Lima, que absorbía el 22,8% del total de pobres en el 2019, actualmente tiene un tercio (32,6%), y prácticamente uno de cada 5 (18,4%) limeños es pobre extremo. De otro lado, una proporción alta de personas sufre hambre en las ciudades y 4 de cada 10 limeños no logra cubrir sus necesidades alimentarias mínimas.
(*) Artículo publicado en la edición 222 de la revista Microfinanzas https://statuscomunicaciones.pe/microfinanzas/M222.pdf.
Por Luis Hidalgo Suárez
A inicios de mayo, se confirmó lo que ya se sabía desde hace unos meses: que en el 2023 la pobreza monetaria se incrementó en el Perú. Según las cifras presentadas por el jefe del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), Peter Abad Altamirano, la tasa de pobreza total subió a 29%, alcanzando a 9,78 millones de personas, y la de pobreza extrema aumentó a 5,7%, hasta afectar a 1,92 millones de peruanos.
Lo que destaca de los resultados es que, por un lado, la pobreza total ha seguido aumentando en el área urbana, mientras se reduce algo en el ámbito rural, es decir, se acentúa la urbanización de la pobreza en el país.
Si bien la población vulnerable (31,4% del total), aquellos que tienen un alto riesgo de caer en pobreza monetaria, ha disminuido ligeramente a nivel nacional, en el 2023 aumentó en algunos ámbitos respecto al 2022 y en todas las áreas mantiene una alta proporción.
“Si sumamos a los vulnerables y a los pobres, podemos decir que el 60% de la población peruana es pobre o casi pobre”, resumió Abad, durante la presentación de las cifras, una semana después de su publicación.
También se observa una caída del gasto promedio por habitante en el área urbana, particularmente en Lima Metropolitana, y esa disminución es mayor entre los más pobres, lo que indica que la pauperización de las ciudades se estaría acentuando, en el sentido de que un porcentaje alto de personas sufre hambre en las ciudades. Frente a esta situación, los peruanos estarían recurriendo a “quemar” sus ahorros y a un mayor endeudamiento, poniendo en más riesgo su futuro.
Revertir el aumento de la pobreza en el país no se ve fácil en un contexto en el que el crecimiento de la economía peruana es débil y no se proyecta un repunte a tasas altas en el corto plazo y, por ello, tampoco del empleo de calidad (formal).
Al ritmo que se desarrolla la economía peruana, podría necesitarse más de una década para reducir la pobreza siquiera a los niveles prepandemia que tuvo el país (20,2% de la población total en el 2019).
Mientras tanto, la disponibilidad de recursos fiscales se ha restringido por lo que la respuesta de la política social pública para enfrentar el aumento de la pobreza se ve limitada. Además, requiere de una urgente reformulación en su enfoque, dada la recomposición geográfica que se está dando en la distribución de la pobreza.
Cifras
De acuerdo con las cifras presentadas por Abad durante el evento “Análisis de los resultados de la pobreza monetaria 2023”, organizado por el INEI y el Consorcio de Investigación Económica y Social (CIES), en el 2023 la pobreza monetaria total (29%) se incrementó 1,5 puntos porcentuales (pp), respecto al 2022 (27,5%) y en 8,8 pp respecto al 2019 (20,2%). En número, 596 mil peruanos más cayeron en esa condición respecto al 2022, y ya son 3,29 millones más en relación con el nivel prepandemia.
La pobreza extrema, por su parte (5,7% de la población), aumentó en 0,7 pp respecto del 2022 (5%), es decir, 249 mil peruanos más, y en 2,8 pp en relación con el nivel prepandemia (cuando era 2,9%), esto es 991 mil personas adicionales, con lo cual, la población pobre extrema prácticamente se ha duplicado en el país respecto al 2019. (Ver Cuadro N° 2)
En el 2023, una persona era pobre si no podía acceder a una canasta básica de consumo (alimentos y no alimentos) cuyo costo el INEI estimó en S/446 (línea de pobreza monetaria). Por otro lado, el costo de la canasta básica de consumo de sólo alimentos (línea de pobreza extrema) fue de S/251 por habitante. (Ver Cuadro N° 3) Como puede apreciarse, el costo de esta última aumentó 11% en el 2023 respecto al 2022, es decir, más de la que define la pobreza monetaria total (7,2%).
