
La inflación inferior a la esperada en septiembre, el menor crecimiento salarial y los claros indicios de desaceleración de la actividad en el tercer trimestre han reforzado los argumentos a favor del Banco de Inglaterra para que avance hacia un recorte de los tipos de interés en diciembre.
- Esta petición se produce después de que el Banco de Inglaterra votara el jueves, por un estrecho margen, mantener los tipos de interés en el 4%, con una decisión dividida de 5-4 que puso de manifiesto las crecientes divisiones dentro del Comité de Política Monetaria.Cuatro miembros respaldaron una reducción inmediata de un cuarto de punto, advirtiendo que los tipos podrían ser ya significativamente demasiado altos.
La decisión del Banco de mantener los tipos era previsible, pero el debate ahora se centra rápidamente en cuándo se producirá el primer recorte, la combinación de tres meses consecutivos de inflación del 3,8%, la desaceleración del crecimiento salarial y el debilitamiento de la demanda de los consumidores apunta a una economía que está perdiendo impulso. Esto debería centrar la atención en una posible medida en diciembre.
La inflación en el Reino Unido se ha mantenido por debajo del 4% desde julio, y la inflación subyacente ha seguido moderándose. Mientras tanto, los datos oficiales muestran que el crecimiento salarial se ralentizó en septiembre tras alcanzar los máximos del verano, mientras que las ventas minoristas y la inversión empresarial se debilitaron durante el tercer trimestre.
Los datos cuentan una historia coherente: la inflación ha alcanzado su punto máximo y la actividad económica real está empezando a sentir la presión de los mayores costes de endeudamiento. Si el Banco espera demasiado, corre el riesgo de empujar la economía a una desaceleración más profunda justo cuando se está reajustando la política fiscal. La última decisión del Banco se produjo en un contexto de creciente flexibilización monetaria a nivel mundial.
El Banco Central Europeo ha señalado su disposición a recortar los tipos de interés a principios de 2025, mientras que la Reserva Federal ya ha ralentizado el ritmo de ajuste monetario y ha insinuado que el próximo movimiento probablemente será a la baja.
El Reino Unido corre el riesgo de desincronizarse si se aferra a medidas restrictivas mientras otras economías importantes dan un giro, un recorte en diciembre demostraría disposición para responder a la evolución de los datos en lugar de aferrarse a una cautela retrospectiva. Mantener los tipos de interés en el 4% a pesar de los indicios de una demanda a la baja supondrá una gran carga para los hogares y las pequeñas empresas durante el invierno.
Las renovaciones de hipotecas ya están mermando la renta disponible. Las empresas están frenando las inversiones. Cuanto más se prolongue esta situación, más duradero será el daño a la productividad y al crecimiento. Un modesto recorte de 25 puntos básicos en diciembre sería tanto simbólico como práctico.
Esto transmitiría confianza en que la inflación está bajo control, al tiempo que contribuiría a estabilizar la confianza de los consumidores y las empresas de cara a 2025. También permitiría alinear de forma más eficaz la política monetaria y fiscal tras la presentación del Presupuesto.
Los mercados ya dan por descontada la probabilidad de un recorte en las próximas dos reuniones. Los inversores interpretan las mismas señales que el Banco: la inflación está controlada, el mercado laboral se está desacelerando y la producción se está estancando. Esta situación exige ajustes preventivos en lugar de esperar a que las grietas se agraven.
La credibilidad del Banco depende no solo de combatir la inflación, sino también de evitar daños económicos innecesarios. La inflación es cosa del pasado. El reto ahora es mantener el crecimiento sin reavivar las presiones sobre los precios. Todo apunta a que en diciembre se presenta una oportunidad para comenzar a reequilibrar la política monetaria. El ajustado resultado de la votación demuestra lo reñido que se ha vuelto el debate.
- El Banco debería aprovechar las próximas seis semanas para preparar a los mercados para una medida gradual en diciembre. Hacerlo demostraría que reconoce la cambiante realidad de la economía británica y que está preparado para actuar con decisión.