(*) Artículo publicado en la edición 228 de la revista Microfinanzas https://statuscomunicaciones.pe/microfinanzas/M228.pdf.
Por Wilder Mayo Méndez
wilder.mayo@microfinanzas.pe
Según información del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), en el Perú, 1 de cada 3 ciudadanos vive en situación de pobreza monetaria, afectando principalmente a zonas urbanas y que no se revertirá sin acciones concretas. Frente a este panorama, las instituciones del sector microfinanciero se erigen como una pieza clave para combatir esta problemática, no solo apoyando a los microempresarios, sino también dinamizando la economía y sembrando esperanza en millas de familias.
Las micro y pequeñas empresas (mypes), que representan el 99,1% del tejido empresarial y contribuyen con el 20.7% del PBI, enfrentan desafíos estructurales: costos crediticios elevados, falta de historial crediticio y un sistema financiero que les destina apenas un 3% de los créditos directos.
Sin embargo, las entidades microfinancieras han demostrado una capacidad inigualable para llegar a los segmentos más vulnerables y a las zonas menos atendidas por la banca tradicional. Este acceso inclusivo no solo genera oportunidades, sino que también fomenta la resiliencia y la prosperidad en comunidades postergadas.
En un contexto donde la inversión privada crece tímidamente y el entorno económico sigue siendo desafiante, las microfinancieras desempeñan un papel vital al ofrecer tasas más competitivas y requisitos más accesibles para los emprendedores.
Esto impulsa la formalización, la generación de empleo y el crecimiento económico en el corto y mediano plazo. Además, la rentabilidad del sector ha mostrado signos alentadores: las cajas municipales, por ejemplo, registraron un crecimiento del 70,82% en su acumulado a septiembre, un indicador de su relevancia y estabilidad en el sistema financiero.
Sin embargo, persisten desafíos que requieren atención urgente. La disparidad en las tasas de interés entre las microempresas y las grandes corporaciones sigue siendo una barrera para el desarrollo equitativo.
Mientras que las grandes empresas acceden a un financiamiento con tasas promedio de 7,5%, los emprendedores enfrentan tasas que rondan el 36.1% en las cajas municipales y un alarmante 45,8% en la banca múltiple. Esta brecha no solo limita la competitividad de las mypes, sino que también perpetúa la informalidad y las desigualdades.
En este escenario, es imperativo que el gobierno y el sector privado trabajen juntos para fortalecer el ecosistema microfinanciero. Políticas públicas que promueven la competencia en el sector financiero, incentivos para la formalización y programas de educación financiera son esenciales para reducir las barreras al crédito y ampliar el alcance de estas instituciones.
El Perú necesita un crecimiento inclusivo, uno que coloque a las mypes y a sus millones de trabajadores en el centro de la agenda económica. Las microfinancieras han demostrado ser el motor silencioso que mueve esta transformación, pero necesitan un entorno más favorable para maximizar su impacto.
Solo así podremos construir un país donde el emprendimiento sea no solo un camino hacia el desarrollo, sino también una herramienta para erradicar la pobreza y generar prosperidad para todos los peruanos.