
Un ajuste de cuentas de IA definirá la inversión en 2026 y comienza ahora, advierte el director ejecutivo de una de las organizaciones de asesoramiento financiero y gestión de activos independientes más grandes del mundo.
- Llega mientras los nombres de inteligencia artificial volvieron a caer en las operaciones previas al mercado el viernes, extendiendo las pérdidas a una tercera sesión consecutiva.
- Oracle cayó un 1,3%, Nvidia y Micron cayeron un 0,9% cada una y CoreWeave cayó un 1,4% en las primeras operaciones.
La debilidad se produjo tras una fuerte caída el día anterior, cuando Oracle cerró la sesión con una caída de aproximadamente el 11 % tras no alcanzar las expectativas de ingresos. El daño se extendió al sector de la inteligencia artificial, incluso mientras Wall Street en general subía, con el Promedio Industrial Dow Jones y el S&P 500 cerrando en nuevos récords, mientras que el Nasdaq Composite cayó un 0,26 %.
- La divergencia marca el comienzo de un cambio decisivo que moldeará el comportamiento de los inversores mucho más allá del próximo año.
Los mercados están trazando una línea clara. La IA ha impulsado el rendimiento de la renta variable durante dos años, pero 2026 será un año de verificación. Los inversores exigen ahora más pruebas de que los amplios programas de inversión se traducen en beneficios duraderos.
- La tolerancia hacia las suposiciones ha terminado.
La reciente ola de ventas pone de manifiesto la rapidez con la que puede cambiar el sentimiento cuando no se cumplen las expectativas. El fracaso de los resultados de Oracle y la magnitud de sus compromisos de inversión han obligado a los inversores a reevaluar cuánto tiempo están dispuestos a esperar para obtener rentabilidad.
La reacción se ha extendido a las acciones vinculadas a la IA, lo que ha reforzado una rotación más amplia fuera de la tecnología y hacia otras áreas del mercado que actualmente ofrecen una visibilidad más clara de los flujos de efectivo.
- Lo que estamos viendo no es un rechazo a la IA
- Se trata de una revalorización de la certeza. El capital se está dirigiendo hacia empresas donde los ingresos, los márgenes y los balances son más fáciles de pronosticar. Los líderes en IA ahora son evaluados por su ejecución, no por su ambición.
Esta recalibración llega en un momento crítico para el sector. Tras años en los que el entusiasmo por sí solo podía sustentar las valoraciones premium, la atención se centra en la disciplina operativa y la rentabilidad.
- Los inversores ya no están dispuestos a financiar gastos de capital de duración indefinida sin un plazo convincente de rentabilidad.
La pregunta que se hacen los inversores ha cambiado. Ya no se trata de cuán grande puede llegar a ser la IA. Se trata de cuán eficientemente las empresas pueden convertir la infraestructura, los datos y los ordenadores en ganancias. Quienes no puedan articular ese camino tendrán dificultades para justificar sus valoraciones en 2026.
La división ya es evidente entre las grandes empresas tecnológicas. Algunas están demostrando un mayor control del gasto y vínculos más claros entre la implementación de la IA y el crecimiento de las ganancias.
Otros se enfrentan a resistencia a medida que los accionistas se resisten al aumento de los costes y a la incertidumbre de los plazos de amortización. El resultado es una creciente dispersión dentro del sector, incluso mientras los índices principales siguen alcanzando nuevos máximos.
- Por eso es importante la reacción del mercado.
Cuando el Dow y el S&P 500 alcanzan récords mientras las acciones de IA caen, esto indica que los inversores toman decisiones deliberadas. Se está reevaluando el riesgo de concentración y la selectividad se está volviendo decisiva.
Las implicaciones van más allá de los informes de ganancias individuales. La IA se ha convertido en un elemento central de la estrategia corporativa en todos los sectores, pero el entorno de inversión se está volviendo menos indulgente. Las juntas directivas y los ejecutivos se ven presionados a mostrar moderación, priorización y resultados mensurables.
- 2026 recompensará a las empresas que demuestren control.
El gasto debe estar alineado con el potencial de ingresos, los planes de crecimiento deben ser creíbles y la rentabilidad debe evolucionar al ritmo de la ambición. Los mercados no tolerarán la divergencia por mucho tiempo.
Las consideraciones políticas y geopolíticas están aumentando el escrutinio. Con el presidente Donald Trump marcando la agenda política actual de EE. UU., los controles de exportación, las prioridades de la cadena de suministro nacional y las consideraciones de seguridad nacional influyen en la planificación e inversión de las empresas.
- Estos factores se reflejan cada vez más en las valoraciones y las previsiones futuras.
Los inversores están analizando la estrategia desde una perspectiva más amplia, observan cómo las empresas gestionan las restricciones geopolíticas junto con sus objetivos comerciales. La capacidad de adaptar los planes de inversión sin sacrificar la rentabilidad será esencial.
- La IA sigue siendo transformadora, pero el mercado está madurando.