
Gerente de Sostenibilidad e Inclusión Financiera de Mibanco
(*) Artículo publicado en la edición 233 de la revista Microfinanzas https://statuscomunicaciones.pe/microfinanzas/M233.pdf.
Hablar sobre educación financiera no es solo hablar de tasas, presupuestos o productos bancarios. Es, principalmente, sobre conocer personas. Sobre oportunidades que no llegan, sueños que se postergan, así como sobre vidas que no logran despegar porque el conocimiento —ese que permite tomar decisiones informadas— simplemente no está a la mano.
En el Perú, esa es una realidad dura: solo el 43% accede a servicios financieros formales, según el Global Findex. Pero cuando uno sale a la cancha, la situación es aún más alarmante. En zonas rurales, las cifras caen drásticamente, y si nos enfocamos en las mujeres, la brecha se amplía aún más. No es falta de ideas o ganas. Es que, para empezar, se requiere “nivelar la cancha”. Y sin la cancha pareja, parece imposible subir.
Ahí es donde la educación financiera marca la diferencia: construye vínculos, genera oportunidades, fortalece la confianza. Por eso, en Mibanco decidimos dejar de verla como una acción aislada y convertirla en uno de nuestros pilares. No hablamos de talleres o charlas puntuales, sino de una estrategia de largo plazo, que responde a una necesidad urgente y estructural. Porque la inclusión financiera no comienza con un crédito, sino con una conversación. Nuestro propósito es claro: que más personas accedan a experiencias educativas que les permitan crecer, tomar decisiones con seguridad y ver al sistema financiero como un aliado.
En ese camino nació “Educación para la Inclusión”, una iniciativa de nuestra estrategia de sostenibilidad y de nuestro compromiso por generar un impacto positivo en la vida de las personas. En el 2024, más de 400 mil emprendedores participaron a través de tres programas emblemáticos: la Academia del Progreso, Miconsultor y Mujeres Poderosas. Programas donde apostamos por lo digital, colaboramos con universidades y organizaciones sociales de base para llegar más lejos, y priorizamos, sobre todo, el empoderamiento de mujeres con herramientas para fortalecer su independencia financiera.
Los resultados confirman que vamos por buen camino: el 72% de mujeres y el 67% de hombres capacitados mejoraron el manejo de sus finanzas personales; el 56% afirma que ahora ahorra más, y el 66% controla mejor sus gastos. ¿Qué más nos revelan estás cifras? Que la educación funciona. Que cuando una persona aprende a manejar su dinero, no solo mejora su economía. Mejora su autonomía, su seguridad, su capacidad para lograr sus sueños, es decir, impactamos positivamente en su calidad de vida.
Este 2025, queremos ir aún más lejos. Nuestra meta es capacitar a más de 500 mil personas, formar a 20 mil mujeres y llegar a 5 mil jóvenes estudiantes. Pero, más allá de la meta, queremos transformar relaciones, estar cerca, hablar el lenguaje de quienes se atreven a progresar, entender sus tiempos, sus miedos y compartir sus sueños. Por eso nuestras iniciativas trascienden las oficinas.
Estamos donde están los emprendedores de nuestro país, integrando la educación financiera desde el primer contacto que tenemos con nuestros clientes. Porque educar no es solo enseñar. Es acompañar.
Lo que realmente nos mueve es que las personas cuenten con salud financiera. Que cada uso de productos o servicios venga con conocimiento, que cada asesoría sea una conversación sobre el futuro, y que cada mujer emprendedora sepa que no está sola. Ese es nuestro compromiso y propósito: Transformar vidas y escribir juntos historias de progreso.