Carlos Casas, advierte que el crecimiento económico estimado para 2024 es modesto y refleja más una corrección tras la caída del año pasado que un avance estructural. La falta de estabilidad política, institucionalidad y seguridad sigue limitando el potencial del país.
(*) Artículo publicado en la edición 228 de la revista Microfinanzas https://statuscomunicaciones.pe/microfinanzas/M228.pdf.
¿Cómo evaluar la situación actual de la economía peruana y cuáles consideran que son las prioridades inmediatas ya mediano plazo para asegurar un crecimiento sostenible?
La economía peruana está mostrando un cierto dinamismo mayor al que se esperaba inicialmente, pero no implica que estemos cerca de recuperar las tasas de crecimiento del PBI que tuvimos hace 15 años. Actualmente, el crecimiento está proyectado entre un 2,5% y un 3% para este año.
En cuanto a la inversión, aunque se espera una leve recuperación, no será espectacular. Hay sectores más dinámicos, pero aún enfrentamos serios problemas con la generación de empleo. Para que se genere empleo de manera sostenida, los trabajadores necesitan claridad y estabilidad en el panorama económico, algo que aún no está garantizado.
¿Qué factores están influyendo en este dinamismo limitado?
Por un lado, la situación fiscal representa un desafío importante. Estamos viendo un aumento considerable del gasto público, lo que genera riesgos de un mayor déficit fiscal. Esto dificultará cumplir la meta del 2,5% del PBI establecido por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). Además, esto podría llevar a un aumento de la deuda pública, que actualmente está en un 33,2% del PBI, según el MEF. Aunque el objetivo para 2035 es reducirla por debajo del 30%, en este contexto es improbable lograrlo.
¿Y qué sucede con la inversión pública? ¿Podría impulsarse para mitigar estos riesgos?
La inversión pública tiene un patrón cíclico: suele incrementarse en el último trimestre del año, cuando los gobiernos locales y regionales intentan ejecutar lo que no pudieron hacer antes. Esto puede dar un impulso a la economía, pero no necesariamente refleja una mejora estructural.
En cuanto a la inversión privada, sigue limitada por la inestabilidad política. Esta incertidumbre afecta tanto a la inversión como al consumo, lo que se traduce en un crecimiento económico magro. Es positivo que no estemos en recesión, pero el ritmo actual sigue siendo insuficiente para generar un impacto significativo.
¿Cómo percibe el impacto de la incertidumbre política en el desempeño económico del país?
La incertidumbre política está teniendo un efecto perjudicial en las decisiones de inversión y consumo. Los inversionistas, tanto nacionales como extranjeros, así como los consumidores, adoptan una actitud de cautela frente a un escenario político tan volátil.
Además, con las elecciones presidenciales de 2026 en el horizonte, este clima de inestabilidad podría intensificarse. Las elecciones pasadas nos dejaron claro lo impredecible del panorama político peruano, y esta incertidumbre impacta directamente en las expectativas económicas.
¿Qué medidas recomendaría para mitigar los efectos de esta incertidumbre y fomentar un crecimiento sostenible?
Es crucial trabajar en dos frentes: primero, fortalecer la institucionalidad, para reducir la percepción de riesgo político. Segundo, implementar políticas claras y consistentes que den confianza a los agentes económicos. Esto incluye reformas estructurales en áreas clave como la fiscalidad y la inversión pública, orientadas a garantizar una sostenibilidad a mediano y largo plazo.
También es fundamental mejorar la ejecución de proyectos de inversión pública, asegurando que estos tengan un impacto real en el crecimiento y la generación de empleo. Asimismo, sería importante promover la formalización laboral, que permita un crecimiento más inclusivo y sostenible.
A nivel fiscal, ¿Cómo ve el manejo del gasto y qué ajustes considera necesarios?
Es evidente que el gasto público está creciendo a un ritmo más rápido que los ingresos, lo cual genera presiones fiscales. Esto requiere una revisión de las prioridades presupuestales para garantizar que los recursos se dirijan a sectores estratégicos, como infraestructura y educación, que puedan generar un retorno sostenible.
Finalmente, la disciplina fiscal debe ser un eje central. Cumplir con las metas de déficit fiscal y deuda pública no solo es necesario para mantener la confianza de los mercados, sino también para evitar comprometer la estabilidad económica del país en el futuro.
Ante el incremento del déficit fiscal que está en 4,1% del PBI a octubre, ¿Qué medidas se consideran necesarias para revertirlo?
