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Mitchell Lázaro Díaz: “El Perú puede construir su propio Nu Bank, pero no lo hará por imitación, sino por reinvención”

¿Podría surgir un ‘Nu Bank peruano’? Mitchell Lázaro Díaz, especialista en Fintech señalan a Yape, Plin y BIM como posibles candidatos. Resalta que el éxito dependerá de superar desafíos regulatorios, mejorar la experiencia digital y ganarse la confianza de un mercado acostumbrado al dinero en efectivo y las transacciones presenciales.

“Yape, Plin y BIM tienen potencial, pero necesitan autonomía, innovación y una propuesta de valor más amplia para convertirse en el Nu Bank peruano”, considera Mitchell Lázaro Díaz, consultor y especialista en ecosistemas Fintech.
06/06/2025 14:39

(*) Artículo publicado en la edición 234 de la revista Microfinanzas https://statuscomunicaciones.pe/microfinanzas/M234.pdf

Nu Bank, el neobanco más grande de América Latina, irrumpió en Brasil con una propuesta radical: eliminar comisiones, prescindir de oficinas físicas y ofrecer una experiencia 100% digital. Su fórmula conquistó a más de 90 millones de usuarios en la región y puso en jaque a los bancos tradicionales. Sin embargo, actores globales con modelos similares aún no logran ingresar con fuerza al Perú. ¿Por qué? En esta entrevista, Mitchell Lázaro Díaz, consultor y especialista en ecosistemas Fintech, explica los retos regulatorios, operativos y culturales que enfrenta el mercado peruano, y analiza si realmente estamos listos para una disrupción similar.

¿Por qué actores globales con modelos similares al de Nu Bank no han ingresado masivamente a Perú? ¿Es un tema regulatorio, de escala o de rentabilidad esperada?

Es todo eso… y algo más. Sí, la regulación peruana es exigente. A diferencia de otros países como México, donde existen figuras intermedias como las SOFIPO, o Colombia, que impulsa un sandbox obligatorio, en Perú cualquier fintech que quiera otorgar créditos o captar ahorro debe constituirse como una empresa supervisada por la SBS. Esto implica cumplir con requisitos de capital mínimo, solvencia moral y técnica, estudios de factibilidad, gobierno corporativo, y en el caso de actores internacionales, además, una supervisión consolidada desde su país de origen.

A esto se suma que el mercado peruano es más pequeño en comparación con México o Brasil. Además, la informalidad supera el 70% y el uso del efectivo sigue siendo dominante, lo que diluye el atractivo de la relación riesgo–retorno, especialmente en el corto plazo.

Pero hay también un factor menos visible: el poder estructural del sistema financiero. Las principales entidades concentran no solo los depósitos, sino también las redes de pago, las alianzas comerciales y la cercanía con los reguladores. Aunque la interoperabilidad ya está regulada por el BCRP, en la práctica persisten fricciones de mercado que dificultan la entrada de nuevos jugadores. No es que esté prohibido entrar, pero nadie les extiende la alfombra roja.

Algunas fintech extranjeras ya lo intentaron y no lograron consolidarse. La entrada en trámite de Revolut, uno de los neobancos más grandes del mundo, será una prueba de fuego. Veremos si el ecosistema peruano está preparado para una disrupción significativa o si seguimos atrapados en un discurso de modernización que, en la práctica, aún no abre completamente la cancha.

¿Qué componentes clave del modelo de Nu Bank serían más efectivos para captar a la población no bancarizada en Perú?

Tres factores sobresalen. Primero, la experiencia del usuario. Nu Bank entendió que hoy el diferencial no está en tasas ni comisiones, sino en cómo te hace sentir el servicio. Su app es clara, sin letra pequeña, y transmite cercanía. En un país donde muchas personas desconfían de los bancos, eso es profundamente transformador.

Segundo, su modelo de crédito sin historial tradicional. Nu Bank evalúa el comportamiento del cliente dentro de la app y otorga líneas de crédito graduales. Ese enfoque es perfectamente replicable en Perú, donde millones de personas son económicamente activas, pero invisibles para el sistema financiero formal.

Y tercero, su transparencia radical. Sin comisiones ocultas ni cargos sorpresivos, una filosofía clave para generar confianza en un público que ha sido históricamente maltratado por la banca tradicional.

¿Qué barreras regulatorias y operativas enfrentaría un emulador local de Nu Bank?

