
El precio del oro continúa operando por debajo de los $4,100 dólares por onza, lo que refleja un entorno dominado por el optimismo en los mercados de renta variable y por el repunte del dólar estadounidense. La fortaleza del apetito por el riesgo ha reducido temporalmente la necesidad de activos refugio como el XAU/USD, que se mantiene limitado dentro de un rango estrecho a la espera de nuevos catalizadores macroeconómicos.
- Uno de los factores centrales detrás de esta debilidad es el renovado impulso de las bolsas globales, impulsadas por mejores perspectivas de ganancias corporativas y un entorno financiero que, aunque incierto, mantiene la narrativa de un aterrizaje suave en Estados Unidos. Este contexto desplaza la demanda defensiva hacia activos de mayor rendimiento, restando tracción al oro.
- A nivel macroeconómico, los inversores mantienen el foco en el informe de Nóminas no Agrícolas (NFP) de septiembre, cuya publicación fue retrasada por el prolongado cierre del gobierno estadounidense.
Este retraso ha generado prudencia entre los operadores, que prefieren evitar posiciones agresivas en un entorno donde la visibilidad económica es limitada. La ausencia de datos oficiales también dificulta la comprensión del mercado laboral, un componente clave para definir el próximo movimiento de la Reserva Federal.
Las minutas recientes del FOMC reforzaron el tono restrictivo del banco central.
Varios miembros defendieron mantener las tasas elevadas por más tiempo para controlar los riesgos inflacionarios persistentes, lo que redujo la probabilidad de un recorte de tasas en diciembre. Este posicionamiento fortaleció al dólar hasta máximos de varios meses, lo que aumentó la presión sobre el oro, que se ve especialmente afectado cuando el dólar se aprecia y los rendimientos reales se mantienen elevados.
Sin embargo, existen elementos que podrían limitar una caída más profunda del metal. El cierre prolongado del gobierno estadounidense ha generado señales de desaceleración económica que podrían frenar el endurecimiento monetario. Sectores sensibles al ciclo, como el manufacturero y el inmobiliario, han mostrado debilidad reciente, lo que abre la puerta a que la Reserva Federal suavice su tono en reuniones futuras si el deterioro persiste.
En el frente geopolítico, un presunto plan de paz promovido por Donald Trump para el conflicto entre Rusia y Ucrania, junto con una visita de alto nivel de funcionarios estadounidenses a Kyiv, ha impulsado temporalmente el optimismo de los inversores. Este avance ha reducido la demanda de refugio, presionando aún más al oro, que tiende a retroceder en periodos de mayor estabilidad diplomática.
A pesar de este panorama bajista, algunos analistas señalan que la estructura técnica del oro aún muestra zonas clave de soporte que podrían frenar descensos adicionales. La región entre $4,000 y $3,900 dólares por onza se mantienen como el nivel psicológico más relevante para determinar si la tendencia bajista continuará o si se producirá un rebote técnico impulsado por una eventual debilidad del dólar.
En conclusión, el oro enfrenta un entorno desafiante, marcado por un dólar fuerte, expectativas de tasas más altas por más tiempo y un optimismo renovado en los mercados globales. Sin embargo, la incertidumbre generada por el cierre del gobierno de EE.UU., la desaceleración económica y los riesgos geopolíticos mantienen abierta la posibilidad de un rebote a corto plazo. El comportamiento del metal dependerá en gran medida de los próximos datos laborales y del tono que adopte la Reserva Federal en sus declaraciones a partir de diciembre.