Para que las instituciones financieras tradicionales, como los bancos, puedan competir con las fintech lo que debe mandar es el servicio integral al cliente y no la tecnología, afirma Rolando Arellano Cueva. Mientras que la estrategia de las Cajas Municipales en la entrega de tarjetas de crédito debe considerar la docencia, declara a Microfinanzas.
Hace poco escribió una columna en El Comercio titulada “El Perú, un imposible teórico”, refiriéndose a que existen ‘expertos’ que con sus críticas no valoran los beneficios, por ejemplo, de la institucionalidad económica del país o del impacto de la minería. ¿Los ‘expertos’ están siendo muy pesimistas o poniendo en duda las fortalezas que tenemos?
Se están dando ambas cosas. Primero, existe un pesimismo al que le es muy fácil desconocer los avances que hemos alcanzado como país y las cosas buenas que tenemos. Simplemente comienzan a decir que el Perú está mal, los precios suben, la gente se empobrece, etc.La verdad, eso es masoquismo o sadismo puro. Lo peor es que quieren plantear soluciones, copiando cosas que hacen en otros lados y que en el Perú no han funcionado.
Por ejemplo, hablan de la maldición de las materias primas, que estas nunca nos dejarán avanzar y la verdad es que las materias primas no solamente nos han ayudado a sobrevivir, sino que nos han dado cierta estabilidad de ingresos que no la tienen otros países del mundo. Con esto no quiero decir que nos quedemos solo con la extracción de metales.
¿Por qué cree que se da este fenómeno?, ¿tal vez los peruanos no seamos felices?
No, no es que seamos menos felices, sino que hay un grupo con este comportamiento que representa una minoría de la población porque la mayoría está trabajando, está enfocada en sus pequeñas empresas y no pierde el tiempo en criticar o hablar. Como sociedad debemos mostrar lo bueno que tenemos.
Institucionalidad económica
¿Cree que esta situación puede poner en riesgo lo alcanzado por el país como la institucionalidad económica?
Si es que no empezamos a valorar todo lo que nos ha servido siempre va a estar en riesgo, por ello hay que defenderla. En mi artículo destaco que hay que darse cuenta de esa estabilidad en materia económica que tenemos, que nos ha permitido que nuestra moneda esté en mejor posición que las de los países de la región. Tenemos la moneda más estable de la región.
¿Cuál es su opinión sobre el modelo económico?, ¿consideraría que podría irnos mejor con un modelo de capitalismo de estado?
El capitalismo de estado de ninguna manera ha sido bueno para el Perú. Hemos tenido la época en la que el capitalismo de estado fue más fuerte con el gobierno de Juan Velasco Alvarado (1968-1975), que económicamente fue un rotundo fracaso y llevó a un importante crecimiento de la pobreza en el país.
Mientras que el periodo de liberalismo económico permitió una reducción importante de la pobreza, sobre todo entre el 2005 y el 2015.
La contra evidencia la tiene Venezuela, cuando le iba relativamente bien adoptaron un modelo de capitalismo de estado y mira cómo están ahora.
Pero, hay gente que siempre va a decir: ‘Fíjate cuántos pobres hay, la economía de mercado ha fracasado’. Claro, el 27% de la población en el Perú es pobre hoy en día, pero llegamos a tener niveles del 60%. ¿Qué hubiera pasado si no hubiéramos tenido esa libertad económica y el control estricto de las finanzas públicas y la inflación? Probablemente hubiéramos tenido una pobreza mayor. Por ello, hay que seguir trabajando.
Saber elegir
Considerando los desafíos sociales que enfrenta el Perú, ¿cuáles deberían ser las prioridades del próximo gobierno?
Antes de responderte, lo primero que deberíamos priorizar en la población es elegir mejores autoridades. Los peruanos les echamos la culpa a las malas autoridades por las cosas que pasan, pero la verdad es que si tenemos malas autoridades es porque nosotros las hemos elegido.
Los grandes responsables de los malos políticos somos los ciudadanos. Si no corregimos eso, nunca vamos a tener buenas autoridades. Por lo tanto, es nuestra responsabilidad elegir el mejor.
