En Perú, las mujeres enfrentan una caída del 42% en su probabilidad de empleo tras ser madres, según el NBER. Con una brecha salarial del 32% y solo el 1% de empresas ofreciendo guarderías. Especialista Raúl Mauro recomienda políticas que reviertan este “impuesto invisible” a la maternidad.

(*) Artículo publicado en la edición 231 de la revista Microfinanzas https://statuscomunicaciones.pe/microfinanzas/M231.pdf.
En el marco del Día Internacional de la Mujer, mientras se celebran avances en igualdad de género, persisten desafíos críticos en América Latina. Uno de ellos es la reinserción laboral de las madres en Perú, un problema que refleja brechas estructurales y culturales. Según datos del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), la diferencia salarial entre hombres y mujeres bordea el 32%, y la tasa de participación laboral femenina (61.6% en 2024) sigue estando 16.6 puntos porcentuales por debajo de la masculina (ver Tabla 1), afirmó Raúl Mauro Machuca, ingeniero economista y docente universitario.
De acuerdo con el análisis del especialista, entre el periodo 2022 a 2024, mientras los hombres mantienen ingresos promedio superiores a S/1,700 mensuales y tasas de actividad cercanas al 80%, las mujeres perciben menos de S/1,500 y su participación laboral no supera el 62%. La brecha, aunque se reduce levemente, sigue siendo alarmante.
El costo invisible de la maternidad
Un estudio del National Bureau of Economic Research (NBER, por sus siglas en ingles), revela que una parte importante de la brecha de género se explica por el hecho de que las mujeres se convierten en madres por primera vez.
“La maternidad suele ser un momento clave en la carrera de las mujeres, lo cual puede acarrear un retiro temporal del mercado de trabajo y puede reducir sus expectativas de crecimiento profesional lo que, visto en perspectiva, puede traer como consecuencia que muchas mujeres decidan postergar esta decisión. Después de tener su primer hijo, las mujeres enfrentan un costo que se refleja en una menor participación laboral, menores oportunidades de empleo o ingresos más bajos, y esta diferencia puede durar años en comparación con los hombres”, explicó Mauro.
Según el estudio de NBER, tras el nacimiento del primer hijo, la probabilidad de empleo de una mujer en Perú cae un 42%, efecto que persiste hasta una década. Esta “penalización por maternidad” no es exclusiva del país: en Sudamérica, naciones como Chile, Colombia y Argentina muestran tendencias similares (ver Gráfico 1).
Factores que perpetúan la desigualdad
Los factores detrás de este fenómeno pueden ser desde la falta de apoyo para el cuidado de sus hijos, la persistencia de los roles de género tradicionales, la limitada flexibilidad laboral, la discriminación laboral y la falta de políticas de apoyo. A continuación, Mauro precisó cada uno de estos factores.
En primer lugar, el cuidado infantil resulta insuficiente y costoso: apenas el 1% de las empresas peruanas ofrece guarderías in situ o subsidios para este fin, según la consultora Aequales. Además, los salarios postmaternidad —en promedio S/1,494 mensuales para mujeres en 2024— suelen ser demasiado bajos para cubrir el costo de contratar cuidadores, lo que fuerza a muchas a abandonar el mercado laboral.
A esto se suma la persistencia de roles de género tradicionales. Aunque el artículo 291 del Código Civil no establece la obligación de uno u otro género en el cuidado de los hijos, todavía prevalece la idea que es la mujer quien debe asumir este rol, práctica que limita severamente su participación en el mercado de trabajo.
La flexibilidad laboral también es un tema pendiente. Aunque algunos estudios mencionan que una proporción de empresas ofrece horarios híbridos, las condiciones específicas —como duración o requisitos— no están claramente definidas. Además, la alta informalidad (71.2%) excluye a las madres de beneficios básicos como licencias pagadas o seguro de salud, según datos del INEI.
Un tercer factor a considerar es la discriminación laboral asociada a la maternidad: pese a leyes como la Ley N° 30367 —que protege contra despidos por maternidad— y la Ley N° 30709 —que prohíbe la discriminación salarial—, el 35% de las mujeres reportan reducción de responsabilidades o ascensos tras ser madres, según Aequales.
“Este es un problema (discriminación laboral asociada a la maternidad) que no ha sido bien visibilizado por las estadísticas e informes nacionales hasta la fecha. A pesar de ello, existe una amplia normativa que protege a la mujer trabajadora que está embarazada partiendo desde la propia Constitución Política del Perú que protege a la madre (Art. 23)”, resaltó el especialista.