Distribución geográfica
Las cifras del INEI muestran que la tasa de pobreza monetaria total ha venido aumentando más en el área urbana: de 24,1% en el 2022 a 26,4% en el 2023 y es mayor al 14% que se tenía en la prepandemia (2019), mientras que en el área rural está disminuyendo: de 41,1% en el 2022 a 39,8% en el 2023 y es menor al 40,8% que registraba en el 2019. (Ver Cuadro N° 4)
En cambio, la pobreza extrema se ha incrementado tanto en las ciudades (área urbana) como en la zona rural; pero en el área urbana la tasa se ha triplicado desde el 1% de la población en el 2019, a 3,2% en el 2023. (Ver Cuadro N° 5)
Por departamentos, en el 2023 Cajamarca presentó la mayor incidencia (44,3%) de pobreza monetaria total. Nueve departamentos tienen niveles mayores a 30%, mientras que en sólo 5 es menos de 14%, siendo Ica el que presenta la menor incidencia (5,1%).
La pobreza extrema se concentra en Cajamarca, Loreto, Huancavelica y Puno, con niveles entre 13,7% y 17,1% de la población, mientras que Ica, Lambayeque y Tumbes presentan la menor incidencia con porcentajes entre 0,1% y 0,9%.
Urbanización
Javier Herrera Zúñiga, director del Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD) de Francia, quien integró el panel de analistas durante el referido evento, sostuvo que en el Perú se ha producido un cambio en la composición geográfica de la pobreza, al punto que se podría hablar de una urbanización de esta, proceso que se viene acentuando.
Detalló que el número absoluto de personas en situación de pobreza monetaria en Lima Metropolitana casi se ha triplicado entre el 2016 y 2023, (subió de 1 millón 118 mil a 3 millones 230 mil pobres).
Algo similar se ve en el Resto Urbano: en particular a partir del 2021 hay un fuerte incremento de la pobreza en el resto de las ciudades y casi ha duplicado el nivel prepandemia (pasó de 2 millones 240 mil en el 2019 a 4 millones 16.000 en el 2023). (Ver cuadros N° 6 y N° 7)
En cambio, se observa una caída continua de la cantidad de pobres rurales, que en el 2023 bajó a 2,66 millones de personas, en particular respecto al 2005, año en el que se definen los programas sociales que están vigentes y que fueron diseñados precisamente para combatir la pobreza rural, refirió. (Ver Cuadro N° 7)
“Con este cambio en la composición geográfica de la pobreza, Lima, que absorbía el 22,8% del total de pobres en el 2019, actualmente tiene un tercio (32,6%)”, advirtió.
La pobreza extrema también se ha incrementado fuertemente en la capital del país. En el 2019, el 5,1% de limeños era pobre extremo y, en el 2023, prácticamente uno de cada 5 (18,4%) limeños está en esta situación, acotó.
Norma Correa Aste, profesora e investigadora de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), quien también formó parte del panel en el evento, comparte esta preocupación.
“Siendo la pobreza rural un tema fundamental, tenemos que mirar la pobreza urbana. Este es un pendiente de larga data de la política pública peruana. No es una novedad, incluso desde antes de la pandemia las cifras absolutas eran muy claras, muestran que en zonas urbanas se ha venido concentrando un número muy elevado de pobres y esa tendencia continúa incluso después de la pandemia”, precisó.
Vulnerabilidad
Otra característica de la pobreza monetaria en el Perú es el elevado nivel de los llamados No pobres vulnerables (vulnerabilidad monetaria). Según las cifras del INEI, dentro de la población No pobre del país (71% en el 2023) están los Vulnerables (31,4%) y los No vulnerables (39,6%). Los primeros sumaron 10,6 millones de personas y son los que se encontraban en alto riesgo de caer en pobreza monetaria.
Si bien la incidencia de la vulnerabilidad monetaria ha venido disminuyendo en los últimos años a nivel nacional (ver Cuadro N° 7), en algunos ámbitos aumentó en el 2023 y en todos se mantiene en niveles altos.
Herrera sostuvo que, a nivel nacional, hubo una disminución de la población No vulnerable (de 45,8% en el 2019 a 40,2% en el 2022 y a 39,5% en el 2023), por lo que ahora prácticamente 6 de cada 10 personas en el país están en situación precaria (29% son pobres y 31,4% están en alto riesgo de caer en la pobreza) y la pregunta es cómo logran sobrevivir.
