Existen cambios tecnológicos con el potencial de no solo transformar el sector para el cual se crearon, sino que impactan drásticamente su entorno desde lo económico hasta lo social; en su libro The Second Machine Age, Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee bautizaron a estas tecnologías como Tecnologías de Propósito General (TPG) y las definieron como “aquellas que interrumpen [para llevarlo a otro plano] y aceleran la marcha normal del progreso económico”.
Las 3 TPG tradicionales son: la máquina de vapor, la electricidad y las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Existe el consenso que la cuarta TPG es la Inteligencia Artificial (IA) que, como leemos casi a diario, lo está transformando todo y seguirá haciéndolo con más intensidad en los próximos años; pero ¿cómo nos afectará? Para responder esta pregunta es preciso entender las olas del avance de la IA, que a la sazón son 4.
Primera ola: IA de internet. Esta ola se inició hace unos 15 años y se desarrolló tomando como base las opiniones que dejaban los usuarios en internet sobre productos o contenidos -likes, reseñas, puntuaciones, etc.-. Estas opiniones se convirtieron en datos etiquetados que fueron la data con la que se crearon los algoritmos de recomendación de las empresas nativas de internet como Youtube, Amazon, Facebook, entre otras.
Con dichas recomendaciones, las personas sienten que internet les da lo que necesitan y se vuelven cada vez más adictas a todo aquello que se les sugiere, generando grandes ingresos para las compañías que dominan esta IA.
Segunda ola: IA empresarial. Así como las empresas nativas de internet estructuraban y etiquetaban datos, las empresas tradicionales se dieron cuenta que ellas también lo hacían desde hace muchos años. Las aerolíneas sabían qué promociones funcionaban mejor, las aseguradoras qué tipos de siniestros declarados eran ciertos y cuáles fraudes, las teleco (compañías de telecomunicaciones) qué usuarios habían dejado la compañía, etc.
Estos datos han empezado a ser usados por algoritmos para encontrar correlaciones y predecir, mejor que un experto, qué cliente comprará un boleto aéreo, o qué siniestro es un fraude, o qué usuario está próximo a dejar la compañía.
Tercera ola: IA de la percepción. La sensorización de gran parte del entorno físico ha permitido digitalizar el mundo offline como lo hacen la cámara del iPhone con los rostros, Amazon Echo con los sonidos del hogar, City Brain de Alibaba con el tráfico en China, etc.
Esta ingente cantidad de datos ha sido aprovechada por los algoritmos de un nuevo tipo de IA, el del aprendizaje profundo -deep learning- que permite a los ordenadores reconocer sonidos, imágenes, vídeos, etc. para entender su medio y a partir de allí generar nuevas y mejores prestaciones para las personas en lo que empieza a llamarse el mundo OMO (online-merge-offline). A diferencia de las 2 olas anteriores, esta necesita de una gran cantidad de hardware.
Cuarta ola: IA autónoma. Es la fusión de las 3 anteriores donde los grandes volúmenes de datos estructurados y etiquetados son aprovechados por las IA de recomendación, predictiva y sensorial ya no solo para comprender el mundo sino para moldearlo sin intervención de los humanos, aquí radica la gran diferencia con la típica automatización donde las máquinas solo repiten actividades.
Con la IA autónoma serán los algoritmos los que tomarán decisiones autónomamente para realizar cambios en los procesos tanto del mundo online como del offline -y algunas veces sin informar a los humanos- o, lo más radical, podrán hacer cambios en la vida de las personas sin que estas hayan tenido la opción de opinar.
Aún está emergiendo la punta del iceberg llamado IA, nos queda mucho por ver, pero comprendiendo las olas de ésta podremos tener una mejor gestión de lo que se nos avecina.
Nota: Este artículo está basado en el best seller Superpotencias de la Inteligencia Artificial de Kai-Fu Lee.