Aunque el Tribunal Constitucional (Exp. N° 0206-2005-PA/TC) ha fallado contra despidos por embarazo, la falta de fiscalización permite que persistan prácticas discriminatorias.
Adicionalmente, según Mauro, para muchas madres, los bajos salarios que podrían obtener al reincorporarse al mercado laboral pueden no compensar los gastos asociados a la contratación de una persona que se haga cargo del cuidado infantil.
“En consecuencia, las mujeres optan por quedarse en casa, lo que afecta no solo su bienestar económico a corto plazo, sino también sus perspectivas profesionales a largo plazo”, añadió.
Finalmente, las políticas públicas muestran fisuras. Las licencias parentales en Perú —98 días para madres frente a 4 días para padres— refuerzan roles tradicionales, y no existen programas estatales de capacitación laboral postmaternidad ni subsidios universales para cuidado infantil.
Análisis global
La discriminación laboral contra las mujeres ha sido ampliamente analizada por expertos como Claudia Goldin, ganadora del Premio Nobel de Economía en 2023. Goldin, quien dedicó gran parte de su carrera a estudiar la desigualdad de género en el trabajo.
Goldin señala que la brecha salarial no es solo un problema de discriminación directa, sino también de estructuras laborales que penalizan a quienes asumen responsabilidades familiares. Sus investigaciones han demostrado que las mujeres enfrentan barreras estructurales que dificultan su reincorporación al mercado laboral tras la maternidad.
Este enfoque se complementa con el análisis de Kleven et al., que identifica dos factores clave en la desigualdad de género: el costo del matrimonio y el costo de la maternidad. Su relevancia varía según el nivel de desarrollo de cada país.
En economías de baja industrialización, los costos de matrimonio son más importantes que los costos de maternidad representando normas, educación y valores culturales que anteceden a la maternidad.
Mientras que en países con desarrollo intermedio —en transición de economías agrícolas a industriales y urbanas—, la balanza se inclina: la maternidad se vuelve más costosa que el matrimonio. “Esto deriva en una división rígida de roles: las mujeres asumen el cuidado de los hijos, mientras los hombres se integran al mercado laboral”, precisó Mauro.
Finalmente, en los países industrializados, los costos de maternidad son preponderantes y reticentes a desaparecer en comparación con los costos casi inexistentes relacionados al matrimonio. En este punto, buscar eliminar las brechas de género equivale a desaparecer el costo de la maternidad.

El caso peruano
¿En qué posición se encuentra el Perú frente a esta problemática? Para Mauro, el país sigue siendo un caso atípico en los análisis globales. Pese a un PBI per cápita de US$8 mil anuales —indicador de desarrollo medio—, Perú combina una informalidad laboral alarmante (71.2%), baja productividad y una urbanización acelerada.
“El estudio de Kleven revela que un tercio de la brecha de género se explica por los costos de la maternidad, los cuales irán creciendo conforme se logre un mayor nivel de desarrollo socioeconómico”, señaló.
Esto pone sobre el tapete la necesidad de políticas públicas que permitan aprovechar los recursos de capital humano invertidos en la población independientemente del género y al mismo tiempo sopesar mejor los costos de reproducción necesarios para que el país siga creciendo hacia el futuro. Enfatizó que resolver esto demanda una alianza entre Estado, empresas y sociedad.
Desde el sector público, propone implementar políticas públicas que reduzcan el costo de la maternidad para las mujeres. Esto incluye subsidios al cuidado infantil, licencias parentales compartidas y programas de capacitación para mujeres que buscan reincorporarse al mercado laboral.
En el ámbito empresarial, para el docente urge que las empresas asuman un papel más activo en la creación de entornos laborales inclusivos. Horarios flexibles, teletrabajo y guarderías in situ son, para Mauro, pilares para retener talento femenino. Además, criticó los estereotipos que vinculan maternidad con baja productividad.
“Es necesario desmontar estereotipos que asocian la maternidad con una menor productividad o compromiso laboral. Deben eliminarse los prejuicios y la falta de oportunidades de ascenso para las mujeres que han decidido retornar al trabajo luego de cuidar a sus hijos”, sostuvo. Como reflexión final y en línea con el pensamiento de Claudia Goldin, dijo Mauro, podemos afirmar que el cambio será posible cuando las instituciones y las personas reconozcan que la igualdad de género no es solo un derecho, sino también una inversión en el futuro.
“Este Día Internacional de la Mujer, debemos comprometernos a construir un futuro donde la maternidad no sea un obstáculo insuperable para el desarrollo profesional. La igualdad de género no es solo un tema de justicia; es una inversión en el crecimiento económico y el bienestar social”, concluyó.