Precisó que, a partir de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho), se ve que mucha de esta población vulnerable logra mantener la cabeza a flote gracias a sus ahorros y préstamos. “Uno de cada 4 limeños vulnerables debe vivir de sus ahorros y préstamos para no caer en la pobreza. Y se debe considerar esto con cierto matiz: muchos de ellos están prisioneros de sistemas (de préstamos) extorsivos y que a la larga terminan afectándoles aún más”, subrayó aludiendo al crédito informal.
De acuerdo con las cifras presentadas por Herrera para el 2023, en el área urbana más de 14% de ellos se vieron obligados a endeudarse, porcentaje que es mayor (entre 15% y 17%) entre los Vulnerables. (Ver Cuadro N° 7)
“En todos los ámbitos geográficos hay una población vulnerable bastante alta en el país que vive al filo de la navaja, utilizando sus ahorros y recurriendo a préstamos que luego van a gravar sus ingresos futuros”, acotó.
Pauperización
El aumento de la pobreza monetaria se refleja en la caída del gasto. Como puede observarse, (ver Cuadro N° 8) el gasto mensual por habitante ha disminuido en el 2023 en el área urbana. En Lima Metropolitana la caída llegó a 17,2% respecto al nivel prepandemia, y en el Resto Urbano cayó 10,3% en ese período. En cambio, en el área rural se observa una mejora moderada (aumentó 3%).
Herrera afirmó que el gasto real por habitante de los hogares urbanos cayó más entre los más pobres en el 2023 respecto al 2019, lo cual explica el agravamiento de la situación de pobreza. (Ver Cuadro N° 6)
“En el Resto Urbano también se observa esa tendencia, aunque menos marcada, pero en Lima sí ha habido una regresión, muy marcada, siendo los hogares pobres los más golpeados. Y esto ha llevado a la ‘pauperización de las ciudades’, en el sentido de que ahora tenemos una proporción muy alta de personas que sufren hambre en las ciudades y que en el caso de la capital (Lima Metropolitana) ya bordea el 44%, es decir, 4 de cada 10 limeños pasa hambre, no logra cubrir sus necesidades alimentarias mínimas”, alertó.
Un indicador de ello es el déficit calórico, que ha revertido su tendencia a la baja: comenzó a subir a partir del 2016 y se agravó con la pandemia. Y en Lima Metropolitana ha crecido a un ritmo más acelerado que en el resto del país, detalló. (Ver Cuadro N° 6)
Otro indicador de la pauperización urbana es la anemia infantil (niños de 6 a 35 meses de edad) que se ha elevado en el país de 42,4% en el 2022 a 43,1% en el 2023, es decir, 4 de cada 10 niños menores de 3 años sufre anemia. El incremento ha sido mayor en el área urbana (de 39% a 40,2%), mientras que en el ámbito rural se observa una disminución (de 51,5% a 50,3%), pero el nivel es muy alto aún.
En el área urbana también aumentó la desnutrición crónica infantil (en niños menores de 5 años) de 7,1% en el 2022 a 8,1% en el 2023. “Esto es muy importante porque tiene que ver con el desarrollo cognitivo de los niños. Estamos hipotecando el futuro de los niños si no tomamos una acción inmediata”, advirtió.
¿Por qué crece?
Para plantear soluciones al aumento de la pobreza monetaria es importante un diagnóstico correcto de sus causas. Herrera y Correa descartaron que se trate de un problema reciente, sino que viene de hace unos años, aunque agravado por la pandemia y las políticas recientes.
En lo que se refiere al incremento de la pobreza monetaria en el 2023, Herrera consideró que la causa principal no fue el impacto de fenómenos climáticos (Yaku, El Niño) o los violentos conflictos sociales de inicios del año pasado.
Explicó que la evolución mensual de la pobreza más bien muestra que esta se redujo en el primer semestre del 2023, y que su incremento se dio básicamente en el segundo semestre. (Ver Cuadro N° 10).
Opinó que en el aumento de la pobreza monetaria fue más importante el incremento de los precios de la canasta básica de consumo de alimentos que golpea más a los más pobres (pobres extremos).
Refirió que, para los hogares ubicados alrededor de la línea de pobreza total, el precio de la canasta básica de consumo aumentó en 7% y fue mucho más en la canasta básica de consumo de alimentos (11%). Como los hogares pobres dedican una mayor proporción de sus gastos a alimentos, resultaron siendo los más afectados.