Para abordar el déficit fiscal, es fundamental ampliar la base tributaria. Esto implica no solo asegurar que más personas y empresas contribuyan al sistema, sino también identificar nuevas fuentes de ingresos. Por ejemplo, los servicios digitales como Netflix ya están sujetos al IGV, pero aún queda margen para gravar otros servicios que generan valor agregado dentro del país. Sin embargo, no basta con aumentar la recaudación; también es crucial mejorar la calidad del gasto público.
Actualmente, se destina una parte significativa del presupuesto a gastos improductivos, como incrementos salariales sin relación directa con mejoras en la productividad. Además, se estima que hasta un tercio del presupuesto se pierde entre ineficiencias y corrupción. No siempre se trata de robos directos, sino de procesos deficientes que desperdician recursos. Si pudiéramos reducir esas pérdidas, podríamos hacer más con el mismo nivel de gasto.
¿Qué papel juega la lucha contra la evasión fiscal en este contexto?
La evasión fiscal sigue siendo un desafío importante. Sabemos que hay sectores específicos, como los profesionales independientes, que muchas veces no cumplen con sus obligaciones tributarias. Lo mismo ocurre con empresas que operan en la informalidad o manejan planillas negras. Es necesario reforzar la fiscalización en estos casos. Por ejemplo, medidas como exigir comprobantes de pago en restaurantes han sido efectivas para aumentar la formalidad en este sector, pero falta mucho por hacer.
¿Cuál es su pronóstico para el desempeño económico en el corto y mediano plazo?
En el corto plazo, veremos un crecimiento limitado por la cautela de los agentes económicos frente a la incertidumbre política. Este patrón probablemente se mantendrá hasta después de las elecciones de 2026, cuando el panorama político podría definirse con mayor claridad.
Sin embargo, si se toman las decisiones adecuadas y se implementan reformas estructurales, el país podría volver a retomar tasas de crecimiento más sólidas. El Perú tiene potencial, pero necesitamos estabilidad y políticas coherentes para capitalizar nuestras ventajas.
Rebote estadístico
El gobierno prevé una expansión del PBI de aproximadamente 3% para este año. ¿Cómo se explica este crecimiento? ¿Es realmente un avance económico o solo un rebote estadístico?
Bueno, lo que estamos observando es una recuperación de la inversión privada, pero esto se explica porque el año pasado cayó considerablemente. Según datos del MEF, la inversión privada se contrajo un 7,2% interanual. Pongámoslo en términos simples: si usted tiene maquinaria y no invierte en su mantenimiento, esa maquinaria se va depreciando. Entonces, las empresas ahora están invirtiendo para, al menos, mantener sus equipos funcionando. Esta es una inversión de reposición, no una expansión significativa.
Si bien estas cifras muestran una ligera mejora en términos positivos respecto al año pasado, no son grandes avances. Además, el consumo y la inversión pública han tenido un leve repunte, pero tampoco son componentes determinantes del PBI. Los principales motores son el consumo privado y la inversión privada.
En resumen, alrededor de la mitad del crecimiento proyectado del 3% para este año es un rebote estadístico tras la caída del 2023, cuando el PBI se contrajo un 0,55%, el peor resultado desde 1998, excluyendo la pandemia. El otro 1,5% se debe al comportamiento de los agentes económicos, pero no es nada espectacular.
¿Cómo impacta esta situación en las expectativas para 2024? ¿Cuál sería su estimación de crecimiento para el próximo año?
Para el 2024, proyectaría un crecimiento menor, alrededor del 2%. Esto se debe principalmente al entorno político. Las personas y las empresas detendrán decisiones importantes y planes de negocio, optando por esperar y observar. Lo que hemos visto este año es que, aunque inicialmente los empresarios estaban paralizados por la incertidumbre política, ahora se han adaptado a esta “nueva normalidad”. Sin embargo, esta adaptación no significa que estén asumiendo riesgos significativos. La cautela seguirá siendo la regla.
En los últimos meses, las expectativas empresariales han mejorado y se ubican en el tramo optimista. ¿Cómo interpreta este cambio de perspectiva?
Es cierto que las perspectivas a corto plazo han mejorado. Esto tiene que ver con una adaptación de los empresarios al contexto político y económico actual. Sin embargo, las expectativas a largo plazo siguen siendo más reservadas. La inestabilidad política, la inseguridad ciudadana y la debilidad institucional continúan siendo factores que limitan un crecimiento sostenido.
