El superintendente de Banca, Seguros y AFP, Sergio Espinosa, confirmó el interés creciente de microfinancieras por procesos de consolidación. Destaca que estas operaciones buscan mejorar eficiencia y rentabilidad en el sector.
(*) Artículo publicado en la edición 234 de la revista Microfinanzas https://statuscomunicaciones.pe/microfinanzas/M234.pdf
En conversación con Microfinanzas, Espinosa Chiroque afirmó que el sistema microfinanciero muestra mejoras en solvencia, rentabilidad y morosidad, impulsadas por un entorno macroeconómico favorable y una gestión más eficiente. Destacó la implementación progresiva de Basilea III y una supervisión preventiva más focalizada. En cuanto a las cooperativas, subrayó una nueva etapa con mayor presencia territorial y el desarrollo conjunto de una regulación adecuada a su realidad operativa. A continuación la entrevista.
El sistema microfinanciero peruano ha enfrentado desafíos en los últimos años, con varias entidades reportando pérdidas. A mayo del 2025, ¿cómo evalúa la situación actual del sector?
Sin duda, los años posteriores a 2020 fueron económicamente complejos para el Perú, pero desde la segunda mitad de 2024, esa tendencia comenzó a revertirse. El sector microfinanciero, orientado principalmente al consumo y a las pequeñas y medianas empresas, fue uno de los más afectados, ya que estos segmentos son los más sensibles a las crisis. Sin embargo, la buena noticia es que la recuperación económica también se refleja allí.
Hoy observamos una mejora generalizada: reducción en los índices de morosidad, incremento en las utilidades y un desempeño más sólido en los principales ratios financieros. No todos los segmentos avanzan al mismo ritmo, pero la tendencia es clara y alentadora para el sistema.
Esta mejora, ¿se debe principalmente a un entorno económico más favorable o a una gestión más eficiente de las propias microfinancieras?
Es una combinación de ambos factores. Por un lado, el contexto macroeconómico más favorable impulsa la demanda de créditos y mejora la capacidad de pago de los deudores, lo que reduce la morosidad. Pero, por otro lado, también hay diferencias en la eficiencia de las entidades.
Algunas microfinancieras tienen una gestión más robusta, aprovechan economías de escala o cuentan con modelos de riesgo más efectivos. Esto explica por qué, pese a la mejora general, aún hay heterogeneidad en los resultados. El avance es positivo, pero el sector debe seguir trabajando para consolidarse.
El año pasado, la SBS intervino Credinka y Caja Sullana. ¿Qué aprendizajes dejaron esas intervenciones y hay otras en perspectiva?
Esas intervenciones, realizadas de manera oportuna en 2024, cumplieron su objetivo clave: proteger a los ahorristas y evitar contagios en el sistema. Ningún depositante perdió recursos, no hubo corridas bancarias y el mercado siguió operando con normalidad.
A mayo de 2025, mantenemos una supervisión preventiva y focalizada. En un sector dinámico como este, siempre puede haber entidades con dificultades, pero el modelo de alertas tempranas de la SBS permite actuar antes de que los problemas escalen. Por ahora no anticipamos nuevas intervenciones, pero seguimos atentos a cualquier riesgo sistémico.
Fusiones
Con elecciones presidenciales en los próximos 12 meses, ¿cree que el escenario político podría impactar negativamente al sector microfinanciero?
El Perú tiene una particularidad: estamos acostumbrados a ciclos de incertidumbre política cada cinco años, e incluso con mayor frecuencia. Sin embargo, tanto la ciudadanía como el sector empresarial han aprendido a operar en este contexto. Hasta ahora, esto no ha frenado significativamente las decisiones de inversión.
Por supuesto, todo dependerá de cómo evolucionen las encuestas y los resultados electorales, pero en principio no anticipamos un shock negativo relevante para el sector. La economía ha demostrado resiliencia ante estos escenarios en el pasado.
Expertos recomiendan fortalecer el sector microfinanciero, incluso a través de fusiones entre entidades. ¿Considera que esta es una estrategia viable?
La SBS no tiene un rol activo en promover u ordenar fusiones. Nuestra función es supervisar, no dirigir estrategias corporativas. Dicho esto, observamos un interés creciente en el mercado: algunas microfinancieras con mayor solvencia están buscando oportunidades de crecimiento mediante adquisiciones.
¿Podría mencionar qué entidades están explorando estos procesos?
Existen negociaciones en curso que, por confidencialidad, no podemos detallar. Pero la lógica detrás de estos movimientos es clara: las entidades más grandes buscan escalar, mientras que las más pequeñas enfrentan desafíos para ser rentables debido a sus altos costos operativos. Cuando una microfinanciera no alcanza economías de escala, los gastos administrativos pueden consumir sus márgenes.
Esta dinámica está impulsando conversaciones que podrían terminar en fusiones. Desde la SBS vemos estos procesos con agrado. Nuestra postura es neutral: ni impulsamos ni frenamos estas operaciones, pero sí velamos por que cumplan con los estándares de solvencia y protección al cliente.
Morosidad
La morosidad ha sido un problema recurrente en el sistema financiero. ¿Cómo evalúa su evolución actual?
Efectivamente estamos viendo una mejora sostenida, aunque todavía hay camino por recorrer. Es importante contextualizar que Perú tiene uno de los criterios más estrictos de la región para calificar un crédito como moroso. Mientras en otros países se considera moroso después de 90 días de atraso, aquí lo hacemos mucho antes.
¿Qué sectores muestran mayor recuperación?
