El presidente de IPAE, Gonzalo Galdos, analiza en esta primera parte de una entrevista con Microfinanzas, la situación del país y los temas que preocupan a los empresarios y que serán tratados en la CADE 2022 que se inicia este martes en Paracas (Ica).
Por Javier Parker Chávez
CADE 2022 tiene como lema “El Perú en emergencia, los peruanos en acción”, ¿qué significa este lema en el contexto político y económico actual?
El lema tiene dos elementos fundamentales. En el primero, es distinto estar en crisis que estar en emergencia. Una crisis puede durar mucho tiempo, pero una emergencia debes atenderla rápidamente. Entonces son dos cosas diferentes. Creemos que el Perú está en crisis, pero también está en emergencia. La segunda parte del lema es porque una emergencia no se resuelve con buenos deseos, ni con un discurso, ni con intenciones o palabras, una emergencia se resuelve con acciones, con compromisos.
Son los dos elementos que queremos transmitir y que no reflejan solo el sentir de los empresarios, sino el de todos los peruanos, solo que a veces nos confiamos en la divina providencia o pensando que esperando se van a solucionar nuestros problemas, o que el tiempo termina atenuando toda la crisis. No va a ser así, necesitamos hacer algo.
¿En algún momento del pasado reciente pensó que en una CADE se podía tratar temas como, por ejemplo, cómo evitar el desmantelamiento del Estado, el deterioro institucional, corrupción, violencia o ilegalidad? Temas, que fueron muy comunes en los años ochenta y principios de los noventa.
Hay una sensación de frustración, de muchísimo desánimo, porque estamos viendo de alguna forma que el esfuerzo de todos estos 20 años de crecimiento, y el esfuerzo para salir de las crisis anteriores, no ha logrado una sostenibilidad y nuevamente estamos sumergidos en otra crisis. Crisis que ya pensamos que estaba superada. Es impactante sentir que puedes haber vuelto al mismo lugar en el que empezaste a pesar de todo lo que se ha recorrido.
Sobre todo, para los empresarios, que nos medimos en función de nuestros avances, sentir que el país está brindando menores o peores condiciones para operar de las que brindaba hace muy poco es una fuente de frustración, de preocupación.
Pero finalmente nuestra preocupación, que va más allá de nuestra condición de empresarios, es de ciudadanos, de peruanos, y ya no nos preocupa tanto la viabilidad de las empresas sino la viabilidad del país que está en juego. Las condiciones para las empresas son secundarias frente a la crisis que estamos viviendo.
Cómo detener la destrucción de un país, es un tema que estará a cargo de Moisés Naím en la CADE, ¿cree que vamos en ese rumbo?
Hagamos un recuento de si ese riesgo no existe cuando vemos un deterioro de todos los indicadores que corresponden a la eficacia del Estado y al tema de competitividad. No hay un solo indicador en el que estemos mejorando. La destrucción de un país no es un hecho que se genera de la noche es la mañana, y en este caso podemos mencionar la parábola de la rana hervida.
Si arrojas una rana a una olla de agua hirviendo la rana va a saltar y no va a morir, pero si pones a una rana dentro de una olla con agua que se empieza a calentar muy lentamente, la rana va a morir sancochada sin que se haya dado cuenta en qué momento se empezó a sancochar.
Tengo la impresión de que en el Perú nos está pasando el síndrome de la rana hervida desde hace mucho tiempo. Tenemos señales de quemaduras muy graves y, sin embargo, seguimos pensando que todo está bien. Eso se ve más en la descomposición del Estado, que es corrupto e incompetente, y la convergencia de estos dos factores no la veíamos desde hace mucho tiempo. Es extremadamente preocupante.
Lo otro que vemos es que se está judicializando la política y se está politizando el Poder Judicial, entonces la natural separación y autonomía de los poderes del Estado no se está respetando. Los poderes en cierta forma, con muy honrosas excepciones, obedecen a los gobernantes de turno, cuando debería haber un equilibrio de poderes. Estamos viendo ahora que ese equilibrio es algo que se tranza y se pacta.
Esta descompensación del equilibrio de poderes es una de las cosas más preocupantes que nos está sucediendo, por eso en la CADE el tema de institucionalidad es uno de los centrales. Además del de crecimiento económico que es el que nos compete a nosotros los empresarios.
