
Gerente de Desarrollo del Emprendedor, Mibanco
(*) Artículo publicado en la edición 231 de la revista Microfinanzas https://statuscomunicaciones.pe/microfinanzas/M231.pdf.
Cuando hablamos de inclusión financiera, debemos recordar que sin educación, cualquier intento de ampliar el acceso a los servicios financieros no es suficiente. No se trata solo de conocer qué es una cuenta de ahorros o cómo pedir un préstamo, sino de aprender a tomar decisiones informadas sobre el dinero y cómo planificar para el futuro.
En el Perú, 8 de cada 10 negocios no sobreviven al primer año debido a la falta de conocimientos en gestión financiera y a la escasa innovación. Esta brecha frena el crecimiento de las mypes, afectando no solo a los emprendedores, sino también a sus familias y comunidades. Para muchos, el sistema financiero sigue siendo un terreno complicado o inaccesible.
Pongámonos en los zapatos de una emprendedora que vende ropa en un mercado. Maneja efectivo, paga a sus proveedores y sueña con hacer crecer su negocio. Pero cuando necesita financiamiento, no sabe por dónde empezar. Tal vez ha oído hablar de microcréditos, pero le preocupa endeudarse, porque no sabe si podrá pagar las cuotas. O prefiere guardar su dinero en casa, desconfiando de los bancos. ¿Cómo cambiaría su situación si tuviera acceso a educación financiera? Seguramente tomaría decisiones más informadas, aprovecharía oportunidades de crecimiento y mejoraría su calidad de vida. El desconocimiento también hace que se vuelvan vulnerables a mecanismos informales de financiamiento.
La educación financiera no solo ayuda a que los negocios se mantengan y empiecen a crecer, sino que empodera a las personas a diario. Les permite gestionar presupuestos, fomentar el ahorro y tomar decisiones estratégicas sobre inversión. A nivel social, contribuye a reducir la pobreza, impulsa la productividad y fomenta la innovación, creando un ecosistema económico más sólido y justo.
Pero no todo es fácil. La falta de programas adaptados a las necesidades y canales de fácil uso de los emprendedores es un gran desafío. Además, la informalidad del sector hace que muchas veces no haya una distinción clara entre las finanzas del negocio y las personales, lo que dificulta la adopción de buenas prácticas.
Es ahí donde las instituciones financieras y el Estado juegan un papel fundamental. No basta con ofrecer productos y servicios, sino que también tenemos que acompañar a las personas en el proceso de aprender a utilizarlos de manera estratégica. Hay muchas formas de acercar el conocimiento financiero, desde talleres comunitarios hasta herramientas digitales que enseñan cómo manejar el dinero. La tecnología ha sido clave en este sentido. Hoy, con un celular y acceso a internet, cualquiera puede aprender a gestionar su presupuesto, comparar opciones de crédito o invertir.
Desde Mibanco, hemos asumido este reto con la “Academia del Progreso”, una estrategia educativa que ofrece cursos, webinars y recursos enfocados en mejorar la gestión del dinero y el crecimiento de los negocios. A través de plataformas como WhatsApp, nuestra página web y la asesoría personalizada, adaptamos los contenidos a las necesidades de cada emprendedor.
Los resultados son tangibles: en el 2024, hemos realizado más de 800,000 capacitaciones, beneficiando a más de 400,000 emprendedores. Más de la mitad de ellos ha adoptado prácticas clave, como la elaboración de presupuestos, el control de gastos y la creación de un fondo de emergencia.
Cuando brindamos herramientas para comprender y gestionar las finanzas, no solo estamos ofreciendo acceso a productos, sino a la posibilidad de transformar vidas. ¡El reto es grande, pero las oportunidades también lo son!