De acuerdo con el BBVA Research, al cierre del 2022 más del 26% de la población del país se encontró en situación de pobreza y proyecta que para el 2023, la cifra supere el 27%. Para el BCP, urge retomar tasas de crecimiento más altas para acelerar la reducción estructural de dicho indicador.
Al impacto negativo de la inflación sobre la pobreza, se sumará el desgobierno de Pedro Castillo, y las malas decisiones de gobiernos anteriores, así como las protestas violentas, bloqueos de vías de comunicación y otras medidas de fuerza, que tratan de imponer una agenda política contraria al crecimiento económico y la inversión privada en el país e, incluso, en contra de la propia democracia.
Un estudio del BBVA Research estimó que la pobreza monetaria del Perú para el 2022 habría superado a la del 2021. Es decir, el porcentaje de la población en situación de pobreza del país habría pasado de 25,9% a más de 26%, según la entidad.
Así, de alcanzarse el pronóstico del BBVA Research, implicaría que la erradicación de la pobreza retrocedió a niveles de hace un decenio, dado que un nivel de pobreza superior a 26% es más alto que el que se alcanzó en el Perú en el 2012, cuando llegó a 25,8%.
“El resultado estimado indica que alrededor de 200 mil personas cruzaron la línea de pobreza el año pasado y nuestros estimados son muy conservadores, porque hemos tomado los datos de inflación agregados. La cifra de pobreza podría ser mayor si se toma en cuenta la incidencia de la inflación de alimentos en el gasto de un segmento importante de la población”, precisó a Microfinanzas el economista jefe para Perú del BBVA Research, Hugo Perea Flores.
En la actualidad, la incidencia de la pobreza monetaria en la población peruana es medida por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) a partir de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) anual, que se publica en mayo de cada año. No obstante, el BBVA Research para elaborar su proyección ha tomado como referencia el impacto de la inflación del año pasado en el gasto de las familias por deciles de gasto.
Incluso, de acuerdo con Perea, dicha metodología ha sido utilizada también para medir la incidencia de la pobreza para el 2023 y los resultados también son poco alentadores.
De acuerdo con el informe del BBVA Research, para el 2023 la tendencia de la pobreza seguirá creciente e incidirá en más del 27% de la población.
Factores
Para Perea, el deterioro de la pobreza en el 2022 obedece a la aceleración de la inflación que se experimentó el año pasado, así como a la desaceleración de la economía asociada con la incertidumbre política, generada por el desgobierno de Castillo.
Según el exministro de Economía y Finanzas, Alonso Segura Vasi, Castillo y su círculo más cercano estuvieron envueltos en escándalos de corrupción. Además, el ahora preso expresidente tenía una visión del Estado más asistencialista y lo acompañaban como altos funcionarios personas que no tenían conocimiento de las funciones que desempeñaban ni el interés en tener un manejo técnico, eficiente y responsable.
Ello conllevó a una erosión de las políticas y las intervenciones públicas. Y esta situación redundó en un deterioro de la confianza empresarial y en los llamados “conflictos sociales” que afectaron el crecimiento de la economía.
De acuerdo con el Banco Central de Reserva (BCR), la economía peruana terminó con un avance de 2,7% el año pasado, porque el crecimiento registrado por el consumo privado de 3,6% fue atenuado por la dinámica inflacionaria y los llamados “conflictos sociales” que impactaron en la confianza de los hogares.
“Adicionalmente, los ‘conflictos sociales’ registrados entre el 7 y el 25 de diciembre del 2022, principalmente en regiones del sur del país, afectaron la actividad económica de los sectores no primarios como Servicios, Comercio y Manufactura, con lo que el Producto Bruto Interno (PBI) del año resultó inferior al previsto en el Reporte de Inflación de diciembre del 2022, de 2,9%”, comentó el BCR en su último Reporte de Inflación de marzo.
Respecto al avance que registraría la pobreza en el 2023, Perea sostuvo que estaría asociado sobre todo al bajo crecimiento que tendrá la economía peruana durante este año. El BBVA Research estima un avance de la actividad económica para el 2023 de 1,9%.
A la baja
De acuerdo con Perea, la proyección del BBVA Research para el 2023 representa un recorte respecto a la previsión que la entidad tenía en diciembre del año pasado, cuando estimaba un crecimiento para la economía de 2,5%.
Precisó que esta proyección asume un Fenómeno del Niño de magnitud débil en el segundo trimestre de este año y que las tensiones sociales seguirán latentes, pero no en la misma intensidad como las que se observaron en enero último.
“Con los (violentos) acontecimientos en enero y parte de febrero, estimamos que solo con el impacto de las paralizaciones en operaciones mineras, transporte, etc., habríamos perdido unas tres décimas de crecimiento. Es un mal comienzo. De hecho, vimos que el PBI se contrajo en enero”, subrayó.
El Banco de Crédito del Perú (BCP) también ajustó a la baja su proyección por similares razones. Carlos Prieto, gerente del Área de Estudios Económicos del BCP, dijo que los efectos de las protestas de enero y febrero, así como las intensas lluvias e inundaciones de marzo que impactaron en el primer trimestre del año, han hecho recortar su proyección de crecimiento para la economía peruana a 1,8% en este año, desde el 2,3% que habían estimado en diciembre.
