EL LIDERAZGO ES COMPARTIR UN SUEÑO
LEYENDA: El autor es periodista especializado en Economía y consultor en temas de Liderazgo y Educación Emprendedora del Instituto FINANPOS. Tiene más de mil artículos publicados sobre periodismo, literatura, arte, medio ambiente y economía. En la foto aparece con dos “campesinas characatas” (arequipeñas).
© Diario CERTEZA
Por César Sánchez Martínez / LIMA
El liderazgo supone compartir todo: sueños, ideas, propuestas, iniciativas, cargas, visiones, disciplinas y vida. El liderazgo no es optimismo, positivismo o activismo. Se puede tener esos recursos o dones, pero no ser un líder.
Compartir no es fácil. Se habla algunas veces de una visión compartida, pero muchas veces eso no se cumple en la práctica. Se requiere una buena dosis de desprendimiento para compartir un ideal; y decimos que no es fácil, porque el corazón del ser humano muchas veces tiende hacia el egoísmo. Queremos tener las cosas para nosotros o estar siempre al frente. Preferimos ser cabeza de ratón y no cola de león.
El ego no nos permite estar en segundo o tercer lugar, queremos ser siempre los primeros, pensando que un líder siempre está adelante y debe ser el primero, porque muchas veces los gurús de la administración moderna así lo pregonan y enseñan en las universidades.
Algo que debemos aprender del ahora llamado “coaching” que un excelente y buen coach no impone ni influencia en las personas o auditorio, sino que mediante ciertas técnicas comunicacionales genera que la misma persona encuentre sus soluciones y tome una decisión. El coach simplemente fue, más que un simple entrenador, un facilitador.
Por esa razón, el líder debe estar dispuesto a compartir sus sueños y visiones, e incluso estar en condiciones de ver que los otros hacen bien las cosas y si lo pueden superar, mejor. En sociedades egoístas y machistas es muy difícil lograr este tipo de metas. Incluso, para que un varón acepte una sugerencia de una mujer, que incluso, puede ser la jefa, es complejo.
Sólo el hombre estaba llamado a liderar y la mujer era considerada una ciudadana de segunda categoría en algunas sociedades. Incluso, en el Perú hasta la década de los años 50 recién obtuvieron su derecho al voto. En comunidades orientales y la sierra o amazonía peruana, aún persisten patrones netamente machistas. Curiosamente son las mismas mujeres quienes perpetúan esta costumbre.
¿Por qué un líder debe compartir sus sueños o ideales? En principio se comparte lo que se tiene. Nadie puede compartir lo que no tiene y eso supone que una persona que es líder debe tener un sueño o visión. No nos referimos a lo estipulado en los planes estratégicos u operativos. Nos referimos a esos sueños que hacen que el líder se diferencia de los demás por visionar algo que aún no es realidad.
Pero también el líder comparte cargas. Es decir, aquellas cosas que hacen más liviana la cotidianidad de la vida. El líder es una persona de carne y hueso, y, por lo tanto, sabe compartir sus cargas de diversas maneras, como, por ejemplo, delegando funciones, dejando de ser “todista” (el que todo lo sabe y todo lo hace), dando oportunidades a los otros, motivando al personas o subordinados, valorando el trabajo o ideas de los demás, reconociendo en público el aporte ajeno, solidarizándose con el dolor del otro, etc., etc.
El pastor bautista Martin Luther King Jr., desarrolló un liderazgo digno de imitar. Todos sabemos que fue un excelente defensor de los derechos civiles en los Estados Unidos e hizo su pacífica “lucha”, precisamente en un ambiente hostil cuando los ciudadanos negros eran minimizados por el color de su piel. El solía decir, “tengo un sueño”, refiriéndose al momento cuando los hombres blancos y negros tengan los mismos derechos sin discriminación alguna.
Luther King no sólo lideró el movimiento a favor de los derechos civiles de los negros, sino también luchó contra la pobreza, especialmente de sus hermanos negros, pero se opuso tenazmente a la guerra contra Vietnam que su país realizaba con esa nación asiática. Tanta fue su influencia que logró sus objetivos, aunque tuvo que morir por ellos. Fue asesinado en Memphis (Tennessee) el 4 de abril de 1968, cuando tenía sólo 39 años. Tuvo muchos premios, aún póstumamente. Fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1964. Fue un connotado líder cristiano y excelente coach. Su pensamiento fue siempre la desobediencia civil y pacífica, y nunca la violencia.
El 28 de agosto en Washington, ante más de 200 mil personas, delante del monumento a Abraham Lincoln, pronunció su famoso discurso: “Tengo un sueño”. Parte de su discurso fue: “Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad”.
Efectivamente, el liderazgo significa sacrificio que aún nos puede costar nuestra salud. ¿Estamos dispuestos a seguir con ello? Hay un costo que pagar. Obviamente no con la muerte, pero sí hay un costo social.
Insisto en algo. Liderazgo no es manda, no es sinónimo de jefatura, sino de ejemplo, servicio e integridad. Sabemos que la integridad es más que honestidad, porque toca las fibras más íntimas de nuestras vidas, aquellas cosas que hacemos cuando nadie nos ve. ¿Estamos dispuestos a ser líderes que cambien al mundo?
Concluyo con una frase de Martin Luther King: “Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género humano”.