
El cierre del gobierno de Estados Unidos se extenderá hasta la próxima semana mientras el Senado suspende sus sesiones sin romper el estancamiento, pero los inversores parecen extrañamente imperturbables.
- Su calma puede resultar peligrosamente fuera de lugar, ya que los mercados están subestimando los crecientes riesgos que plantea la creciente deuda nacional del país. La indiferencia del mercado ante el cierre refleja una complacencia más amplia y preocupante sobre la posición fiscal de Estados Unidos.
Los inversores están tratando el estancamiento como ruido político cuando, en realidad, es una señal de advertencia sobre un sistema que se está desmoronando bajo una deuda insostenible. Con Washington paralizado y el déficit aumentando, los cimientos fiscales de Estados Unidos están mostrando serias grietas.
El gobierno tuvo un déficit de 1,8 billones de dólares el año fiscal pasado (casi el doble de su promedio anterior a la pandemia) y la deuda nacional ha superado los 37,9 billones de dólares, según datos oficiales del Tesoro. Se estima que los pagos de intereses de esa deuda superarán el gasto de defensa nacional en los próximos años.
Cada cierre, cada estancamiento, cada debate sobre préstamos pone de relieve que Estados Unidos está viviendo por encima de sus posibilidades, sin embargo, los inversores siguen actuando como si los máximos históricos de la renta variable y la fácil liquidez hicieran que la deuda fuera irrelevante. No es así.
- Este nivel de endeudamiento conlleva consecuencias a largo plazo para el crecimiento, la estabilidad y la confianza en el propio dólar. A pesar de un mercado laboral debilitado, una inflación persistente y las advertencias de las agencias de crédito, Wall Street continúa cotizando cerca de niveles récord.
El S&P 500 y el Nasdaq han alcanzado repetidamente nuevos máximos este año, incluso cuando los rendimientos de los bonos aumentan y las condiciones fiscales se deterioran. Muchos inversores asumen que el gobierno siempre encontrará una forma de pedir más préstamos, gastar más y evitar el impago. “Esa suposición se está poniendo a prueba.”
Los costos de endeudamiento están aumentando y no se puede dar por sentada la demanda global de deuda estadounidense. En algún momento, la enorme magnitud de la carga de intereses comienza a desplazar la inversión productiva y a tensionar las finanzas públicas. Los inversores que ignoran ese cambio estructural lo hacen a su propio riesgo.
La insensibilidad del mercado tiene sus raíces en la costumbre: una década de tasas bajas y apoyo del banco central ha enseñado a los inversores a mirar más allá de los riesgos fiscales, sin embargo, las condiciones han cambiado. Con las tasas de interés más altas ya consolidadas y el consenso político fracturado, el costo del servicio de la deuda se ha disparado. El Tesoro paga más de un billón de dólares anuales en intereses, y esa cifra sigue aumentando. La deuda es ahora el problema económico que define esta década.
Afecta todo, desde la liquidez del mercado de bonos hasta la credibilidad de la política fiscal estadounidense. Los inversores deberían exigir una reforma sostenible, no dar por sentado que se materializará por defecto.
- El estancamiento político refuerza la percepción de que Washington ha perdido la capacidad de tomar decisiones fiscales difíciles. Las propuestas para reducir el gasto o aumentar los ingresos se bloquean sistemáticamente, mientras que las promesas populistas siguen aumentando los pasivos futuros. Esta dinámica es profundamente corrosiva para la confianza, tanto a nivel nacional como internacional.
El hecho de no abordar el problema de la deuda socava precisamente aquello en lo que más confían los inversores: la confianza, no se puede tener un liderazgo económico sostenido cuando el balance general está tan distorsionado. Tarde o temprano, el mercado empezará a descontar esa realidad. Si bien la renta variable se mantiene boyante, aparecen grietas bajo la superficie. Las subastas de bonos del Tesoro muestran una menor demanda, las tenencias extranjeras de deuda estadounidense han disminuido y los mercados de crédito comienzan a reflejar primas de riesgo a largo plazo más altas.
La economía más grande del mundo puede absorber mucho, pero no indefinidamente. Los mercados se están comportando como si Estados Unidos pudiera pedir prestado eternamente sin consecuencias, esa ilusión terminará abruptamente. Cuando esto ocurra, los inversores que ignoraron la dinámica de la deuda se verán gravemente expuestos, advierte Nigel Green, director ejecutivo del gigante mundial de asesoría financiera de Vere Group.