
- El mercado del oro atraviesa una fase de equilibrio delicado, impulsado por factores monetarios y geopolíticos que continúan definiendo su comportamiento al cierre de 2025.
La expectativa de nuevos recortes de tasas por parte de la Reserva Federal limita el potencial alcista del dólar estadounidense, lo que continúa ofreciendo soporte al oro como activo sin rendimiento. Al mismo tiempo, la persistente inestabilidad derivada de la guerra entre Rusia y Ucrania mantiene vigente la demanda de refugio seguro, lo que reduce el riesgo de caídas pronunciadas en el metal precioso.
Tras la decisión de la Fed de recortar las tasas en 25 puntos básicos, el presidente Jerome Powell adoptó un tono más moderado al reconocer los riesgos de una baja en el mercado laboral de Estados Unidos. Sus declaraciones fortalecieron las expectativas de más recortes en 2026, pese a que el Comité solo proyectó uno adicional. Este escenario debilitó al dólar, lo que permitió que el oro marcara un máximo semanal. Sin embargo, la falta de claridad sobre la trayectoria de política monetaria, así como señales de disenso dentro del propio banco central, añaden un componente de incertidumbre que frena la expansión del rally.
A nivel internacional, la dinámica geopolítica continúa siendo un factor de apoyo relevante para el oro. Los recientes ataques ucranianos contra petroleros vinculados al comercio ruso y la intensificación del conflicto en la región del Donbás mantienen elevado el nivel de tensión global. Estos eventos refuerzan la demanda por activos seguros, pero no han sido suficientes para impulsar un movimiento alcista sostenido, dado que los mercados muestran simultáneamente un mayor apetito por el riesgo.
En efecto, el repunte de los índices bursátiles globales y la mejora de la confianza empresarial han reducido parcialmente la demanda especulativa por el oro. Aun así, los inversores permanecen cautos, considerando que los riesgos geopolíticos pueden escalar en cualquier momento y alterar el ánimo del mercado. La volatilidad del petróleo, afectada por los ataques mencionados, también incide indirectamente en el comportamiento del oro al incrementar la percepción de riesgo sistémico.
Los datos económicos recientes de Estados Unidos añaden otra capa de complejidad al panorama. Indicadores como las solicitudes de desempleo, la balanza comercial y la evolución del gasto en consumo personal podrían redefinir las expectativas sobre la política monetaria para 2026 y, por ende, influir en el comportamiento del metal. Una desaceleración más marcada en el mercado laboral o señales de debilidad en la actividad manufacturera reforzarían las apuestas por mayores recortes de tasas, lo que beneficiaría directamente al oro.
En el ámbito técnico, el XAU/USD se mueve dentro de un rango acotado, con resistencia destacada cerca de los máximos recientes y soporte firme en niveles psicológicos clave. La falta de un catalizador claro ha mantenido al precio oscilando sin una tendencia definida, aunque indicadores como el RSI muestran condiciones neutras que dejan espacio para movimientos en ambas direcciones. La reducción del volumen en las últimas sesiones también sugiere que los operadores esperan un detonante macroeconómico antes de tomar posiciones más agresivas.
Los gestores de fondos mantienen una postura equilibrada, aumentando gradualmente sus posiciones en oro físico mientras reducen exposición en derivados de corto plazo. Esta estrategia refleja la percepción de que, si bien el oro podría no registrar un ascenso explosivo a corto plazo, su papel como cobertura estructural frente a la incertidumbre económica y política sigue siendo esencial.
- En conclusión, el oro se encuentra en una zona de consolidación determinada por fuerzas contrapuestas: un dólar debilitado por expectativas de recortes de tasas y un mercado global donde el riesgo coexiste con tensiones geopolíticas latentes.
- Aunque los factores actuales limitan el potencial alcista inmediato, también reducen significativamente la probabilidad de una corrección profunda. En este contexto, el XAU/USD mantiene un sesgo neutral-alcista a la espera de nuevos datos económicos y desarrollos geopolíticos que definan su próxima dirección.