
Un nuevo y radical arancel sobre productos farmacéuticos de marca y patentados está a punto de volverse en contra de Estados Unidos, y los inversores globales ya se están preparando para las consecuencias.
- Esta es la reacción inmediata de Nigel Green, CEO de deVere Group, una de las organizaciones de asesoramiento financiero y gestión de activos independientes más grandes del mundo, luego del arancel del 100% anunciado por el presidente Donald Trump, que entrará en vigencia el 1 de octubre.
Está diseñado para obligar a que la fabricación de medicamentos se reubique en el país. Sin embargo, amenaza con aumentar los costos, interrumpir las cadenas de suministro y acelerar los flujos de capital fuera de los mercados estadounidenses.
Advierte que la medida socava el objetivo mismo que dice perseguir
- “Un arancel de esta magnitud sobre medicamentos de alto valor tendrá un impacto en todos los sectores de la economía sanitaria mundial”
- “En lugar de impulsar un renacimiento de la industria manufacturera, desalentará la inversión, aumentará la presión inflacionaria y atraerá capital sofisticado a mercados que permanecen abiertos y predecibles”.
Hay muchísimo en juego. Las importaciones farmacéuticas estadounidenses han aumentado a más de 200.000 millones de dólares al año, lo que refleja un sistema de producción global muy unido que no se puede desmantelar rápidamente.
Los ingredientes activos y los componentes críticos a menudo cruzan las fronteras varias veces antes de que el tratamiento terminado llegue al paciente.
- “No se pueden reconstruir décadas de infraestructura especializada de la noche a la mañana”, señala. “Los inversores ven esa realidad con más claridad que los responsables políticos”.
Este arancel llega en un momento en que Estados Unidos ya enfrenta el aumento de los costos de la atención médica y la persistente escasez de medicamentos.
Los analistas esperan que los precios de los medicamentos suban dentro de unos meses, a medida que los importadores y distribuidores traspasen el nuevo impuesto.
- “El impulso inflacionario es evidente”, afirma Nigel Green. “Los inversores globales buscarán más allá de los titulares y la posición, buscando un dólar más débil y una mayor capacidad de fijación de precios en los centros farmacéuticos fuera de Estados Unidos.
- “El capital es fluido y no esperará a que Washington cambie de rumbo”.
Señala el contexto más amplio de la confrontación comercial. La administración ha ampliado las investigaciones de seguridad nacional a la robótica, la maquinaria industrial y los dispositivos médicos, lo que indica que los productos farmacéuticos son solo un frente en una campaña más amplia.
- “El mensaje a los mercados es que Estados Unidos está preparado para utilizar los aranceles como arma en sectores críticos”
- “Invita a medidas recíprocas, fragmentando aún más las cadenas de suministro y creando precisamente la incertidumbre que los inversores a largo plazo evitan”.
Es probable que sus estrategias ya estén cambiando. Los mercados emergentes con una sólida infraestructura en ciencias de la vida y regímenes comerciales estables están atrayendo una nueva atención.
Las monedas vinculadas a estas economías podrían experimentar un renovado fortalecimiento a medida que los fondos se diversifican y se alejan del dólar. Es probable que las asignaciones de acciones se inclinen hacia empresas y jurisdicciones aisladas de la política comercial estadounidense.
“El instinto nos lleva a buscar la fiabilidad”, afirma Nigel Green. “Las regiones que mantienen mercados abiertos y apoyan la producción transfronteriza tendrán una prima”.
- También destaca las repercusiones para la economía estadounidense en general. La investigación y el desarrollo farmacéutico dependen de insumos globales predecibles.
Si se interrumpen esos flujos, se producirán demoras en los oleoductos y sobrecostos que afectarán a los proveedores de servicios de salud, a las aseguradoras y, en última instancia, a los consumidores.
“Los inversores están calculando las consecuencias de segundo orden”, explica. “Cuando el suministro de medicamentos esenciales se ve amenazado, afecta la productividad, los mercados laborales y la confianza económica general”.
Nigel Green añade que la política podría erosionar la posición competitiva de Estados Unidos en una industria que prospera gracias a la colaboración internacional.
- Restringir el acceso a ingredientes y experiencia de clase mundial no fortalecerá a Estados Unidos. Alentará al talento y al capital global a profundizar sus compromisos en otras partes.
El momento oportuno agrava el desafío. Con la inflación estadounidense aún por encima del objetivo a largo plazo de la Reserva Federal y los recortes de las tasas de interés apenas comenzando, otra fuente de presión alcista sobre los precios complica la política monetaria.
“Los inversores interpretarán esto como una nueva razón para cubrir su exposición a Estados Unidos”, afirma Nigel Green.
“Aumentarán las asignaciones a los activos que se benefician de la debilidad del dólar y a las regiones que pueden suministrar medicamentos esenciales sin interrupciones”.
A pesar de las garantías oficiales de que se acelerará la construcción de nuevas plantas nacionales, las barreras prácticas son inmensas. Construir instalaciones farmacéuticas avanzadas requiere años y miles de millones de dólares en capital, y la experiencia global necesaria no se puede conseguir por decreto.
“Los mercados entienden que esto no es algo que se pueda cambiar con solo pulsar un botón”, comenta Nigel Green. “Mientras tanto, la escasez y el aumento de los costos son casi inevitables”.
Concluye que la respuesta del mercado será rápida porque “el capital odia la incertidumbre”.
Al introducir un arancel repentino y generalizado en un sector crítico, Washington ha asegurado que los inversores globales se centren en economías e industrias donde el riesgo político es menor. Es probable que esto sea lo opuesto a la relocalización; más bien, cabe esperar que conduzca a la exportación de inversión.