
En los últimos días, los precios del petróleo experimentaron una subida marcada, superior a un dólar por barril, luego de una serie de ataques ucranianos dirigidos a puertos y refinerías en Rusia. Estas acciones podrían reducir la oferta global de petróleo si continúan deteriorando la capacidad de refinación, advierte la compañía estatal Transneft. Analistas señalan que ya se ha perdido una cantidad significativa de capacidad, cerca de 300,000 barriles diarios, lo que podría traducirse en una presión alcista sostenida en los mercados internacionales.
El crudo Brent escaló hasta cotizarse alrededor de US$68.60 por barril, mientras que el WTI (West Texas Intermediate) alcanzó cerca de US$64.65. Este alza fue acompañada por un incremento en los precios de los futuros del diésel en Estados Unidos, que subieron alrededor del 2.5%, ante expectativas de un mayor volumen de demanda, especialmente para exportaciones.
Un factor adicional que está captando la atención de los inversores es la espera por la próxima decisión de la Reserva Federal sobre las tasas de interés. Si la Reserva Federal decide bajar las tasas o adoptar una postura más acomodaticia, podría estimular el crecimiento económico, lo que a su vez impulsaría la demanda de combustibles.
Los inventarios en Estados Unidos también juegan un papel relevante. Se espera que los niveles de crudo y gasolina hayan registrado una caída durante la última semana, lo cual sugiere una demanda activa o una oferta ajustada. En contraste, los inventarios de destilados, como el diésel, podrían haber aumentado, lo que matiza un poco la presión, aunque no la anula.
- Al ahondar en las informaciones más recientes, se constata que los ataques ucranianos han dañado al menos una decena de refinerías rusas, además de terminales portuarias clave como Primorsk y Ust-Luga. Estos impactos no solo reducen la capacidad de procesamiento, sino que afectan la infraestructura logística necesaria para exportar petróleo y productos derivados. Se reporta que esta degradación ya representa casi una quinta parte de la capacidad de refinación rusa.
Por otro lado, en Estados Unidos la Agencia de Información de Energía (EIA) ha señalado que los inventarios de crudo han disminuido de forma notable, mientras las exportaciones se mantienen fuertes, lo que tiende a quitar oferta del mercado interno. Además, la gasolina también ha mostrado descensos en existencias, lo que apunta a una demanda sostenida. En simultáneo, la producción de las refinerías está operando a niveles altos, lo que implica que la capacidad de procesamiento aún está siendo aprovechada al máximo, pero cualquier interrupción podría generar desbalances.
También hay que considerar los riesgos: las interrupciones en Rusia podrían intensificarse o prolongarse, los precios del combustible podrían volverse más volátiles, y los movimientos de la Reserva Federal podrían alterar tanto la demanda como los costos de financiamiento para la producción y transporte energético.
En conclusión, el panorama actual sugiere que los precios del petróleo tienen fundamentos sólidos para una tendencia al alza: ataques geopolíticamente significativos que afectan la oferta rusa, una demanda estadounidense que se mantiene robusta, exportaciones fuertes y una expectativa de estímulos económicos si la Reserva Federal opta por tasas más blandas. Aunque ciertos componentes, como el aumento previsto en los inventarios de destilados, podrían moderar la presión, los riesgos parecen favorecer una escalada de precios. Para los consumidores y los actores del mercado, será clave monitorear tanto las evoluciones en la guerra en Ucrania como las decisiones macroeconómicas en EE. UU., pues ambos factores están interactuando para definir el rumbo próximo de los mercados energéticos.