En el Día Internacional de la Mujer, datos de MicroRate revelan cómo la participación femenina en microcréditos supera el promedio regional. Experta destacan que su disciplina financiera y enfoque social están transformando economías locales.

(*) Artículo publicado en la edición 231 de la revista Microfinanzas https://statuscomunicaciones.pe/microfinanzas/M231.pdf.
En un contexto global donde la equidad de género sigue siendo un desafío, el sector microfinanciero emerge como un espacio clave para el empoderamiento femenino y el progreso socioeconómico. Así lo destaca Zulma Chávez, Key Account Specialist de MicroRate, quien afirmó: “El liderazgo de las mujeres en las microfinanzas no solo construye negocios, sino que redefine el futuro de familias y comunidades enteras”.
Según Chávez, las microfinanzas han trascendido su rol tradicional de financiamiento para convertirse en un catalizador de inclusión económica.
“Cuando una mujer accede a estos servicios, no solo incrementa sus ingresos: mejora la educación, la salud y el bienestar de su hogar. Es un efecto multiplicador que trasciende lo individual”, explicó. Estudios respaldan esta visión: las mujeres destinan hasta el 90% de sus ganancias al núcleo familiar, frente al 35% de los hombres, según datos del Banco Mundial.
La experta subraya otro aspecto crítico: la disciplina en el manejo de créditos. “Las mujeres muestran menores índices de morosidad y mayor compromiso con los pagos. Esto no solo beneficia a las instituciones financieras, sino que consolida su autonomía económica”, destacó.
Un informe de la Corporación Financiera Internacional (IFC) confirma que las carteras con mayoría de clientas mujeres registran un 20% menos de impagos en promedio.
Los números revelan progresos significativos. El Benchmark Social de MicroRate (con cifras a junio de 2024) muestra que Perú lidera la inclusión femenina en la región: el 60.7% de los clientes microfinancieros son mujeres, superando el 58.2% regional. En créditos, la brecha es mayor: el 64.1% de prestatarias peruanas contrasta con el 59.1% latinoamericano.
Sin embargo, advierte que estos logros son solo el principio: “Ofrecer préstamos no basta. Necesitamos capacitación en gestión empresarial, redes de apoyo y herramientas digitales. Solo así garantizamos negocios sostenibles”.
Para ello, las instituciones deben adoptar enfoques integrales que combinen inclusión financiera con empoderamiento. Entre las buenas prácticas internacionales destacan:
1. Capacitación en habilidades blandas: El desarrollo de habilidades de liderazgo, negociación y resolución de conflictos ayuda a las mujeres a ser más competitivas y seguras de sí mismas en el ámbito empresarial, aumentando así sus posibilidades de éxito.
2. Formación tecnológica: En un mundo cada vez más digitalizado, la formación en herramientas tecnológicas es esencial. Capacitar a las mujeres en el uso de plataformas digitales, redes sociales y software especializado les permite optimizar sus negocios y reducir costos operativos.
3. Promoción del ahorro: Implementar programas de ahorro que permitan a las mujeres planificar a largo plazo y enfrentar posibles crisis económicas, les otorga mayor seguridad financiera, lo que a su vez aumenta su capacidad para invertir en sus negocios y en sus familias.
4. Charlas orientadas al empoderamiento de la mujer: Estas charlas dirigidas a toda la familia buscan generar conciencia sobre el rol que desempeña la mujer emprendedora dentro del hogar, partiendo de una base de equidad frente al hombre.
“Según la II Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT) 2023, las mujeres peruanas destinan 2 horas y 05 minutos al día más que los hombres a actividades de trabajo no remunerado. La inversión de ese tiempo podría ser destinado, por ejemplo, a actividades de desarrollo de negocios, social, educativo, de salud, entre otros”, sostuvo Chávez.
5. Redes de apoyo y empoderamiento: Crear espacios de encuentro y networking entre mujeres emprendedoras fomenta el intercambio de experiencias, conocimientos y oportunidades de negocio. Estas redes no solo contribuyen al crecimiento individual de las empresarias, sino que también favorecen el desarrollo de comunidades de apoyo.
6. Productos financieros adaptados a sus necesidades: Comprender las circunstancias particulares de las mujeres y sus necesidades específicas es clave para ofrecer productos y servicios financieros debidamente adaptados, que respondan a sus retos cotidianos y que les permitan alcanzar sus metas a corto y largo plazo.
En el Día Internacional de la Mujer, estos datos refuerzan un mensaje: invertir en mujeres es invertir en desarrollo. Mientras América Latina avanza, el reto sigue siendo claro: transformar el acceso financiero en oportunidades reales. Y en esa ecuación, las mujeres no son solo beneficiarias, sino protagonistas del cambio.
“Aunque aún persisten retos, la presencia y el liderazgo femenino están marcando una diferencia tangible en la creación de una economía más inclusiva, diversa y sostenible. Las mujeres no solo están construyendo empresas, sino también nuevas oportunidades que transforman vidas y comunidades, generando un futuro más inclusivo y equitativo para todos”, concluye la especialista de MicroRate.
