Los mercados se preparan para una recuperación tras el anuncio de un acuerdo comercial entre EE. UU. y China, pero el conflicto estructural entre las dos economías más grandes del mundo permanece intacto, advierte el director ejecutivo de una de las organizaciones independientes de asesoría financiera y gestión de activos más grandes del mundo.
La advertencia de Nigel Green, director ejecutivo de deVere Group, se produce después de que el presidente Donald Trump declarara el miércoles que el acuerdo con China está «cerrado», a la espera de la aprobación final de ambos líderes.
El acuerdo, alcanzado tras dos días de conversaciones de alto nivel en Londres, permitirá a EE. UU. acceder a tierras raras, cruciales para sus sectores tecnológico y de energías limpias, y permitirá a los estudiantes chinos reanudar sus estudios en universidades estadounidenses, que se habían convertido en puntos álgidos en los últimos meses.
El director ejecutivo de deVere Group afirma: «Este es un avance que genera titulares y, comprensiblemente, los mercados lo acogerán con satisfacción. Pero, en el fondo, nada fundamental ha cambiado. No se trata de un gran avance, sino de una restauración parcial de un statu quo frágil».
Continúa: «La realidad es que esta tregua comercial, si es que realmente lo es, nos devuelve en gran medida a las condiciones ya tensas que existían antes de principios de abril. Los niveles arancelarios se mantienen históricamente elevados en ambas partes. Siguen vigentes importantes restricciones a la exportación y los sectores clave no se han visto afectados».
Estados Unidos continúa bloqueando la venta de chips de IA avanzados y equipos semiconductores a empresas chinas, alegando riesgos para la seguridad nacional.
China, por su parte, no ha obtenido concesiones significativas en el sector automovilístico ni ha flexibilizado las restricciones a los envíos de minerales críticos de forma duradera.
«Pekín no está accediendo al mercado automovilístico estadounidense y Washington no tiene intención de empezar a vender su tecnología de IA de alta gama. Ninguna de las partes trata a la otra de forma muy diferente a como lo hacía antes de este acuerdo», afirma Nigel Green.
El acuerdo abarca un terreno táctico, no el de la rivalidad a largo plazo. Reafirma el llamado consenso de Ginebra, incluye un marco para el suministro de tierras raras y la movilidad estudiantil, y reduce temporalmente el volumen de recriminaciones mutuas. Sin embargo, elude los problemas fundamentales: el control tecnológico, la independencia de la cadena de suministro, las restricciones a la exportación y la influencia geopolítica.
Nigel Green advierte a los inversores que no se dejen llevar por la complacencia: «Sí, los mercados respirarán con más tranquilidad a corto plazo. Pero la rivalidad —la verdadera contienda por el control del poder económico del siglo XXI— continúa sin cesar. Este acuerdo es más una herramienta de gestión del mercado que una solución duradera».
DeVere señala la continua disociación en múltiples frentes: Estados Unidos mantiene su compromiso de relocalizar industrias críticas.incluidas baterías de vehículos eléctricos, semiconductores y sistemas de inteligencia artificial.
China está acelerando la sustitución interna, el aislamiento financiero y la influencia regional mediante las iniciativas de la Franja y la Ruta y la expansión de las monedas digitales.
Ambos países están reestructurando las rutas comerciales y los sistemas de pago para reducir la interdependencia. «Se están formando dos sistemas económicos», afirma Nigel Green. «Estados Unidos y sus aliados por un lado, China y sus socios por otro. Los inversores deben comprender la gravedad de este cambio. El acuerdo de hoy no lo detiene, simplemente lo disimula».
Para los inversores, el mensaje es mixto, pero viable. Es probable que la confianza a corto plazo se torne más positiva, especialmente para las acciones expuestas a los flujos comerciales globales, los semiconductores, la logística y la electrónica de consumo.
Sin embargo, persisten riesgos estratégicos más profundos. Los aranceles y las restricciones siguen vigentes. Las consideraciones de seguridad nacional aún rigen la política comercial. Y ambos gobiernos conservan plena discreción para revertir el rumbo en cualquier momento.
«La volatilidad disminuirá brevemente, pero el riesgo estructural sigue presente», afirma Nigel Green. «Aconsejamos a nuestros clientes que continúen diversificando geográficamente, aumenten su exposición a alternativas en la cadena de suministro y favorezcan sectores que puedan soportar la tensión geopolítica».
Concluye: «Este es el mundo en el que vivimos: competencia estratégica, treguas periódicas y cooperación selectiva. Los inversores que piensen globalmente y se posicionen en consecuencia saldrán ganando. Este acuerdo es una buena noticia para los mercados actuales. Pero las perspectivas del futuro están condicionadas por fuerzas mayores».