¿Qué impacto tiene la inseguridad en las decisiones empresariales?
La inseguridad ciudadana tiene un costo directo y creciente sobre las empresas. Los empresarios deben invertir en seguridad privada o, en el peor de los casos, pagar extorsiones, que terminarán siendo como un impuesto adicional. Esto no solo reduce su capacidad de inversión, sino que también crea un ambiente desfavorable para los negocios.
Si la inestabilidad política, la debilidad institucional y la inseguridad continúan, ¿qué consecuencias podrían tener sobre la inversión privada?
Esos tres factores son críticos para garantizar un entorno favorable a la inversión privada. Si no se resuelven, seguirán siendo un freno importante para el crecimiento económico. Necesitamos un marco institucional sólido y políticas públicas que aborden la inseguridad de manera integral para crear un ambiente que permita a los inversionistas planificar con mayor confianza.
Entonces, ¿qué tendría que cambiar para mejorar las perspectivas económicas?
Primero, necesitamos estabilidad política que brinde confianza a los inversionistas. Segundo, fortalecer las instituciones públicas para garantizar reglas claras y estables. Y tercero, abordar la inseguridad ciudadana como prioridad nacional. Sin estos elementos, será difícil que la economía peruana recupere un crecimiento sostenido.
“Sin reformas estructurales, el crecimiento sostenible a largo plazo será incierto”.
¿Qué factores externos consideran más críticos para la economía peruana?
Los factores externos, como las guerras comerciales, el desempeño económico de nuestros socios estratégicos y los precios de las materias primas, son determinantes. Aunque no podemos controlarlos, sí podemos mitigar su impacto fortaleciendo nuestros fundamentos internos.
Entonces, ¿Cómo deberían gestionarse los factores internos para contrarrestar estas vulnerabilidades externas?
Hay mucho por hacer en el frente interno. Debemos implementar reformas estructurales para mejorar la competitividad. Esto incluye una agenda que abarque el mercado laboral, el desarrollo del mercado de capitales, la modernización del Estado y, especialmente, un incremento en la presión tributaria mediante la formalización y una mejor recaudación. Sin estas reformas, será difícil retomar un crecimiento sostenible a largo plazo.
Mencionó la calidad de la inversión pública. ¿Cómo se puede mejorar este aspecto?
Un gran problema en el Perú es que evaluamos la inversión pública solo por el monto gastado, sin medir su efectividad. Necesitamos sistemas que analicen si estas inversiones generan resultados concretos, como mejor infraestructura o servicios públicos de calidad. Sin esta evaluación, seguimos en el mismo círculo de ineficiencia.
Respecto a la inversión privada, ¿Qué barreras ve para su desarrollo en el Perú?
La inversión privada representa el 80 % de la inversión total en el país. Sin embargo, la incertidumbre política y la falta de instituciones fuertes nos convierten en un país de alto riesgo, lo que limita la llegada de capitales de calidad. Los inversionistas que asumen más riesgos suelen buscar retornos rápidos, pero esto no siempre beneficia al desarrollo sostenible del país.
¿Qué opina sobre la creciente dependencia de China como socio estratégico?
China es un actor clave, pero depende excesivamente de un solo país es arriesgado. Si la economía china enfrenta una desaceleración, nuestra economía también sufrirá. Además, hay señales de que algunos inversionistas chinos no siempre respetan el marco regulatorio peruano, lo que requiere una mayor exigencia de nuestra parte para garantizar reglas claras y equitativas.
¿Cómo ve proyectos como el puerto de Chancay en este contexto?
El puerto de Chancay es una gran oportunidad para fortalecer nuestra conexión comercial, pero debemos gestionarlo adecuadamente. Si no diversificamos nuestros mercados y atraemos inversiones de otros países, corremos el riesgo de depender demasiado de China. La diversificación es clave para garantizar la estabilidad económica a largo plazo.
¿Cuál es su opinión sobre las zonas económicas especiales como estrategia para fomentar la inversión?
Las zonas económicas especiales pueden ser útiles en algunos contextos, pero en el Perú no han tenido un desempeño destacado. En muchos casos, estas zonas terminan siendo utilizadas para evadir impuestos, sin generar un impacto significativo en la actividad económica. Además, las inversiones en estas zonas suelen enfrentarse a problemas estructurales, como la falta de infraestructura y servicios básicos.