Punto de quiebre
¿Por qué cree que se llegó a esta situación? ¿Cuál fue el punto de quiebre para que la historia de éxito que tuvo el Perú empezara a cambiar?
Hay dos factores fundamentales, el primero es el fracaso de la clase política. No podemos decir que en los últimos años haya habido una muestra de mínima eficacia y de capacidad de gestión en los gobiernos de turno. Hemos tenido casi un gobierno peor que el otro en sucesión.
La clase política ha conjugado dos elementos que han agravado todo esto, que es la incapacidad para la gestión, se han mostrado muy ineficientes para manejar la gestión del Estado, de lo mínimo que se requería, de los servicios. Hemos fracasado en dar un sistema de educación de calidad a los menos favorecidos, en dar un sistema adecuado de salud, en proveer seguridad ciudadana, en dar un mínimo de atención a los más necesitados y vulnerables, en atender los problemas sociales más relevantes. El Estado ha fracasado.
¿Y cuál es el segundo factor?
Es que el resto de los ciudadanos que no formamos parte del Estado no hemos presionado activamente para exigir un Estado más eficaz. El ejemplo más sencillo es el de los padres de familia que mandan a sus hijos a colegios públicos que, en teoría, son gratuitos, pero muchos son de baja calidad. Como mínimo los padres de familia deberían sentirse descontentos o insatisfechos con lo que pasa, pero como son “gratuitos” no se sienten con la legitimidad y capacidad de hacer un reclamo.
Ese condicionante de servicios gratuitos con incapacidad de exigir un mínimo de eficiencia, esa resignación por un Estado ineficiente y encima corrupto, han sido uno de los males más grandes y han acrecentado lo que está sucediendo ahora.
Lo que pasa con los padres en la educación pública también es aplicable a los pacientes del sistema de salud público que tienen que hacer innumerables colas para ser atendidos en condiciones realmente precarias. O de aquellos que esperamos que haya un mínimo de seguridad brindada por el Estado, pero al final, tenemos que recurrir a un sistema de seguridad privado.
Estos dos factores, a los que llamamos la resignación de los ciudadanos, conjugan varios elementos para que haya un deterioro violento y que no haya una forma de detenerlo.
Falsos paradigmas
En las campañas electorales los políticos ofrecen “distribuir la riqueza” en lugar de generar riqueza, ofrecen crear “un millón de empleos” pero no condiciones para crear empresas. ¿Por qué se han impuesto estos falsos paradigmas de bienestar en la política?
Por las mismas razones por las que se intenta capturar el Ministerio de Educación y los sistemas educativos: para un adoctrinamiento ideológico. En los sistemas políticos de los países las facciones más radicales suelen ser aquellas que tienen una visión estatista del país. Donde el Estado-empresario es el único facultado y legítimo para crear riqueza.
Se gesta un mensaje populista que trata de vendernos una sociedad utópica donde no hay necesidad de empresa privada, de empresarios, de inversión privada, porque el Estado puede invertir en crear empresas públicas, en generar valor y en distribuirlo en una forma equitativa a la sociedad. Esto es totalmente un sinsentido, es un mensaje populista y utópico.
Los recursos del Estado provienen no solamente de los ingresos que pueda tener por la actividad empresarial, sino fundamentalmente de los impuestos de los ciudadanos. No hay mejor ejemplo que el de Petroperú, pagar la factura de Petroperú, no la paga el Estado, sino que la pagamos todos los peruanos. Es nuestro dinero el que va a pagar la factura de la ineficiencia del Estado.
Incluso en los países más radicales y con una visión más estatista ya se abandonó la idea de que el Estado sea el único empresario y hoy en día todos, hasta en la China comunista, se acepta que, sin empresa privada, sin empresarios y sin inversión, no se puede crear valor. Y si no se crea valor no hay riqueza para distribuir, ni siquiera hay excedentes para atender los problemas urgentes de las poblaciones más vulnerables y que si necesitan cierto nivel de subsidios en salud, educación, seguridad, etc.
Y se da una visión negativa de los empresarios formales…
Este intento de este gobierno radical de pretender que los empresarios nos sintamos avergonzados por lo que hacemos y culparnos de todos los males no tiene ningún fundamento y, adicionalmente, es una de las cosas más anacrónicas y utópicas que podemos ver.
