“El retroceso de Perú en el Ranking de Competitividad Mundial 2024 es una llamada de atención urgente para implementar reformas estructurales profundas. La competitividad no solo se mide en términos económicos, sino también en la capacidad de un país para proporcionar bienestar a sus ciudadanos”.
(*) Artículo publicado en la edición 223 de la revista Microfinanzas https://statuscomunicaciones.pe/microfinanzas/M223.pdf.
Centrum PUCP, en colaboración con el Institute of Management Development (IMD), presentó los resultados del Ranking de Competitividad Mundial 2024. En esta edición, Perú se posiciona en el puesto 63 de 67 países, lo que representa un alarmante retroceso que supera incluso su peor desempeño histórico del año 2021. Estos resultados no solo son un llamado de atención, sino una urgente necesidad de implementar políticas y reformas para revertir esta pérdida de competitividad.
La competitividad refleja la capacidad de un país para utilizar eficientemente sus recursos y habilidades. Con el objetivo de mejorar el bienestar de las personas e incrementar la productividad de las empresas.
Enfrentar los desafíos actuales y futuros requiere un compromiso firme con la implementación de políticas y reformas que promuevan la productividad, transparencia e innovación. Solo a través de un esfuerzo conjunto y sostenido, Perú podrá revertir su retroceso en competitividad y avanzar hacia un desarrollo más sostenible.
El Ranking de Competitividad Mundial evalúa la competitividad de 67 economías mediante 4 pilares: Desempeño Económico, Eficiencia del Gobierno, Eficiencia Empresarial e Infraestructura. En estos pilares, Perú se encuentra en posiciones críticas: Desempeño Económico (60), Eficiencia del Gobierno (55), Eficiencia Empresarial (60) e Infraestructura (63). Estos resultados reflejan los efectos adversos de las crisis económicas, sanitarias y políticas que ha enfrentado el país en el período 2016-2024.
Como estrategias a corto plazo es necesario impulsar la recuperación económica a través de incentivos fiscales para estimular la inversión y la creación de empleo. En esa misma línea, es vital proporcionar financiamiento y asistencia técnica para mejorar la competitividad de la pequeña y mediana empresa (PYME). Modernizar los procesos administrativos, reducir la burocracia, e implementar políticas estrictas de transparencia y anticorrupción son pasos esenciales para restaurar la confianza en las instituciones.
En el mediano plazo, las políticas deberían estar orientadas al desarrollo de infraestructura básica. Desde la década pasada, el avance en el acceso al agua, electricidad y saneamiento ha sido insuficiente. La situación es más crítica en las escuelas públicas, donde hasta el 2023 solo el 30% contaba con estos servicios básicos. También son necesarias las reformas del mercado laboral. La inversión a corto plazo requiere una fuerza laboral capacitada para satisfacer las necesidades del mercado y mejorar la productividad.
En el largo plazo, las reformas deben focalizarse en una educación de calidad. Esto implica fortalecer la carrera docente, mejorar la cobertura educativa y el desempeño de los alumnos. Una educación infantil de calidad es crucial para el desarrollo posterior de los individuos. Además, es fundamental cerrar las brechas de desempeño en las regiones y grupos étnicos.
El retroceso de Perú en el Ranking de Competitividad Mundial 2024 es una llamada de atención urgente para implementar reformas estructurales profundas. La competitividad no solo se mide en términos económicos, sino también en la capacidad de un país para proporcionar bienestar a sus ciudadanos.
Para revertir esta tendencia negativa, es crucial que Perú adopte un enfoque integral que abarque desde la eficiencia gubernamental, la inversión en infraestructura hasta el desarrollo sostenible y la innovación. Solo así se podrá avanzar hacia un futuro más competitivo y próspero.