino Unido. Dubái, Singapur y otras economías dinámicas están atrayendo a emprendedores que antes veían a Gran Bretaña como la mejor base para los negocios globales. El país no puede permitirse seguir exportando a sus ciudadanos más productivos.
- Las implicaciones inmediatas para las personas y los emprendedores con movilidad internacional, esta propuesta les otorga mayor urgencia para revisar su estatus de residencia, sus planes de sucesión y sus estructuras de activos transfronterizas. Quienes tengan intereses globales deben actuar con prontitud y buscar asesoramiento de expertos antes de que se impongan nuevas restricciones o impuestos.
El ministro de Hacienda corre el riesgo de presenciar una pérdida histórica de riqueza, talento y confianza. En lugar de perseguir a quienes deciden, como es su derecho, marcharse, el enfoque debería centrarse en persuadir a más personas para que inviertan y garantizar que Gran Bretaña siga siendo un lugar donde la ambición y el espíritu emprendedor se recompensen, no se castiguen.”