“La capacitación no es solo cuestión de enseñar a usar una herramienta o seguir un proceso, se trata de moldear mentalidades, de afilar la capacidad de adaptación, de fortalecer la resiliencia frente al cambio. Ahí es donde reside el verdadero poder, y es ahí donde se gana o se pierde la batalla”.
(*) Artículo publicado en la edición 226 de la revista Microfinanzas https://statuscomunicaciones.pe/microfinanzas/M226.pdf.
Hace algunos años, tuve el privilegio de liderar la implementación de una tecnología que prometía revolucionar nuestros procesos comerciales. La emoción era palpable, esa adrenalina que te inyecta lo último en innovación. Nos lanzamos con todo, convencidos de que estábamos a punto de alcanzar la cima, pero tan rápido como la novedad nos entusiasmó, nuestro cliente interno la desechó sin piedad y la inversión no trajo los resultados, simplemente no estuvieron a la altura de las expectativas en todo sentido.
Ahora, no me malinterpreten, la tecnología no era el problema, era robusta, innovadora, lo mejor del momento, pero había un detalle que subestimamos: nuestro equipo no estaba preparado para exprimir todo su potencial.
No se trataba solo de aprender a usar una nueva herramienta, era un reto mucho más profundo. Nos topamos con una barrera invisible pero demoledora: el mindset y la actitud ante el cambio, la disposición para dejar atrás lo familiar y abrazar lo desconocido, todo ello se convirtió en nuestro verdadero y mayor desafío y eso, amigos, es algo que ninguna tecnología, por más avanzada que sea, puede resolver por sí sola.
Cuando se menciona la palabra “capacitación” muchos piensan automáticamente en entrenamiento técnico. Claro, es innegable que, sin una base técnica sólida, ningún empleado puede desempeñar sus funciones de manera efectiva, pero permítanme ser claro: en mi experiencia, la falta de habilidades técnicas es solo la punta del iceberg.
Lo realmente interesante está debajo de la superficie, es ahí donde se ocultan las verdaderas brechas que afectan el rendimiento y la innovación. La capacitación no es solo cuestión de enseñar a usar una herramienta o seguir un proceso, se trata de moldear mentalidades, de afilar la capacidad de adaptación, de fortalecer la resiliencia frente al cambio. Ahí es donde reside el verdadero poder, y es ahí donde se gana o se pierde la batalla.
He presenciado cómo, incluso los empleados más capacitados técnicamente, pueden quedar atrapados en viejos paradigmas, esos que actúan como anclas, frenando su capacidad para adaptarse a nuevas herramientas o metodologías.
Un ejemplo claro: imagina a un equipo de ventas acostumbrado al enfoque tradicional, que de repente se enfrenta a un CRM más avanzado. No es que no puedan aprender a usarlo, eso es lo de menos; el verdadero obstáculo es que no creen en su valor o, peor aún, temen el cambio que representa. Aquí se revela una verdad incómoda: la capacitación técnica, por sí sola, es apenas una pieza de un rompecabezas mucho más complejo.
La falta de capacitación 360 grados es como no alimentarse 360 grados, así como la anemia es una enfermedad silenciosa que trae graves consecuencias en cuerpo y mente, la falta de capacitación también ocasiona este daño, es un daño silencioso que va corroyendo los resultados, el servicio al cliente, el trabajo en equipo, el compromiso, la cultura organizacional.
Muchas veces se deja de lado la capacitación 360 grados porque no se ve, no se comprende, es de largo plazo, sin embargo, cuando un barco tiene muchos agujeros, simplemente por más que intentes avanzar al final se hunde y el proceso de sacarlo del fondo del mar es más doloroso que la inversión que se pudo haber hecho inicialmente.
¿Cómo hacer el cambio? Comienza por cambiar las creencias de las personas, de manera grupal y luego de manera individual, avanza paso a paso en la incorporación de cambios, lidera y acompaña, empodera, mide y refuerza, adapta, revisa el proceso, celebra el resultado, paso a paso, uno a la vez.