
- El complejo de metales preciosos cierra 2025 con un tono claramente alcista, reflejando un entorno macroeconómico que ha favorecido a los activos reales.
- El oro se mantiene alrededor de los 4,300 USD por onza, mientras que la plata opera cerca de los 66 USD por onza, con rangos intradía aproximados de 4,318–4,344 USD para el oro y 65.9–66.5 USD para la plata. Este comportamiento responde a una combinación de expectativas de política monetaria más flexible, debilitamiento del dólar y una renovada búsqueda de cobertura ante la incertidumbre económica global.
El principal catalizador para el oro continúa siendo el binomio tasas reales–dólar. El índice dólar se mantiene alrededor de 98.3 puntos, acumulando una caída anual cercana al 9.5%, lo que ha reducido la presión sobre los commodities denominados en dólares. En paralelo, el rendimiento real de referencia, medido a través de instrumentos como el TIPS a 10 años, se sitúa cerca del 1.92%, un nivel que sigue marcando el costo de oportunidad de mantener un activo sin rendimiento como el oro.
En este contexto, el mercado ha mostrado una mayor sensibilidad a la trayectoria esperada de la política monetaria que al nivel puntual de las tasas. Si el escenario para 2026 consolida recortes graduales, el soporte estructural para el oro podría mantenerse, siempre que no se observe un repunte sostenido del dólar ni un aumento significativo de las tasas reales. Así, la fortaleza del metal responde a una convergencia macro más amplia, más que a eventos aislados de corto plazo.
La plata ha sido uno de los metales más destacados del año debido a su naturaleza híbrida, al combinar características de activo refugio con un fuerte componente industrial. En 2025, su desempeño ha estado impulsado por una demanda estructural vinculada a sectores como tecnología y transición energética, en un mercado con menor profundidad relativa. Como resultado, la plata acumula un avance cercano al 128% en el año, consolidando recientemente alrededor de 65.94 USD por onza, tras haber marcado picos en torno a los 66.52 USD.
Un elemento clave en el fundamento de la plata es la persistencia de un déficit estructural.Estimaciones seguidas por el mercado apuntan a un faltante cercano a 125 millones de onzas en 2025, prolongando varios años consecutivos de desequilibrio entre oferta y consumo. Cuando este déficit se mantiene, la plata tiende a registrar movimientos más agresivos que el oro, dado que su mercado es más reducido y su oferta es menos flexible en el corto plazo.
Dentro del grupo de los metales del platino, el platino ha ganado protagonismo en los últimos meses. Cotiza alrededor de 1,920–1,922 USD por onza, alcanzando máximos de varios años, apoyado por expectativas de demanda industrial y automotriz más estables, así como por una oferta contenida. En un entorno donde los inversionistas buscan diversificación dentro del sector, el platino ha comenzado a atraer flujos por valor relativo, especialmente frente a una plata más volátil.
El paladio, por su parte, se mueve en un rango aproximado de 1,634–1,684 USD por onza, reflejando una mejora general del sentimiento en el complejo, aunque con una dinámica estructural distinta. Su elevada dependencia del sector automotriz y la transición tecnológica hacia nuevas soluciones de movilidad han reducido su prima frente a años anteriores, lo que lo convierte en el metal más sensible a cambios puntuales de demanda y a ajustes en la oferta concentrada.
En el ámbito institucional, el oro mantiene un soporte adicional a través de la demanda oficial. En octubre de 2025, se registraron compras netas cercanas a 53 toneladas por parte de bancos centrales, un flujo relevante que suele actuar como amortiguador en episodios de corrección y que refuerza el papel del oro como activo estratégico de reserva, especialmente en un contexto de fragmentación geopolítica y financiera.
En conclusión, desde una perspectiva fundamental, el cierre de 2025 deja tres pilares claros para los metales preciosos: un dólar estructuralmente más débil, expectativas de una política monetaria menos restrictiva, especialmente a través de las tasas reales, y fundamentos sólidos de oferta y demanda, particularmente visibles en la plata. En este entorno, el oro se consolida como el ancla defensiva del sector; la plata concentra el componente direccional por su déficit y demanda industrial; el platino mejora su perfil como apuesta de ciclo y valor relativo; y el paladio permanece como el metal más expuesto a cambios tecnológicos y episodios de volatilidad sectorial.