Debemos entender, como ya lo estamos haciendo poco a poco, que sin empresa privada no puede haber crecimiento económico, y sin crecimiento económico significativo no puede haber reducción de pobreza, no puede haber una consolidación de la clase media emergente y para que exista empresa privada tiene que haber empresarios.
Una sociedad sin empresarios es una sociedad que pone en duda su sostenibilidad. Es momento de reivindicar el rol de los empresarios en nuestra sociedad y que más bien pensemos cómo hacemos para que recupere la confianza, para que recupere la fe en el país y para que sigan haciendo lo que han hecho durante toda su vida, que es apostar por el futuro de nuestra nación.
Ese el mensaje que CADE quiere generar y que sea un punto de inflexión para que sigamos haciendo lo que hemos hecho por tantos años: apostar por el Perú a pesar de las condiciones adversas.
Visión optimista
CADE quiere dar al cierre del evento una visión optimista. ¿Hay razones para ser optimista en el Perú?
Uno tiene que visualizar lo que quiere construir, la diferencia entre un ciudadano común y un empresario que toma un riesgo es que el empresario no invierte pensando en que va a perder lo que invirtió, sino en que le va a ir bien aun sabiendo que muchas veces nos equivocamos y la inversión no rinde lo que esperamos. Pero eso no nos desanima, sino que nos hace más resilientes y persistentes.
Los peruanos debemos tener fe en que somos capaces de asumir la responsabilidad que nos compete de construir un futuro. Dudar de ese futuro es dudar de nosotros mismos. Si dudamos de nuestra convicción de construir un futuro, significa que en el fondo no merecemos nuestra condición de ciudadanos.
¿Los empresarios son más optimistas que el común de los ciudadanos?
Si porque estamos dispuestos a invertir y a tomar riesgos que a lo mejor quienes no tienen esa condición no lo harían, pero creemos que, con un mínimo de estabilidad, de reglas claras de juego va a pasar lo que ya pasó durante los últimos 20 años: crecer, reducir la pobreza y enfrentar las crisis internacionales.
El manejo responsable del Banco Central de Reserva (BCR) a nivel macro es impecable y eso ha sido fundamental para que no estemos sumergidos más profundamente en una crisis y que se haya producido un rebote de la economía después de la pandemia. Pero no hay que confundir, la convicción no debe provenir de un exceso de optimismo sino debe generarse a partir de conocer nuestras propias limitaciones y de lo que somos capaces de construir en los momentos difíciles, y eso ya lo hemos hecho antes.
Perfil
Gonzalo Galdos es presidente de IPAE; presidente, fundador y consultor principal de Organizational Learning Center (OLC Perú); fundador y vicepresidente de Futura Schools; chair de Vistage Perú; y, además, profesor y conferencista internacional de las cátedras de postgrado de Pensamiento Sistémico, Toma de Decisiones y Negociación; entre otros.
En sus más de 25 años de trayectoria profesional, ha sido vicepresidente de Calidad Académica y Mejora Continua de Laureate International Universities; presidente de la Comisión de Protección al Consumidor de Indecopi; director de la Escuela de Postgrado y Rector de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC); presidente del Consejo Nacional del Ambiente (Conam); miembro del Comité de Educación de la Cámara de Comercio de Lima; entre diversos cargos.
Galdos es doctor en Ingeniería Industrial de la Universidad Politécnica de Madrid e ingeniero metalúrgico de la Universidad Nacional San Agustín de Arequipa.
Fue presidente de CADE Educación en el 2019, de CADE Ejecutivos en 1994 y de CADE Universitario en 1995, y recibió el Premio IPAE al Empresario el 2014.
#CADEejecutivos – 60 ediciones
Bajo el lema “El Perú en emergencia, los peruanos en acción””, el foro empresarial promoverá el sentido de urgencia, unión y acción que se requiere abordando los indispensables para avanzar como país, y a su vez evidenciando el papel trascendental que cumplen los empresarios en el desarrollo del Perú.
CADE Ejecutivos
Desde 1961, IPAE Asociación Empresarial ha organizado CADE Ejecutivos, reuniendo a líderes empresariales, políticos y académicos nacionales e internacionales, con el objetivo de reflexionar, debatir y poner en agenda temas y propuestas vinculadas al desarrollo empresarial, políticas públicas, servicios públicos y crecimiento económico del Perú.