Pero, muchos podrían decir que tampoco existen buenos prospectos políticos para elegir…
Es cierto que la oferta no es buena, pero dentro de esa oferta se debe elegir lo mejor que se pueda y no lo peor.
Dentro de lo malo, debemos elegir lo menos malo, porque si elegimos a los más malos, cualquiera cree que puede ser presidente y entramos en un círculo vicioso. Se lanzan y dicen: “De repente la hago”. Si Pedro Castillo la pudo hacer, entonces cualquiera podría hacerlo.
Elegimos mal y hacemos que aquellos que son malos se sientan motivados a presentarse y los buenos no. Tenemos que darle mucho más valor a la política. Todos hablan mal de los políticos y, por ello, nadie quiere ser candidato ni tampoco que sus hijos lo sean. Por ello, hay que empezar a elegir mejor.
Entonces, ¿cuál debería ser la prioridad de las próximas autoridades?
Las prioridades pasan por brindar un mejor servicio de educación. Hay muchas demandas en la sociedad como salud, seguridad, transporte, etc., y todas estas están peleándose por los mismos recursos, pero, si se tiene que priorizar, el primer lugar lo tiene la educación.
Debemos poner todas las fichas que podamos en mejorar este servicio. La educación es importante porque nos va a permitir aumentar nuestra productividad y mejorar económicamente, además de todos los beneficios que se conocen.
Inclusión financiera
Una de las herramientas que tiene el país para reducir la desigualdad es la inclusión financiera, ¿qué le parece lo que se ha avanzado hasta el momento y cuáles son los desafíos?
La inclusión financiera ha avanzado bastante en el país, más gente ha ingresado al sistema financiero formal. A la fecha, el 52% de la población está incluida financieramente. Sin embargo, esa inclusión, en muchos casos, es muy incipiente.
Por ejemplo, a veces se trata de recibir el sueldo en el banco, ir el 30 de cada mes para sacarlo del cajero y no aparecerse hasta el siguiente mes. Con lo cual, la inclusión financiera requiere de un mayor esfuerzo para que sea efectiva. Es decir, para que la gente empiece a transar dentro del sistema financiero. Ahí, aquellas empresas que están más cerca de la masa popular, las microfinancieras como las Cajas Municipales, tienen muchísimas oportunidades para crecer.
¿Qué retos tienen las microfinancieras para lograr una mayor inclusión?
En el Perú, casi la mitad de la población no está en el sistema financiero formal, pese a que todas las familias tienen un manejo financiero, porque todos tienen ingresos y gastos. Entonces, hay muchísimas oportunidades para crecer con ellas, pero tenemos que crecer pensando en sus características.
El problema es que cuando vemos lo que pasa en los países desarrollados, por ejemplo, la proliferación de las fintech y de las finanzas tecnológicas, inmediatamente decimos hay que copiarlo, pero no se toma en cuenta que en esos países la mayoría de la población tiene experiencia con el sistema financiero.
Entonces, cuando llega el Internet, las fintech lo que hacen es facilitarles cosas que ya conocen, pero este no es el caso del Perú, en donde la gente no sabe utilizar los productos financieros.
¿Cuál es la reflexión para las Cajas Municipales?
Los peruanos tienen que pasar por un proceso de aprendizaje del producto y ese proceso de enseñanza lo pueden hacer mejor los bancos pequeños y las microfinancieras, como las Cajas Municipales, que están mucho más cerca de la gente.
Su labor es enseñarles a las personas para luego facilitarles las herramientas. No pueden partir bajo la idea de brindar servicios a distancia con la tecnología y creer que eso va a explotar. Hay que entender que la situación es distinta y ahí está la oportunidad, porque eso no lo va a hacer la gran banca.
Fintech
¿Y las fintech deben competir en el sistema financiero?
No hay forma de detener la entrada de las fintech. Incluso, el hecho de que no estén presentes en el país no implica que vayan a dejar de competir. Podemos discutir si deben formalizarse, etc., pero eso es secundario. De facto ya son competencia y lo van a ser siempre.
Por ello, nuevamente, nuestra defensa ante estos jugadores no es necesariamente ser mejores que ellos, sino que debemos estar más cerca de los clientes, porque los conocemos, sabemos cómo piensan, por ejemplo, los clientes de Puno, Cusco o Huancayo, y eso nunca lo van a tener las fintech. Nuestra defensa está en el conocimiento de nuestros clientes que las fintech no lo tienen.
