UN LÍDER BASA SU VIDA EN LA SABIDURÍA Y NO EN EL “AMIGUISMO”, DEFIENDE LA VERDAD A PESAR DE LAS SITUACIONES ADVERSAS
LEYENDA: El autor es periodista especializado en Economía y consultor en temas de Liderazgo y Educación Emprendedora del Instituto FINANPOS. Tiene más de mil artículos publicados sobre diversos temas de su especialidad.
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El liderazgo es prudencia
Por César Sánchez Martínez / LIMA
Se afirma que una persona prudente es sabia. Efectivamente esa frase es una gran verdad. Sólo las personas sabias saben tener a la prudencia como un estilo de vida. Son reservadas y evitan los chismes y murmuraciones.
A veces he sentido la presión de otras personas de actuar como ellas lo hubiesen hecho ante tales circunstancias. Generalmente, las personas esperan que todos actúen bajo un “espíritu de cuerpo”, basado más en la amistad que en las cosas correctas. Muchas veces se defiende a las personas a pesar de sus errores y faltas ética, sólo por el “amiguismo” y no porque es la verdad.
Un líder es una persona prudente, ante todo. Puede escuchar muchas cosas, pero las guarda y no las difunde. No está en problemas o controversias sobre quién dijo la verdad o no. Tampoco se mete en chismes o murmuraciones. No toma partido por un grupo, es imparcial y toma las decisiones correctas.
La prudencia es una virtud que no la tiene cualquiera, pero tampoco es algo imposible de alcanzar. Se puede aprender a ser prudente. La prudencia evita muchos problemas y es una noble tarea que conlleva a la concordia, unidad, armonía y paz. La prudencia es para personas valientes.
Un líder no anda entrometiéndose en cualquier asunto. El liderazgo es una posición que se gana con el ejemplo, la influencia y el servicio. Es fácil identificar al líder, razón por la cual la prudencia debe ser su bandera.
Existe un dicho popular que afirma: “La verdad ofende” o “la verdad siempre duele”. Un líder puede estar al frente de la verdad, pero la prudencia lo refina. La prudencia no es diplomacia, sino saber decir la verdad, así duela, pero como conviene.
Se aprende la prudencia que es la antesala de la sabiduría, pero ser prudente es más que ser una persona reservada. Hay personas reservadas, que efectivamente no se meten en problemas y guardan bajo siete candados un secreto, pero no hacen nada por cambiar la realidad.
Un líder siempre busca cambiar la realidad, al menos, cuando ésta es monótona, tradicional y habitual. Tampoco se trata de cambiar por cambiar cuando las cosas están por buen camino.
A veces hay que ser disruptivos. Es decir, proponer cambios radicales que prometan mejorar la competitividad personal, las relaciones grupales y las costumbres.
Se afirma que la prudencia es la capacidad de pensar positivamente. Es decir, pensar siempre en lo correcto, en lo que es bueno para los otros. Si una palabra o actitud perjudicará a otras personas, mejor no hacerlo o decirlo.
Siempre hay riesgos por asumir que, en el ámbito de la administración de los riesgos integrales, se pueden transformar en siniestros, si no se toman las medidas adecuadas.
Por eso, frente a determinados acontecimientos o actividades hay qué saber pensar para actuar o gestionar correctamente. Aún algunas personas cuando callan son tomadas como prudentes.
El líder no necesariamente tiene que decir algo en todas las circunstancias. No tiene la obligación de tomar, por ejemplo, la palabra en una sesión o asamblea. Es notorio que, en sesiones o asambleas, siempre son las mismas personas quienes hablan y muchas veces, sus propuestas no son las correctas.
Es verdad que hay riesgos posibles que asumir, pero para ello, una buena reflexión trabajada con antelación o con el concurso de otras personas, puede ser la decisión correcta para asumir o gestionar.
De lo que se trata es que, mediante una actitud prudente, se puedan tomar decisiones correctas que no perjudiquen a terceros, ni limiten sus derechos.
Una persona prudente tiene visión de futuro, porque mediante su postura imagina los futuros escenarios como resultado de su proceder. Reflexiona acerca de cómo sucederán las cosas si dice algo, callao o simplemente actúa. Se proyecta al futuro y analiza con detenimiento un asunto. Obviamente que hay situaciones que se presentan en el momento y se requiere una accionar casi al instante, pero por su experiencia, se tomará algunos segundos para actuar.
Lo contrario a la prudencia es la necedad, impaciencia, falta de tolerancia, enojo y hasta violencia. Un verdadero líder que influencia en los demás, está lejos de estas realidades.
El líder prudente es también justo, Es decir, la justicia es su estandarte y siempre actuará con equilibrio. La prudencia es parte de la integridad que es la totalidad en el liderazgo.
DISCERNIMIENTO Y DISTINCIÓN
La prudencia es también una virtud que discierne el bien del mal, lo correcto de lo incorrecto. Se requiere cierta capacidad de análisis y ética para adoptar la prudencia como estilo de vida.
Pareciera que una persona prudente está más cerca del cielo que del infierno, pero sospecho que esta frase tiene mucha verdad.
En la historia vemos que hasta por prudencia se evitaron guerras, muertes, actos de violencia, pero se lograron victorias y hasta se ganaron laureles.
En el liderazgo la prudencia se trabaja. Demanda tiempo y esfuerzo. También trabajar en las vidas de las personas, tipo discipulado o consejería.
En el trabajo que realizó con mi esposa en la Consejería Matrimonial, por ejemplo, observo que muchos problemas de las parejas se hubieran evitado si sólo hubiera un poco de prudencia en los cónyuges. Algunos se evitarían de entrar en sicoterapias. Sin embargo, la falta de prudencia trae siempre problemas, malentendidos y hasta separaciones.
Se puede entender que la imprudencia forma parte de la vida de los adolescentes, precisamente, porque ellos están en la etapa de transición de la niñez a la juventud, pero cuando la imprudencia permanece en la adultez, la situación muchas veces es difícil.
Por esas razones, siempre recomendamos que quienes aspiren un liderazgo emprendedor, ético, empresarial, académico o político, la prudencia siempre será la mejor compañera del éxito.
Admitimos que es difíciles asimilar, cuando la persona es adulta, estas enseñanzas, pero no es imposible. Al final de cuentas, la prudencia es un estilo de vida que sólo los verdaderos y auténticos líderes la tienen.
No se desanimen. ¿Se puede aprender a ser prudentes en estos tiempos de competitividad y cambios bruscos en la sociedad? Sí es posible. Demandará tiempo, convicciones por parte de quienes desean aprender y tomar buenas decisiones de los nuevos líderes que nuestra sociedad necesita.