GESTIÓN INCLUSIVA DE LAS MICROFINANZAS EN EL PERÚ

Escrito por César Martinez. Publicado en Junio 2019

LEYENDA: El autor es periodista especializado en Economía y consultor en temas de Liderazgo y Educación Emprendedora del Instituto FINANPOS. Tiene más de mil artículos publicados sobre diversos temas de su especialidad. 
© Diario CERTEZA

Por César Sánchez Martínez / LIMA

A pesar de la contracción económica, paralización de obras públicas y menor inversión privada, el país pasa por un momento económico bueno, si nos comparamos con otras naciones de la región.

Según las cifras macroeconómicas la situación está “estable”, aunque la realidad en determinados sectores revele lo contrario, especialmente en zonas altoandinas y comunidades étnicas, donde la pobreza se mantiene aún en niveles de subsistencia. Si bien es cierto que el nivel de pobreza se ha reducido y la extrema pobreza registre porcentajes auspiciadores, aún hay sectores rurales donde las microfinanzas tienen un gran desafío.

En el rubro de las microfinanzas, el Perú es uno de los líderes en América Latina. Durante nueves años se mantuvo en el primer lugar, pero tuvo que ceder su posición a Colombia desde el año pasado.

En diversos foros nacionales e internacionales, se habla de la inclusión financiera y social. Las microfinanzas están alcanzando altos niveles de crecimiento y penetración social y se ha convertido en el principal indicador de la economía peruana. Aunque no tiene el respaldo gubernamental como debería ser, si lo tiene del sector privado que está asumiendo el reto de darle valor agregado al desarrollo social del país.

La industria microfinanciera es la vedette de la economía emergente, muchos aún ignoran el rol social de las microfinanzas. La industria microfinanciera no sólo es financiamiento para la pequeña y microempresa. Tiene que ver con los diversos tipos de tecnología crediticia, facilidad en el acceso al crédito, rapidez en el servicio al cliente, financiamiento de capital de trabajo, garantías, redes empresariales, asociatividad empresarial, adecuados controles internos y administración de riesgos empresariales. Es un conjunto integral de acciones que tienen por finalidad incluir a las mayorías nacionales y pobres al desarrollo social.

Pero, también la industria microfinanciera está vinculada con la evaluación, capacidad y voluntad de pago, así como el seguimiento y control de la morosidad y de los créditos mismos. Pero todo ello carecería de importancia, si los microcréditos no están contribuyendo con la erradicación de la pobreza y la generación de mayores empleos, y si la gente no tuviera un mejor bienestar social.

La experiencia de las cajas municipales de ahorro y crédito, cajas rurales, cooperativas de ahorro y crédito, financieras, empresas de desarrollo de la pequeña empresa (EDPYME) y diversas organizaciones no gubernamentales es vital para entender a ciencia cabal qué es la industria microfinanciera y cómo se articula con el desarrollo del país.

Si sólo tomamos como ejemplo, la experiencia de las cajas municipales, observaremos la importancia que tienen en el desarrollo de miles de empresas. La existencia de las cajas ha sido muy positiva en la promoción y desarrollo del empresariado vinculado a la micro y pequeña empresa en sus inicios, pero también en la mediana empresa en la actualidad.

No debemos olvidar que las cajas municipales están vinculadas a la historia del empresariado emergente peruano. Son las CMAC las que formalmente otorgan el microcrédito a emprendedores que no tenían acceso al financiamiento formal. También, gracias al esfuerzo y asesoramiento de las cajas, estos emprendimientos se convirtieron con el tiempo en pequeños y medianos negocios, algunos de los cuales han pasado las fronteras como empresas transnacionales.

Por esas razones, mientras en grandes foros empresariales y académicos se trata de entender el rol de la inclusión social en el ámbito de la industria microfinanciera, este concepto ya ha sido desarrollado en varias de sus facetas en el Perú.

Con las microfinanzas, en el hogar donde había pobreza ahora hay un negocio. Donde se generaba la pérdida de trabajo como resultado de la privatización, ahora hay empleos sostenibles. Donde había informalidad y hasta contrabando, ahora existe una empresa formal que paga tributos e impuestos. Donde había un micronegocio en esteras, ahora hay un negocio de material noble.

