Pese a ello, la calidad de la cartera crediticia seguirá mejorando en Perú, y también se verá una recuperación en su crecimiento, aunque no tan fuerte como la del año previo, consideró la agencia calificadora de riesgo especializada en microfinanzas MicroRate.
El mayor impacto de la crisis política que vive el Perú para las microfinanzas está en la dificultad que tendrán las entidades del sector para crecer y colocar créditos y, por lo tanto, es difícil que haya una mejora en su rentabilidad, advirtió MicroRate.
“Las entidades microfinancieras tienen una capacidad operativa y recursos financieros disponibles y pactados para cumplir cierta proyección de crecimiento, pero cuando hay una incertidumbre y las personas no saben qué va a pasar, es más difícil colocar”, dijo Pamela Gómez, analista senior de la agencia calificadora de riesgo especializada en microfinanzas.
Explicó que, en esas circunstancias, el cliente no quiere tomar más préstamos porque no sabe cómo le va a ir a su negocio, y termina siendo un impacto fuerte para las microfinancieras porque se dificulta su posibilidad de crecer.
“Si no crece la cartera según las proyecciones, su rentabilidad y calidad van a disminuir”, precisó durante el Seminario “Desempeño del Sector Microfinanciero en el 2022 y Expectativas 2023”.
Agregó que la crisis política también afecta el nivel de las tasas a las cuales se fondean las microfinancieras porque tendrán que tomar deuda más cara.
Y, en el caso de que se tomen decisiones de política que afecten al sector, como poner topes a la tasa de interés que se cobra a los clientes, el impacto negativo en el sector microfinanciero es directo.
“En Perú hay mucha incertidumbre de qué va a pasar y qué decisiones se van a tomar por el tema político. Es difícil que haya un incremento en la rentabilidad de la cartera de créditos de las empresas microfinancieras, y esto pasa por temas políticos”, sentenció.
En ese sentido, dijo que la rentabilidad se mantiene como un punto de estrés pues es difícil poder dar un salto y esto va a depender, por un lado, del tema político.
Pese a ello, manifestó que “felizmente” hay, en promedio, una buena regulación, buenos niveles de liquidez y adecuados niveles de solvencia en el sistema microfinanciero del país.
Cartera crediticia
Gómez consideró que, pese a ese escenario de crisis política, la calidad de la cartera crediticia seguirá mejorando en Perú, y también se verá una recuperación en su crecimiento, aunque no tan fuerte como la del año previo, pero seguirá avanzando por el potencial que tiene el mercado y la capacidad de los actores de responder y adaptarse a las necesidades del sector.
“Si vemos las cifras de la calidad de cartera real, donde se toma en cuenta los refinanciados y reprogramados, hay una tendencia que mejore simplemente porque cuando llegó la pandemia las empresas no estaban tan preparadas como lo están ahora para asumir los riesgos y la incertidumbre que esto traía. La ventaja ahora es que ya se conoce este problema”, afirmó.
Sin embargo, agregó que hay un segmento que piensa que las cosas mejoraron, que ya pasaron los problemas de la pandemia y que estamos en una nueva normalidad, pero se ve que los brotes de la COVID-19 siguen y llegan nuevas variantes, por lo que no hay una certeza de lo que pueda ocurrir con la pandemia.
“Con algunas excepciones, la mayoría de las entidades microfinancieras ya lo asume dentro de su planeamiento, las proyecciones que puedan hacer y las medidas que puedan tomar”, manifestó.
Por ejemplo, Gómez explicó que en el sinceramiento de la cartera hay una tendencia a solucionarse los créditos reprogramados, a calificarse dentro de la cartera de riesgo o a castigarse.
Hay cierta limpieza de la cartera y con la experiencia y preparación de las nuevas realidades que estamos viviendo también las colocaciones se dan de una forma cuidadosa y con más prudencia. Por eso se espera que la calidad de la cartera pueda seguir mejorando, aunque quizá no a nivel del último año.
Rotación
También afirmó que en el sector microfinanciero de Sudamérica ha habido un incremento en la rotación de personal que ha pasado de 22% a 28% en promedio entre junio del 2021 y junio del 2022 en el caso de empleados.
En el caso de los analistas el nivel de rotación en la región pasó de 35% a 40% en el mismo periodo.
MicroRate afirma que, a setiembre del 2022, el sistema microfinanciero peruano mantuvo una tasa estable de crecimiento de colocaciones que se ubica en alrededor de 10%, tendencia impulsada principalmente por Mibanco, Cajas Rurales y Cajas Municipales, destacando el ritmo alcanzado por estas últimas (13,7% anual).
Sin embargo, el número de prestatarios crece a un menor ritmo (9% anual) y denota que el préstamo promedio solo crece 1% en línea con una mayor cautela tanto de la entidad financiera como del empresario (expectativas menos favorables para invertir).
Esta situación anticipa el enfoque de atención sobre los mejores clientes, lo que impulsaría una mayor competencia en el mercado microfinanciero local, señala la calificadora de riesgo crediticio.
Los préstamos desembolsados en su mayoría están dirigidos al sector comercio (47.3% del total de cartera), lo secundan transporte y comunicaciones, inmobiliarias, manufactura y agricultura respectivamente.
Estos 5 sectores han mantenido un crecimiento estable desde junio del 2021.
Advierte que los castigos de préstamos siguen siendo elevados, similar a lo reportado el año pasado y explican en gran medida una cartera en riesgo total aún alta, a pesar de una ligera mejora respecto al 2021.
Indica que, en la medida que las entidades saneen por completo sus créditos afectados por la COVID-19, se estaría acercando las cifras a lo reportado previo a la pandemia.
La calidad de originación y apetito de riesgo se mantendrán como factores claves, como también el desenvolvimiento del entorno.
Rentabilidad
MicroRate afirma que, si bien se observa una recuperación de la rentabilidad en el sector, aún no recupera los niveles registrados previo a la pandemia.
Desafíos principales están asociados a la aún elevada cartera en riesgo (aún afectada, entre otros factores, por crisis sanitaria, entorno y expectativas poco favorables) que sigue impactando negativamente vía menores ingresos financieros y aún altos gastos de provisiones.
La mayor gestión de eficiencia y de optimización del gasto financiero aún no compensan la desmejora de los otros indicadores.