Muchas, si quiere operar formalmente. Una alternativa es constituirse como Empresa de Crédito, una figura legal que permite prestar con fondos propios, aunque no captar depósitos. Exige menos capital que una financiera o banco, pero igualmente requiere una estructura robusta: gestión de riesgos, cumplimiento normativo, gobierno corporativo, y un sistema de prevención de lavado de activos.

Ahora bien, si la fintech desea captar ahorro, debe constituirse como financiera o banco, lo cual eleva considerablemente los requisitos de capital y supervisión. En resumen, sí es posible replicar el modelo, pero no es para cualquiera. Se necesita visión estratégica, fondeo sólido y un equipo altamente profesional desde el primer día.

¿Cómo superar la resistencia cultural al abandono del efectivo y la preferencia por lo presencial?

Primero, reconociendo que el uso del efectivo no es ignorancia, sino una estrategia racional de supervivencia. Para muchas personas, el efectivo representa control, certeza y libertad frente a comisiones y fallas tecnológicas.

Por eso, el cambio no se puede imponer: debe ganarse. ¿Cómo? Ofreciendo beneficios tangibles. Un servicio digital que otorgue crédito inmediato, recompensas claras, mejores precios y que se integre con redes físicas confiables como bodegas o farmacias puede marcar la diferencia. Y algo fundamental: educación financiera desde la app, no como documentos en PDF, sino como parte de la experiencia del usuario, con contenido interactivo, contextual y útil en el momento preciso.

¿Cómo abordó Nu Bank la competencia con los bancos tradicionales en otros mercados, y qué estrategias serían viables en Perú?

Aplicaron una estrategia de Océano Azul. No compitieron en el terreno de los bancos tradicionales: redefinieron el juego. Eliminaron oficinas, burocracia y comisiones, y crearon valor emocional. Te hacían sentir empoderado, dueño de tu dinero, no deudor.

También operaron con agilidad: mientras los bancos tardaban seis meses en lanzar un producto, ellos lo hacían en tres semanas. Trabajaban con alianzas dinámicas y estructuras livianas. No pedían permiso para innovar: lo hacían, medían y ajustaban. Ese modelo es replicable en Perú, si se tiene la capacidad de moverse rápido, escuchar al usuario y actuar sin miedo a romper paradigmas.

¿Qué actores locales están mejor posicionados para replicar este modelo y qué les falta para escalar?

Hay varios jugadores con potencial, pero aún tienen retos por superar. Yape tiene escala, marca y penetración. Ya ofrece microcréditos, pero sigue siendo parte de un banco tradicional, con limitaciones estructurales. Le falta mayor autonomía y una propuesta de valor más amplia. Además, hay una creciente percepción entre emprendedores de que “se quedan con tu dinero”, lo que urge repensar su modelo de monetización.

Plin ha avanzado en interoperabilidad, pero aún es solo una funcionalidad, no una solución integral.

BIM podría ser el caballo negro. Tiene llegada al ámbito rural, opera con tecnología básica pero efectiva, y con un relanzamiento orientado a los microcréditos sociales, podría dar la sorpresa.

Startups como Kambista o Rextie tienen productos sólidos, pero enfrentan limitaciones de capital y falta de acompañamiento estratégico para escalar.

¿Existe espacio para un “Nu Bank peruano” ante la creciente oferta de billeteras móviles y fintechs de nicho?

¡Por supuesto que sí! Pero no será una copia: será una evolución. El Nu Bank peruano no nacerá en San Isidro ni en Silicon Valley. Nacerá en una bodega, en una feria, en la necesidad concreta de alguien que no puede esperar cinco días por una respuesta de crédito. Ojo con las soluciones que pueden surgir desde Telcos o empresas de distribución masiva.

Será un banco sin corbata, sin burocracia, sin miedo a equivocarse. Que hable claro, resuelva problemas cotidianos y confíe en las personas antes de juzgarlas.Para lograrlo, necesitamos reguladores abiertos al cambio, inversionistas con visión a largo plazo y emprendedores con hambre de transformar el sistema.

No se trata solo de bancarizar. Se trata de empoderar financieramente. Y si hacemos eso bien, el Nu Bank peruano no solo va a existir, va a inspirar a toda la región.

Tags: BIM Fintech Mitchell Lázaro Díaz Nu Bank Yape

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