
La preocupación por una posible recesión en el Reino Unido está aumentando drásticamente después de que las últimas cifras revelaran un crecimiento mucho más débil y un notable aumento del desempleo antes del presupuesto del 26 de noviembre.
La advertencia llega cuando nuevas cifras revelan que la economía del Reino Unido creció solo un 0,1% en el tercer trimestre, mientras que el desempleo ha subido al 5%, su nivel más alto en cuatro años. La combinación de la pérdida de impulso y la tensión en el mercado laboral está agudizando los temores de que el país esté entrando en un período mucho más frágil en el peor momento posible.
Un desalentador crecimiento del 0,1% indica a los inversores que la economía apenas avanza. Cuando la expansión cae a este nivel, la confianza se debilita, las decisiones de inversión se ralentizan y la presión sobre los beneficios aumenta en todos los sectores. El aumento del desempleo añade otra fuente de preocupación. Un incremento del 4,8% al 5% puede parecer pequeño, pero en esta fase del ciclo económico, la dirección siempre importa más que la magnitud. Una vez que los hogares experimentan dificultades económicas, la desaceleración se traslada al gasto, el crédito y las expectativas empresariales.
Los temores a una recesión están aumentando porque las señales coinciden. La débil producción, el mayor desempleo y las inminentes subidas de impuestos conforman una combinación que los inversores no pueden ignorar. Ahora la gente se pregunta si el Reino Unido tiene la suficiente fortaleza subyacente para resistir otra medida restrictiva.
- La contracción de septiembre, impulsada en parte por la fuerte caída de la producción manufacturera tras el ciberataque que paralizó la producción de Jaguar Land Rover durante varias semanas, ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de la economía ante las crisis.
- La caída en la producción de automóviles y remolques, superior a una cuarta parte, fue lo suficientemente grave como para reducir el PIB mensual general.
Acontecimientos como el cierre de JLR no suelen quedar aislados. Sus repercusiones se extienden por las cadenas de suministro, los contratistas, la logística y las economías locales. Cuando el crecimiento subyacente ya es débil, esas repercusiones se agudizan. Los inversores interpretan esto como una señal de que el Reino Unido entró en otoño con mucho menos dinamismo del que se había previsto.
Ahora la atención se centra en el Presupuesto del 26 de noviembre, que se prevé que sea uno de los más restrictivos en materia fiscal de los últimos años. Los analistas anticipan aumentos significativos de impuestos en un momento en que el crecimiento, la confianza y el empleo ya se encuentran bajo presión.
El momento de la presentación de este presupuesto podría definir el rumbo de la economía durante gran parte del próximo año. Los inversores se preparan para subidas de impuestos que afectarán tanto a los hogares como a las empresas. Cuando el ajuste fiscal coincide con una desaceleración económica, los efectos se multiplican. Las empresas retrasan sus decisiones, los consumidores reducen su gasto y el capital espera mayor claridad.
- La ministra de Hacienda se enfrenta a una tarea difícil. Debe abordar las presiones fiscales sin llevar al país a la contracción. Pero los inversores ya están teniendo en cuenta la probabilidad de una mayor carga impositiva, lo que contribuye a una postura más cautelosa.
El reciente debilitamiento de los sectores sensibles a los tipos de interés, la depreciación de la libra esterlina y los moderados datos de las encuestas empresariales reflejan la creciente sensación de que el país podría estar entrando en un período delicado. Los mercados se preguntan ahora si el Reino Unido cuenta con la suficiente fortaleza subyacente para absorber una política monetaria más restrictiva sin caer en recesión.
Los mercados se están ajustando porque las señales apuntan en la misma dirección. Un crecimiento más lento, un mayor desempleo y la expectativa de aumentos de impuestos crean un panorama difícil. Los inversores comprenden cómo interactúan estas fuerzas y se están preparando para un año marcado por la cautela más que por la confianza.
- Para ahorradores e inversores, el entorno exige preparación, no complacencia.
La exposición a activos estrechamente vinculados a la demanda interna podría requerir una reevaluación. Las estrategias que dependen de los ingresos deben tener en cuenta la debilidad del empleo. Los planes a largo plazo podrían necesitar un reajuste si la política fiscal se vuelve más restrictiva.
Los ahorradores e inversores no deben afrontar esta fase de forma automática. Necesitan carteras diseñadas para la resiliencia. Deben analizar detenidamente qué parte de su patrimonio está vinculada al ciclo económico del Reino Unido y si esa alineación sigue siendo útil para sus objetivos. Actuar con antelación siempre es mejor que reaccionar tarde.
El Reino Unido parece estar entrando en un período caracterizado por un crecimiento más lento y decisiones fiscales difíciles. Los inversores deben afrontar este momento con asesoramiento, disciplina y una comprensión clara de los riesgos y las oportunidades que genera este cambio.