LA IMPORTANCIA DE CONOCER A CADA UNO DE LOS COLABORADORES
LEYENDA: Consultora del Instituto FINANPOS. Trabajó durante más de seis años con adolescentes, y en los últimos dos años lo hace con profesionales y jóvenes mayores. Es psicoterapeuta en Consejería y Orientación Familiar.*
Las cargas emocionales limitan la productividad del colaborador
Por Janet Mogollón Pérez*
Es importante que los directores, gerentes y jefes conozcan a los colaboradores por varias razones que redundarán al crecimiento de la organización y evitar también, siniestros que impliquen pérdidas financieras o la salida de personal clave.
Conocer en parte la vida de los trabajadores, es parte de la solución de los problemas futuros. Se ayuda a mejorar el clima laboral en la organización.
Cuando un superior conoce a su gente, hasta es más fácil trabajar. Cada persona es un mundo por descubrir. Cada cual tiene sus propios problemas, aspiraciones y sueños.
Muchas veces el trabajador tiene problemas en su vida y no es tan productivo en la empresa. El problema personal influencia de tal manera que su productividad baja. No se podrá resolver todos los problemas de los colaboradores, pero al menos, una palabra de aliento y consejo puede ayudar mucho a reducir su carga emocional.
En el trabajo que realizamos en la consejería y orientación familiar hemos visto que los problemas del hogar o de la pareja, inciden directamente en la carga escolar de los hijos y en la productividad laboral de los trabajadores. En algunos casos, hasta lo anulan.
Cuando un jefe sabio conoce el problema de un subordinado, lo primero que hace es comprenderlo y ayudarlo. Otros, generalmente mediocres, en “nombre” de la organización, retiran al trabajador, que tal vez lo único que necesitaba es que alguien lo escuche.
Cuando se entiende al trabajador, la empresa, mediante el jefe, está ayudando a darle una solución al problema del servidor, que es muy probable se sienta tan comprometido con la organización que no sólo se “pondrá la camiseta”, sino que hará lo mejor posible en su trabajo.
No olvidemos que, en el Perú de cada 100 personas, 20 sufren de alguna enfermedad mental que van desde la esquizofrenia hasta el simple estrés. Eso significa que cada uno de cada cinco peruanos es afectado por un trastorno mental. Son los ciudadanos más pobres son los que más sufren. Tienen muchos estigmas. Entre ellas tenemos la locura, el retardo mental, la demencia, la esquizofrenia, la histeria, la neurosis, los trastornos mentales y las enfermedades neuropsiquiátricas. Si esta es la realidad peruana, cuántos personas que adolecen de enfermedades mentales existen en el país, y es muy probable que laboren en las organizaciones donde usted trabaja.
Algunos trabajadores suelen caer en la depresión, ansiedad, estrés, etc. Otros son neuróticos, intolerantes, impacientes, violentos e impulsivos, entre otras características.
Muchas veces cuestionamos la conducta de ellos, hasta rechazamos su presencia, precisamente por la conducta que ellos tienen. Ignoramos que algunas veces ellos se comportan de manera “extraña” y, en algunos casos, esa conducta está reñida contra las buenas costumbres, pero ellos no lo saben. Actúan por impulso.
Es más, en las organizaciones no hay “especialistas” para tratar los asuntos internos de crisis. La idea es producir y producir nada más. Olvidamos la realidad que tienen muchas personas y que requieren ser ayudadas.
A todo ello hay que sumarle la carga laboral. Aquellas metas que deben ser cubiertas, pase lo que pase. Alguien dirá: ¿Pero esa realidad la tienen todas las empresas del mundo? Es verdad, pero aquellas organizaciones exitosas tienen áreas y personas especializadas en manejo de crisis interna, clima laboral adecuado y salud mental de los trabajadores.
Al final de cuentas, conocer al colaborador es también una buena inversión porque redundará en el éxito de la organización. La idea es no trata de apartar al trabajador en problemas, sino de ver la forma de cómo ayudarlo. En la mayor parte de los casos es escuchar el problema y darle algunas palabras de ánimo.
Por ejemplo, un joven trabajador que estaba a punto de casarme, su boda se canceló. Le afectó tanto que su producción laboral se redujo. Se habló con él, se le ayudó a continuar con su vida, donde todos los compañeros ayudaron, y poco a poco, su vida se fue normalizando. ¿Cuánto costó aquello? Nada. Sólo tiempo y algunas salidas para tomarse un café con el trabajador.
ESCUCHAR, ESCUCHAR Y ESCUCHAR
La primera acción que debe asumir un superior es escuchar a sus trabajadores. Aproximadamente, el 50 por ciento de las crisis internas en la vida de los colaboradores se soluciona en el ese nivel básico.
Escuchar es elemental. Cuando se escucha se pueden tomar las decisiones correctas. Escuchar ayuda mucho a la solución de los problemas y conflictos.
En algunos casos, la solución en la salud mental de los trabajadores se soluciona con una atención médica especializada, la administración de medicamentos y el cuidado de la familia.
No juzguemos por las apariencias, sino con justo juicio si es que lo tenemos. Es decir, averiguar las razones del porqué hay ciertas conductas en los colaboradores. Ver la forma de ayudar y darle la asistencia e importancia del caso.
Eso supone también un entrenamiento a todo el personal, especialmente a los jefes en manejo de crisis internas. No es fácil, pero con dedicación se puede conocer mejor a los trabajadores.
Escuchar también supone una acción inmediata y adecuada. En algunos casos, se requiere reserva del caso cuando la situación es muy personal, pero cuando la situación es pública, ayuda mucho el concurso de los compañeros. No olvidemos que una crisis interna la tiene cualquiera y que, de cada 20 peruanos, cuatro de ellos tienen una enfermedad mental.
Como comprenderá el lector, tradicionalmente una enfermedad mental era sinónimo de “locura”, craso error. El estrés, la ansiedad, los tipos de esquizofrenia, la cleptomanía, entre otras son parte de las enfermedades mentales existentes en el Perú.
Algunos trabajadores sufren de alguna enfermedad mental y ellos no lo saben. Se piensa que el mal carácter, la intolerancia o impaciencia, o resultado de alguna enfermedad corporal. En ese caso, se requiere de terapia emocional.
Efectivamente, para ayudar a los trabajadores en “problemas”, la organización debería contar con personal especializado para tratar estos asuntos. Las grandes corporaciones la tienen y la tendencia en el mundo es contar con este tipo de profesionales.