(*) Artículo publicado en la edición 220 de la revista Microfinanzas https://statuscomunicaciones.pe/microfinanzas/M220.pdf.
Como peruano, observo con una mezcla de esperanza y preocupación los rápidos cambios que la era digital está trayendo a nuestra sociedad. La revolución digital: las ventas en línea, la inteligencia artificial, fintechs, techfood y demás, es ya una realidad en el mundo, ya no es solo una oportunidad, sino una necesidad para el Perú.
Mientras otros países avanzan en la integración de la tecnología en su economía, el Perú enfrenta el riesgo de no avanzar al mismo ritmo. Sin embargo, aún hay esperanza, pequeñas startups tecnológicas peruanas que empiezan a hacer ruido en el panorama internacional, demostrando que tenemos el talento para la innovación, aunque aún no tengamos todas las facilidades necesarias para fortalecer el ecosistema emprendedor.
Pero estos casos de éxito lamentablemente son aislados y necesitamos una transformación más profunda. Nuestros emprendedores, llenos de ideas y ambiciones, a menudo se encuentran con barreras importantes, no solo la brecha digital o el acceso limitado a financiamiento, sino también una gran burocracia. Estas barreras, sin embargo, pueden ser vistas también como oportunidades para el crecimiento y la mejora.
La innovación y el emprendimiento digital no son solo caminos hacia la prosperidad económica, son aceleradores de cambio social y desarrollo. Ejemplos como Samishop, que tiene como propósito más allá de abrir tiendas virtuales el de cambiar vidas, ayudar a personas a mejorar sus ingresos permitiendo mostrar sus productos y abriéndose un mundo de oportunidades, nos muestran cómo la tecnología puede ser un motor de progreso.
Pero nuestro sueño no debe detenerse ahí. El emprendimiento digital debe ser accesible a muchos más peruanos, y esto es posible si se crean las condiciones adecuadas.
Veo 3 desafíos clave que debemos superar y esto no solo puede ser responsabilidad de la empresa privada, sino trabajo en conjunto. Primero, necesitamos mejorar el acceso a la educación tecnológica y fomentar una cultura de emprendimiento. Segundo, reformar las políticas gubernamentales para que apoyen la innovación y que la formalización sea un beneficio. Y, tercero, debemos crear un ecosistema de financiamiento que sea accesible y favorable para los nuevos empresarios.
Todos entendemos la importancia de la economía digital, por lo que es crucial actuar en conjunto, Gobierno, instituciones educativas y sector privado, para fomentar una cultura de innovación. Necesitamos políticas que no solo apoyen la creación de startups, sino que también impulsen una mentalidad de innovación constante. No olvidemos los desalentadores números de supervivencia de startups en los 2 primeros años de su fundación.
La tarea es enorme, y para lograrla, es fundamental que, como sociedad, apoyemos y celebremos a nuestros emprendedores digitales, reconociendo su papel en el futuro económico del país. Ellos no solo están creando negocios, sino que están forjando el camino para las próximas generaciones de innovadores. Además, debemos insistir en que las políticas públicas reflejen esta prioridad, se deben implementar reformas que faciliten la apertura, el crecimiento y la sostenibilidad de negocios digitales en el país.
El espíritu emprendedor peruano, combinado con una estrategia digital coherente y un ambiente propicio para la innovación, puede transformar nuestra economía y sociedad. Debemos esforzarnos por construir un Perú que compita no solo en la región, sino, por qué no, a nivel global. No podemos olvidar que si algo nos caracteriza como peruanos es nuestra creatividad, innovación y nuestro espíritu emprendedor.