Hace poco el Indecopi elaboró un estudio que identifica que la banca estaría generando barreras de entrada a las fintech. Pero hay quienes opinan que las fintech no están transparentando todos los costos que demandan sus operaciones, mientras que otros dicen que la banca no se ha dado cuenta que las fintech representan una oportunidad para aumentar el mercado…
Las fintech se caracterizan por tener costos muy bajos, con lo cual siempre van a tener un producto más barato y van a luchar con este. Si el sistema bancario grande o pequeño le hace el juego y entra solamente a pelear por precios, probablemente va a estar perdido porque sus costos siempre van a ser más altos.
Los bancos deberían enfocarse en las fortalezas que tienen para contrarrestar el precio bajo de las fintech. Y esto implica ver al cliente en forma integral, es decir, no solo como un cliente que hace operaciones de cambio, sino como un cliente que cambia, ahorra, pide prestado, tiene tarjeta de crédito, etc., con lo cual, debe recibir un tratamiento integral. Ahí, al banco sí le va a convenir competir con las fintech.
Los bancos se están equivocando, pensando que la tecnología es la que debe mandar, cuando lo que debe mandar es el servicio integral al cliente. Esa es la gran ventaja que, por ejemplo, tienen las Cajas Municipales y las otras microfinancieras.
El hecho de que conocen a sus clientes, que sus representantes conocen a la señora que es vendedora de ropa en el mercado hace que sea mucho más difícil que esa señora trance con una empresa desconocida como las fintech.
Tarjetas de crédito
Las Cajas Municipales han sido autorizadas para que puedan emitir tarjetas de crédito sin autorización previa de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS), a lo que esta se oponía. ¿Cuál debería ser la estrategia para tener éxito con el producto?
En primer lugar, es correcto que no haya discriminaciones, que el chico no pueda otorgar tarjetas y el grande sí. Eso no tiene mucha lógica.
En segundo lugar, la estrategia debería considerar dos cosas. Primero, pensar que no pueden copiar la estrategia de los grandes bancos.
Esto porque los consumidores de las Cajas y de los bancos son distintos, con lo cual, deben generar una forma de uso de tarjetas que sea mucho más atractiva para este público.
Por ejemplo, ofrecer tarjetas con líneas de crédito más pequeñas, y quitarles el miedo a las personas sobre este tipo de crédito.
Una de las razones por las que muchas personas no tienen tarjetas de crédito es por temor a sobre endeudarse si gastan más de lo que pueden pagar.
Y, ¿cuál es la otra cosa que debería considerar la estrategia?
La docencia, es decir, enseñarles a las personas a controlar su gasto con la tarjeta de crédito, porque lo peor que pueden hacer las microfinancieras con sus tarjetas es generar deudores que entren en incumplimiento de pago. No les conviene porque van a perder plata y van a generar una pésima imagen al sistema.
Cuando la gente se sobre endeuda no se culpa a sí misma, sino a la entidad financiera. Por ello, las Cajas no pueden entrar al sistema copiando lo que hacen los bancos grandes.
Tienen que desarrollar sus estrategias de tarjetas nuevas para un público distinto que no sabe sobre el producto.
Siempre hace mucho énfasis en la educación financiera, ¿qué tan importante puede ser?
¿Qué encontramos en nuestros estudios? Cuando hacemos la comparación entre lo que cobra un prestamista informal y un banco, la gente dice que el crédito del prestamista es más barato.
Les preguntamos, entonces, ¿cuánto les cobra el prestamista? y nos responden el 20%, mientras que el banco el 48%, por decir un número. Nos dicen, el prestamista me presta S/100 ahora y le devuelvo S/120 la semana próxima. Y es cierto, el prestamista informal les cobra el 20%, pero a la semana, mientras que el banco les cobra 48% al año.
Parece una locura esto, y es lo que sucede por la falta de educación financiera. La gente no sabe lo que es una tasa de interés.
Las entidades financieras no pueden competir con el prestamista informal si no entienden lo que la gente piensa. Eso lo vemos todo el tiempo, por ello es muy importante la educación financiera.