Otra causa del aumento de la pobreza es la caída de los ingresos debido al deterioro del empleo. En el 2023 cayó más la producción de los sectores que absorben más mano de obra y donde trabajan más miembros de hogares en situación de vulnerabilidad y pobreza.
“Vemos que ha disminuido el número de perceptores de ingresos por hogar (ver Cuadro N° 7). Ello significa menores ingresos para los hogares pobres. Además, cerca del 20% de trabajadores formales pasaron a ser informales, es decir, están en una situación de desprotección social”, precisó.
Cabe indicar que el BCR calculó que El Niño Costero tuvo un impacto negativo de 1,1 pp del PBI en el crecimiento de la economía peruana en el 2023 (cuando cayó 0,6%) y por los conflictos sociales se perdió 0,8 pp, es decir, sumaron casi 2 pp.
Política social
Otro factor explicativo está en la respuesta de las políticas públicas que, según Herrera, ha sido insuficiente. “Vemos una caída muy fuerte de las transferencias monetarias públicas entre el 2021 y 2023 y también en las transferencias no monetarias, hubo un retroceso”, precisó.
La contribución de los programas sociales a la reducción de la pobreza ha disminuido: las transferencias monetarias cayeron en 33,3% entre el 2021 y 2023, y las transferencias en especie en 27,7% entre el 2019 y 2023.
“Ese retroceso ha significado un aumento de 0,8 pp de la pobreza y, sobre todo, en el ámbito rural. De ahí también el incremento de la pobreza extrema en el área rural”, detalló.
¿Qué hacer?
Hay consenso en que para revertir el aumento de la pobreza la economía peruana tiene que volver a crecer a tasas altas (mayores a 5% anual) y generar mucho empleo formal, para lo cual se requiere dinamizar la inversión privada a partir de aumentar la confianza empresarial. En un contexto de volatilidad política y debilidad del Poder Ejecutivo frente al Congreso de la República, en el corto plazo eso no parece alcanzable.
Otro instrumento es el gasto social. Correa refirió que entre el 2010 y 2019 prácticamente se duplicó en el país. Pero del total de ese gasto, un 34% correspondió a los programas sociales y el resto (66%) estuvo distribuido en distintas partidas de gasto de los gobiernos central, regionales y locales.
“Resulta muy importante mirar y analizar la calidad de gasto destinado a la reducción de la pobreza porque actualmente nos encontramos en un contexto de ‘vacas flacas’. Tenemos que adaptar nuestra estrategia de lucha contra la pobreza a un contexto distinto, de bajo crecimiento económico donde debemos responder a los impactos de la pandemia, de la crisis política y de un entorno internacional deteriorado”, agregó.
Además, coincidió con Herrera en que el patrón de pobreza en el país se ha complejizado. Si bien la pobreza total en el área rural ha bajado ligeramente, las cifras de la pobreza extrema muestran que cerca de 2 millones de peruanos sufren esta condición, concentrados principalmente en el área rural. Y hay necesidad de atender a la población vulnerable, sobre todo urbana, que está en riesgo de caer en la pobreza y son más de 10 millones de personas.
“Frente a ese escenario, tenemos que examinar cuál es el estado de la capacidad estatal”, sostuvo. En su opinión, toca hacer un sinceramiento frente a la pobreza rural, el Estado tiene experiencia, tiene programas, capacidad instalada, entre otros, y con algunos ajustes y mejoras puede enfrentarla.
Pero ¿qué ocurre con la pobreza urbana? “No tenemos esa misma capacidad, no hay una estrategia definida ni métodos claros para enfrentarla. Y es fundamental y urgente que eso se resuelva. No sólo porque es un problema de larga data sino porque la pobreza urbana es una bomba de tiempo”, advirtió.
Meta
Correa recordó que Perú tiene una nueva política de desarrollo e inclusión social aprobada en diciembre del 2022, la cual establece como meta 15% de pobreza total hacia el 2030. “Sin embargo, no va a ser posible alcanzar esta meta con las actuales tasas de crecimiento de la economía, requerimos crecimientos del PBI de por lo menos 5% para poder llegar a la meta establecida en esa política”, indicó.
De acuerdo con un estudio de Monge y Campana (del 2022) con un crecimiento económico de 2,5%, que es lo que tenemos más o menos ahora, recién en el 2040 se alcanzaría la meta de reducción de la pobreza al 15% de la población, refirió.
