(*) Artículo publicado en la edición 212 de la revista Microfinanzas https://statuscomunicaciones.pe/microfinanzas/M220.pdf.
Por Javier Parker Chávez
javier.parker@microfinanzas.pe
El último 10 de agosto, la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS) intervino de manera directa a la Caja Rural de Ahorro y Crédito (CRAC) Raíz y, un día después, dispuso su disolución y el inicio del proceso de liquidación remeciendo al sector microfinanciero peruano.
La SBS sustentó su decisión por el notable menoscabo en la solvencia de CRAC Raíz, el cual atribuyó a una inadecuada gestión, principalmente, en lo concerniente a la cartera no minorista.
Igualmente, sostuvo que se han desentrañado circunstancias atípicas derivadas de considerables insuficiencias en el control y gobernanza corporativa, tanto en la gerencia como en el directorio, lo cual ha impactado de manera adversa en los resultados globales.
Ahora, sus exfuncionarios responsables tendrán que enfrentar procesos administrativos sancionatorios, y las denuncias correspondientes por parte de la SBS con relación a las irregularidades detectadas.
Más allá de que se trate de un caso puntual, que no representa la real situación del sector microfinanciero en su conjunto, lo sucedido con esta caja rural en particular debe llamarnos a la reflexión.
En primer lugar, se debe admitir que, por asociación, envía una mala señal sobre la solidez del sector microfinanciero en general, y acrecienta los temores sobre los riesgos a los que se pueden exponer los clientes si deciden elegir una institución de este sector para depositar sus ahorros.
El hecho de que el Fondo de Seguro de Depósitos (FSD) devuelva a los clientes que tenían depositados en las cuentas de Caja Raíz hasta S/123.920, que es la cobertura máxima que entrega el FSD, es un mensaje insuficiente si se trata de generar confianza entre los ahorristas.
El control de daños para el sector es especialmente importante si se tiene en cuenta que las microfinancieras están fortaleciendo sus estrategias de captación de recursos a través de promociones de depósitos a plazo fijo.
En segundo lugar, habría que asegurarse de si las gerencias, así como los directorios de las microfinancieras, están haciendo todos los esfuerzos necesarios para tener un buen control y gobernanza corporativa.
Un buen gobierno corporativo es fundamental en las microfinancieras, considerando que asumen riesgos más inciertos, en comparación a los que tienen los propios bancos, por ejemplo; pues no solo prestan a sectores como el emprendedor e informal, que usualmente carecen de historial crediticio, sino que también deben pagar mayores tasas de interés por los pasivos que captan.
Si bien Ítalo Costa González, intendente general de Finanzas de la SBS, explica en esta edición de Microfinanzas que se observa grandes avances sobre la valoración del buen gobierno corporativo en las microfinancieras y su importancia para una adecuada gestión de riesgos y de la empresa; alerta de que se ha identificado algunas prácticas en los directorios de entidades financieras que están afectando un buen desempeño de gobierno corporativo.
En tercer lugar, cabe preguntarse si las microfinancieras están evaluando bien los riesgos que enfrentan ante un probable Fenómeno de El Niño (FEN), y si están tomando las medidas adecuadas para un escenario en el que se incremente fuertemente la cartera morosa por la imposibilidad de los clientes de honrar sus deudas.
Ello cobra especial relevancia en un contexto en el que la economía peruana tiene una fuerte desaceleración, y la inversión privada cae tras el desgobierno de Pedro Castillo y los múltiples ataques de extremistas a los principales proyectos de inversión privada. En el primer semestre, la economía peruana cayó 0,45%, mientras que en los últimos 12 meses (julio 2022-junio 2023) acumula un avance de solo 0,74%. Algunos economistas advierten de que el país habría entrado en recesión técnica al sumar dos trimestres de caídas consecutivas.
El sector Financiero y Seguros disminuyó 9,19% en junio y 7,71% en el primer semestre. En junio, se redujeron los créditos a las corporaciones, grandes, medianas, pequeñas y microempresas (-14,5%) y los créditos hipotecarios (-1,7%), en tanto que, aumentaron los créditos de consumo (7,1%), lo cual constituye una nueva señal de alarma.
El FEN y la desaceleración económica, así como la caída de la inversión privada y el fuerte retroceso del crédito, son factores que pueden configurar escenarios muy adversos para las microfinancieras en un futuro no muy lejano.
Por ello, en esta edición de Microfinanzas compartimos amplios informes acerca de cómo se preparan sus principales protagonistas para mitigar riesgos y prevenir daños que podrían ser irreversibles para la viabilidad de algunas microfinancieras. Por la salud del sistema, no debemos permitir que se repitan casos como el de Caja Raíz.