La reducción ha sido más notable en el crédito corporativo y a grandes empresas. Donde aún necesitamos ver mayor avance es en los segmentos de mediana y pequeña empresa, que tradicionalmente son más sensibles a los ciclos económicos. Pero la tendencia general es claramente positiva.
Respecto a Basilea III, hubo preocupación inicial de las microfinancieras sobre la aplicabilidad de estas normas. ¿Cómo ha sido el proceso de implementación?
Las normas de Basilea III fueron incorporadas a nuestra legislación en 2022 y su implementación ha sido progresiva. Hemos mantenido diálogo constante con los gremios microfinancieros, quienes inicialmente expresaron inquietudes sobre la adaptación de estos estándares a su modelo de negocio.
¿Y cuál ha sido el resultado de esos diálogos?
Cuando hemos pedido que especifiquen qué requisitos consideraban inaplicables, no hemos recibido respuestas concretas. La realidad es que todas las entidades microfinancieras están cumpliendo satisfactoriamente con los plazos establecidos. Disponen del capital y la liquidez necesarios para adaptarse a estas exigencias regulatorias.
¿Podemos decir entonces que el sector microfinanciero ha superado estas preocupaciones iniciales?
Hoy podemos afirmar que no hay atrasos en los programas de cumplimiento. Las microfinancieras han demostrado capacidad para adaptarse a estos estándares internacionales manteniendo su solvencia y estabilidad.
Cooperativas
El sistema cooperativo de ahorro y crédito presenta particularidades únicas. ¿Cómo evalúa su situación actual?
Debemos comenzar entendiendo que no existe un “sistema cooperativo”. Recientemente en Cusco pude constatar personalmente cómo conviven modelos completamente distintos: desde cooperativas urbanas con operaciones sofisticadas hasta otras rurales con enfoques comunitarios. Esta diversidad hace compleja la estandarización de normas, supervisión e información, requiriendo un enfoque más personalizado. Esto hace difícil el trabajo del regulador.
Ante esta realidad, ¿Qué cambios está implementando la SBS en su estrategia de supervisión?
Estamos fortaleciendo nuestra presencia regional. Actualmente contamos con oficinas en Huancayo, Piura y Arequipa, además de módulos en Cusco y otras ciudades. Pero vamos más allá: planeamos establecer oficinas permanentes en Cusco, Tacna y Tarapoto. Esto no es solo para atención al público, sino principalmente para brindar asistencia técnica y acompañamiento cercano a las cooperativas.
Este mayor acercamiento, ¿Implica un reconocimiento de que la supervisión anterior fue insuficiente?
Más que un mea culpa, es la evolución natural del proceso. Por lo tanto, no lo calificaría como un reconocimiento de culpa, sino más bien como un reconocimiento de las particularidades propias del sector en comparación con otras instituciones microfinancieras.
La SBS asumió la supervisión de cooperativas después de muchos años de vacío regulatorio. Cuando iniciamos, encontramos un panorama complejo: desde cooperativas fantasmas hasta algunas creadas para fines delictivos, como el financiamiento irregular de obras públicas. En los primeros cinco años, más de 200 cooperativas salieron del mercado.
¿Cuál es el panorama actual y hacia dónde se dirige la supervisión?
Hoy tenemos alrededor de 260 cooperativas sólidas. Con esta base más estable, estamos transitando a una nueva etapa. Reconociendo las particularidades del sector, estamos implementando una supervisión más especializada y cercana.
No se trata de aplicar los mismos parámetros que a otras instituciones microfinancieras, sino de desarrollar en conjunto con las cooperativas regulaciones adecuadas a su realidad, siempre manteniendo los estándares de protección a los socios.
¿Cómo se materializará este nuevo enfoque?
Nuestra estrategia implica mayor presencia territorial, asistencia técnica permanente y mesas de trabajo conjuntas que nos permitan identificar oportunidades de mejora. El objetivo final es un sistema cooperativo más fuerte y transparente, que cumpla su importante rol de inclusión financiera.
Perspectiva
Estamos viendo el ingreso de cajas municipales u otras microfinancieras al mercado de capitales. ¿Qué valoración hace de este movimiento?
Es una iniciativa sumamente positiva, no solo por la capitalización en sí, sino por el mecanismo elegido. Como bien señaló el presidente de Caja Cusco, acudir a la bolsa de valores sitúa a estas entidades en el corazón del sistema financiero.
Más allá de las alternativas de financiamiento privado, la ventaja clave de este camino es la transparencia: al ser instrumentos públicos, ofrecen información verificable y resultados auditados. Esto fortalece la confianza en el sector.
En este contexto, ¿Cuáles son los principales retos y oportunidades que identifica para las microfinancieras en los próximos años?
La gran característica de este sector es su estrecho vínculo con la economía real. Hoy tenemos un escenario favorable: los indicadores de colocaciones, utilidades y morosidad muestran una recuperación sostenida.
El desafío es crecer con calidad. Algunas entidades, como Caja Cusco o Caja Arequipa, entre otras demuestran que es posible expandirse con una cartera sana y gestión de riesgos robusta. El contrapunto es lo ocurrido con Caja Sullana: crecimiento desmedido sin los controles adecuados lleva al colapso.
Precisamente sobre Caja Sullana, ¿Qué lección institucional dejó su intervención?
Los años postpandemia fueron de competencia agresiva, pero su caso mostró los límites. Su crecimiento inorgánico –sin planeamiento estratégico, sin medición adecuada de riesgos– la llevó al fracaso.
Esta experiencia refuerza un principio clave: en el sector financiero, el crecimiento debe ser sólido y sostenible. No se trata solo de ganar mercado, sino de hacerlo con los controles que preserven la estabilidad de la entidad y, por extensión, de todo el sistema.