También recomendó evitar estrategias o respuestas asistencialistas de corto plazo donde, por ejemplo, se termine bonificando la respuesta de política social de manera general. “Se requiere llegar a aquellos pobres y con las condiciones de vulnerabilidad más graves y poder ayudar con un acompañamiento sostenido. Un bono o 2 bonos (transferencias del Gobierno) no le cambian la vida a nadie, se requiere que estas personas, que son las más vulnerables, puedan adquirir esa atención de manera sostenida por parte de la protección social”, dijo.
En este tema, el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis) tienen un rol fundamental, pero no es el único sector, esta es una agenda que convoca a diferentes sectores del Estado, particularmente Desarrollo Agrario y Riego (Midagri); Cultura (Mincul); Vivienda, Construcción y Saneamiento (MVCS); Educación (Minedu); y, Salud (Minsa), sectores que son cruciales en materia de desarrollo humano, agregó.
¿Qué hace el Midis?
La viceministra de Políticas y Evaluación Social del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis), Fanny Montellanos Carbajal, reconoció que necesitamos nuevos instrumentos y políticas para enfrentar el incremento de la pobreza en el país.
Informó que, desde el 2022, han venido trabajando varias acciones orientadas a que las cifras de pobreza se reviertan.
Se trata de la Política de Desarrollo e Inclusión Social aprobada en diciembre del 2022 que busca superar la exclusión social que genera la pobreza, pero por todo el ciclo de vida mediante un enfoque multidimensional de la pobreza y también territorial.
“La pobreza afecta más a niños y adolescentes y por ello debemos tener intervenciones dirigidas para atender a estos segmentos vulnerables. No es que la pobreza se ha urbanizado en el 2023, ya desde hace 7 años la pobreza urbana venía subiendo significativamente y, por ello, las distintas intervenciones que tenemos (programas sociales) necesitan un rediseño”, detalló.
Consideró que este rediseño debe incluir estrategias, diseños y herramientas apropiadas para ese ámbito, ya que los determinantes de la pobreza pueden ser los mismos en ambas áreas, pero en el sector urbano son más complejos.
Sostuvo que, en el 2023, el Midis empezó el diseño de una estrategia para enfrentar la pobreza urbana, sin descuidar la pobreza rural, y esperan hacerlo de manera consensuada, con la academia y los centros especializados, entre otros.
Destacó que si no hubiera habido la contención que significaron los programas sociales, la pobreza monetaria total no sería de 29% sino que alcanzaría al 32% de la población. Y la pobreza urbana no sería de 26,4% sino de 28,5%, y en el ámbito rural llegaría a 46,5%.
BBVA Research: Población vulnerable se redujo porque una parte pasó a ser pobre
La población vulnerable monetaria del país, es decir quienes superan la pobreza, pero tienen una alta probabilidad de caer en ella, alcanzó el 31,4% en el 2023 (10,6 millones de personas), menor a la registrada en el 2022 (10,8 millones) en parte porque algunos pasaron de ser vulnerables en el 2022 a ser pobres monetarios en el 2023, señaló el BBVA Research.
“Hay importantes diferencias de informalidad laboral y acceso al sistema financiero. Mientras solo el 39% de la población pobre e informal tuvo acceso al sistema financiero, los no vulnerables formales se acercan a la inclusión financiera plena”, agregó.
La tasa de pobreza monetaria aumentó de 27,5% en el 2022 a 29% en el 2023 con lo que se alejó aún más del nivel prepandemia (el más bajo en 16 años) y retornó a un registro similar al de los años 2010-2011. El BBVA Research había estimado, en marzo de este año, que la pobreza se había incrementado a 29,1% de la población en el 2023.
Factores
“Cálculos propios encuentran que el incremento de los precios contribuyó a que la pobreza aumentara en un punto porcentual respecto al 2022, mientras las menores transferencias lo hicieron en 0,6 puntos porcentuales”, indicó.
Así, la lenta recuperación del mercado laboral y el incremento de algunas remesas a las familias sólo compensaron la incidencia de la pobreza monetaria en 0,1 puntos porcentuales, agregó.
También destacó que la tasa de pobreza monetaria extrema aumentó de 5% en el 2022 a 5,7% en el 2023, casi duplicando la incidencia reportada en el 2019, y reflejando el deterioro en los indicadores relacionados con la alimentación y salud.
El BBVA Research afirmó que para reducir la pobreza en el Perú se deberá relanzar las políticas y reformas que generaron un entorno adecuado para la inversión y el crecimiento.