Por Jorge Guillen
Profesor Asociado de ESAN
Desde hace unos meses mantenemos una inflación anualizada de 8.09%, por encima de la meta de inflación explícita del Banco Central de Reserva del Perú. Esta inflación se debe a que los precios de los alimentos mantienen una tendencia al alza, alcanzando niveles nunca antes vistos para algunos productos como el maíz, soya y trigo.
Si consideramos la inflación libre de alimentos y energía, la variación de precios se reduce a 4.26%. Pero no toda la inflación se explica por alto precio de alimentos que encarece la canasta de consumo y deteriora el bienestar social, también los combustibles están elevándose con lo que presiona al alza los costos de transporte y fletes. El tipo de cambio mantiene una presión a la baja que amortigua la elevación del costo de fletes internacionales. Aunque hay una saturación de carga post pandemia que mantiene elevado los costos de transporte mencionados.
La guerra Rusa- Ucraniana contrae la oferta de combustibles y granos, en una zona productora mundial de estos commodities. La demanda también juega un rol importante en explicar la inflación: la actual mayor demanda por biocombustibles estaría generando una presión al alza en el precio de los insumos como maíz y aceites. Asimismo, la contracción de la oferta también se debería a factores climáticos que producen una menor producción. En el caso del combustible, la guerra Ruso-Ucraniana reduce de manera similar al caso de los alimentos, la producción mundial, encareciendo el combustible.
Lamentablemente, la crisis de coyuntura internacional de la guerra del hemisferio norte junto a factores climáticos en Argentina (el granero de Sudamérica) han ayudado a los resultados negativos descritos en párrafos anteriores. La situación climática se complica hacia fines de año ya que países productores mundiales de aceite como Indonesia y Malasia tienen problemas climáticos y de mano de obra que empujan al alza los precios de aceites. Además, estos países han puesto restricciones en aceites para poder abastecer a su población, lo que complica nuestro panorama de precios de alimentos. Son todos factores externos pero la incertidumbre política y falta de celeridad del ejecutivo no ayudan a mitigar los estragos negativos de la elevación de la canasta básica de consumo.
El combustible es insumo de una serie de productos, ya que permite el transporte de mercaderías. Es un producto inelástico, al igual que los alimentos, y que no tiene sustitutos cercanos. Es por ello que el incremento de precios de alimentos y combustibles afecta el bienestar social, en especial el de los hogares más vulnerables.
En cuanto a los trigos, EEUU ha tenido problemas climáticos para la producción del grano. La guerra y las restricciones de la India han empeorado el panorama inflacionario. Las medidas del gobierno para paliar el efecto nocivo inflacionario han sido inocuas. El BCR ha reducido la liquidez para bajar los precios. Sin embargo, esta medida no puede aplicarse permanente y drásticamente ya que puede generar recesión. Tenemos un crecimiento muy por debajo del potencial, a pesar del alto precio de commodities como el cobre. Somos uno de los pocos países en el mundo con problemas de Estanflación, fenómeno peligroso que se acompaña de alta inflación y recesión. En la pandemia sólo tuvimos recesión, pero ahora tendríamos ambos males al mismo tiempo.
Hay una tendencia de izquierda en América Latina, que obedece a ineficiencias del Estado en la provisión de servicios públicos. Las ideas de la izquierda no necesariamente pueden conllevar a mejorar el establishment y probablemente se llegue a retroceder lo avanzado a nivel macroeconómico.