El crecimiento de la economía peruana en las últimas 2 décadas se ha hecho evidente en diferentes aspectos de la vida diaria de las personas y el desempeño de las empresas. Uno de ellos es el parque automotor, cuyo número de vehículos aumenta y facilita el transporte de las personas y mercancías en todo el país. Entre los elementos importantes detrás de la dinámica en la venta de vehículos y del parque automotor se encuentra el financiamiento.
Así, gracias al financiamiento formal ofrecido por diversas instituciones, muchas familias y empresas pueden adquirir vehículos nuevos, generando una serie de beneficios, tanto particulares (mayor comodidad y seguridad a las personas para transportarse) o como herramienta de trabajo y activo para las empresas como para la sociedad en su conjunto (los vehículos nuevos con mejor tecnología y sistemas de seguridad ayudan a renovar el parque automotor, lo que trae consigo menor contaminación, siniestros de tránsito y congestión, entre otros beneficios).
Ahora, al hablar de financiamiento debemos destacar las opciones de este para la adquisición de vehículos que se pueden encontrar en el mercado peruano. Así, se tiene el crédito vehicular convencional, el cual permite adquirir el 100% del valor de un vehículo a plazos que pueden ir hasta los 72 meses. Dicho tipo de financiamiento va dirigido a aquellas personas que buscan comprar un auto y mantenerlo en su propiedad por los años que dura el préstamo o más.
De otro lado, también existe el financiamiento vehicular “inteligente”, el cual proporciona la posibilidad de adquirir un porcentaje del valor del vehículo, lo que permite acceder a menores cuotas a 2 o 3 años de plazo, con la intención de que al finalizar el plazo el usuario tenga la opción de renovar por otro vehículo. Así, este producto va dirigido a las personas que buscan cambiar de auto cada cierto tiempo.
También se tiene el sistema de fondos colectivos, una opción que facilita la adquisición de un vehículo. A diferencia de los créditos vehiculares, dicho producto permite comprar un certificado con cierto valor, el cual se usa para adquirir un auto.
La principal ventaja es que el valor del certificado comprado es prorrateado en cuotas, sin intereses, y el valor extra que paga el usuario es un porcentaje fijo del valor del certificado. Asimismo, no es necesario pagar una inicial, lo cual hace aún más fácil el acceso al financiamiento.
Adicionalmente, se cuenta con el leasing financiero vehicular que es una opción que en el Perú va dirigida principalmente a empresas, las cuales realizan el arriendo de vehículos pagando una cuota a la entidad financiera contratada, y al término del plazo pactado la empresa tiene la posibilidad de adquirir los vehículos a un precio previamente pactado.
Una de las principales ventajas es que la empresa usuaria podrá utilizar el Impuesto General a las Ventas (IGV) de las cuotas pagadas como crédito fiscal. Del mismo modo, las empresas pueden hacer uso de la depreciación lineal acelerada de los bienes en el plazo del contrato, obteniendo así un escudo tributario y un mayor flujo de caja, además de no distraer recursos para temas que no son el negocio principal de la empresa. También se tienen los créditos empresariales para activos fijos, entre otros.
Finalmente, hay que destacar que, a pesar del avance de este segmento del mercado crediticio en los últimos años, la penetración del financiamiento vehicular en el país a través de sus múltiples alternativas es baja, se estima en alrededor de 40%, menor a los porcentajes que muestra Chile (80%) o México (60%), por lo que el potencial de desarrollo es grande.
La razón detrás de las diferencias entre el desarrollo del mercado de financiamiento vehicular peruano y el de otros países es porque nosotros tenemos que lidiar con algunas dificultades que han imposibilitado que dicho mercado pueda crecer más. La informalidad, un sistema y ejecución de garantías mobiliarias deficiente, y costos regulatorios, son algunas de las barreras que no permiten una mayor expansión del financiamiento.
Por tal motivo, es fundamental que tanto el sector público como el privado trabajen de la mano para poder lidiar con las referidas dificultades y, al mismo tiempo, fomentar la expansión a través de la innovación o nuevos mecanismos de financiamiento.