Donde los jóvenes no tenían oportunidades de estudios, ahora hay títulos y diplomas de educación superior. Donde había enfermedades, ahora existe gente con ganas de vivir para sacar adelante el negocio.

Basta darse una vuelta por los complejos empresariales de Gamarra, Parque Industrial de Villa El Salvador, Mesa Redonda, Barrio Chino, Polvos Azules, Mercado Ciudad de Dios, Mercado de Magdalena, Zona industrial de Infantas, Lima Norte, Negocios de la Carretera Central en Ate Vitarte, El Porvenir en Trujillo, mercados de artesanos en Cusco, Ayacucho y Arequipa, zona comercial de Chiclayo, Trujillo y Piura, mercados de Huancayo, negocios Unicachi de Puno, entre otros, para convencerse que la inclusión social en su etapa inicial ya se inició en el Perú, y no con el financiamiento de la banca comercial, sino con las cajas municipales, cooperativas de ahorro y crédito y otras entidades microfinancieras.

EL EMPRENDEDURISMO

Las nuevas generaciones de latinoamericanos están creciendo bajo el espíritu del emprendedurismo y con el apoyo de la industria microfinanciera.

Es común ver a jóvenes peruanos, colombianos y mexicanos crecer en ambientes relacionados con los negocios y buscar ellos mismos su propia fuente de ingresos. La dura realidad por la que han pasado países como Perú, Colombia y México les ha enseñado a vivir con lo que tienen y hacer negocios “desde abajo”. En los casos de Chile, Argentina y Brasil, ahí recién se viven realidades que es muy probable que ocurra lo mismo con los primeros.

No imaginamos todas las ventajas económicas para las empresas peruanas que traerá el proceso de globalización y los tratados de libre comercio en los próximos años, ahora que la nación andina es la vedette del crecimiento económico en la región. No pensamos en aquellos negocios que tendrán que reconvertirse como resultado del nuevo orden económico internacional, sino en las miles de oportunidades comerciales para los emprendedores locales.

Creemos que estamos frente a una nueva generación de peruanos que está pensando en grande. La gastronomía, que parece ser un sector nuevo no lo es tanto. Perú posee desde antaño miles de restaurantes, picanterías, cebicherías y fondas que destacan no solamente en el exquisito sabor de su cocina, sino en los servicios de calidad a favor del consumidor.

Por ejemplo, en el Perú hay miles de emprendedores que disfrutan de la cocina y hacen maravillas en ella. La variada cocina regional está conquistando los más exquisitos paladares de América Latina, Estados Unidos y Europa, no en vano en Chile, los 50 mejores restaurantes son precisamente aquellos especializados en comida peruana, que ya es un sello internacional.

Una experiencia que merece destacar es la de Ángel Añaños, quien inició el negocio de las bebidas Kola Real (Ahora llamada KR), siendo productor, vendedor y repartidor al mismo tiempo en los diversos pueblos de la serranía peruana. Ahora la cadena de bebidas, sodas y agua se produce en más de diez países del mundo y se comercializa en más de 50 naciones.

Otra experiencia es la Carlos Hiraoka, quien inició su negocio en su tienda de Huanta, Ayacucho y luego en Lima. En la actualidad, la cadena de comercialización de artefactos con marca propia (Miray) no sólo está presente en Lima, sino que ya está abriendo tiendas en provincias y está mirando hacia países vecinos.

La realidad nos demuestra que hay un nuevo espíritu entre los peruanos. El nuevo espíritu de los emprendedores está en pensar en grande. Algunos productos de Gamarra o del parque industrial de Villa El Salvador, nada tienen que envidiar a modelos hechos en Milán, Estambul, Nueva York, París o Madrid. Es más, hemos visto en esos países que algunos productos no son superiores a las confecciones de Gamarra. Por cierto, que nos referimos a confecciones que cumplen los estándares internacionales de calidad.

Definitivamente hay un nuevo espíritu emprendedor entre los peruanos. Creemos que ya es tiempo que el Perú no sólo registre un crecimiento del PBI sostenido, sino que tenga un control inflacionario adecuado, fortalezca más su moneda o conserve reservas internacionales netas por encima de la media regional. Que el esfuerzo del sector privado, básicamente de emprendedores de las PYME y MYPE, se note en la mejor calidad de vida de miles de peruanos que aún esperan nuevas oportunidades en todo orden de cosas.