“Los riesgos [de estas proyecciones] son a la baja en el caso que haya nuevos eventos climáticos como un Fenómeno del Niño fuerte, una nueva escalada de las protestas y bloqueos de las vías, o de materializarse un mayor deterioro del entorno internacional”, comentó.
Igualmente, el BCR redujo su proyección de crecimiento de la economía peruana, pero en menor magnitud. Estima que crecería 2,6% en el 2023, inferior en 0,3 puntos porcentuales respecto a su cálculo previo, aunque muy por encima que las proyecciones de los analistas privados.
Según su Reporte de Inflación de marzo, la revisión a la baja responde al impacto económico de los conflictos a raíz de las tensiones políticas que se reiniciaron el 4 de enero, así como al efecto de las lluvias registradas en la segunda semana de marzo.
“El estallido social afectó de forma directa las actividades agropecuarias, mineras, de comercio y algunos servicios como turismo, por el bloqueo de vías y el cierre de terminales terrestres y aeropuertos. Por otro lado, se afectó negativamente la confianza de empresarios y consumidores, lo que moderaría el gasto privado”, indica.
Inversión privada
A los factores negativos ya mencionados, se sumará una caída de la inversión privada por segundo año consecutivo. De acuerdo con Prieto, la inversión privada caería 3% en el presente año en el Perú, luego de haber caído 0,5% en el 2022. En tanto, para el BBVA Research la contracción sería de 1,1%.
El BCR prevé una contracción de la inversión privada de 0,5% en este año, debido a que la mayoría de los indicadores contemporáneos y adelantados relacionados con esta variable continúan presentando un comportamiento desfavorable, por la persistencia de la incertidumbre política.
“El consumo interno de cemento se contrajo en diciembre y enero por el menor dinamismo de obras privadas y autoconstrucción y por el bloqueo de carreteras, principalmente, en el sur del país. El volumen de importaciones de bienes de capital, excluyendo materiales de construcción y celulares, cayó en enero debido a menores importaciones de maquinaria y equipo destinados al sector de transporte, comercializadoras y tecnologías de la información”, anota la autoridad monetaria.
Importancia del crecimiento
Así, para acelerar la reducción estructural de la pobreza, el Perú necesita urgentemente retomar tasas de crecimiento más altas, aseveró Prieto. Explicó que ahora el promedio como tasa de crecimiento es de 2,4%, pero con un buen precio internacional del cobre y buenos fundamentos macroeconómicos, Perú tiene todo para aspirar a crecer 4% al año.
“Con ese crecimiento se podría generar una mayor movilidad social, crecimiento de la clase media y reducción de la pobreza. El 4% es lo mínimo a lo cual deberíamos aspirar a crecer. Por qué no, siendo ambiciosos, podríamos crecer al doble de esta tasa”, subrayó. También señaló que el ingreso promedio per cápita de Perú ajustado por paridad del poder de compra es 20% más bajo que el promedio latinoamericano.
“Con altos precios del cobre y buenos fundamentos macroeconómicos, el Perú rápidamente debiera cerrar ese gap de 20%. La gran pregunta es si lo queremos cerrar a una velocidad de 180 kilómetros por hora (km/h) o a una velocidad de 40 km/h”, comentó.
Resaltó que Perú tiene las capacidades en condiciones domésticas más favorables de poder pasar de crecer 2,5%, en promedio, hacia tasas de 4%. “Estamos desaprovechando mucho potencial de crecimiento. Incluso, ese 4% es conservador”, advirtió.
Apuesta minera
Para Perea, se necesita un entorno de estabilidad que genere más confianza para reactivar la inversión, en particular, la inversión en minería.
Sostuvo que se tiene en frente una oportunidad importante para crecer a tasas mayores, es decir, se espera un rally en el precio de los metales básicos, en particular del cobre en lo que resta de la década, lo que puede brindar un gran impulso a la economía peruana.
“La demanda de cobre, según algunos estimados globales, es de alrededor de 25 millones de toneladas métricas, y se podría ir hacia finales de la década, es decir hacia el 2030, a niveles de 40 millones de toneladas. Este es un incremento espectacular”, manifestó.
Resaltó que no hay oferta de construcción de nuevos proyectos mineros en el mundo más allá de la ampliación de la Quebrada Blanca en Chile, Kamoa Kakula en Congo y Quellaveco en el Perú. “Estamos viendo que va a haber una escasez del metal que va a sostener el precio y deberíamos estar generando condiciones adecuadas para que haya más inversión”, puntualizó.
Sin embargo, precisó que las grandes corporaciones mineras no solo llegan a una economía atraídas por el precio del mineral, sino que es importante también que perciban cierta predictibilidad y que no les vayan a cambiar las reglas de juego.
Por ello, dijo que un elemento importante para generar más crecimiento y, en particular, más inversión, es consolidar un entorno de mayor estabilidad política y social.
“Si pudiéramos regresar al nivel promedio histórico de crecimiento de la inversión privada de los 20 años previos a la pandemia (8%), el PBI crecería más pegado a 4% y no a 2,5% como espera el consenso”, comentó.
Entonces, concluyó que es importante reactivar la inversión porque tiene impactos dinamizadores sobre la economía y, sobre todo, en términos de generación de empleo y, por lo tanto, reducción de la pobreza.