LA CORRUPCIÓN FRENA EL DESARROLLO SOCIAL

Escrito por César Martinez. Publicado en Febrero-2018

Por Janet Mogollón Pérez*

La falta de ética y las prácticas deshonestas en los diversos estamentos de la gestión pública y del sector privado, afectan al desarrollo social y son al mismo tiempo, las más difíciles de ser probadas porque los delincuentes de “cuello y corbata” generalmente nunca dejan pruebas.

Urge entonces hacer cumplir las políticas de controles internos que desde la perspectiva de la administración de riesgos y buen gobierno organizacional son necesarios para el desarrollo nacional.

La corrupción no sólo es un acto inmoral y lesivo a los intereses del país, sino que fomenta el subdesarrollo, analfabetismo, pobreza, desnutrición, delincuencia, desempleo y otros males sociales. Frena el crecimiento económico y el bienestar social de la población.

En el Perú por lo general, la corrupción siempre estuvo ligada a la actividad política, desvirtuando de esta manera, el importante rol que cumplen los partidos políticos en la democracia. Es cierto que algunos malos funcionarios del gobierno central, regional y local han abusado de su autoridad para cometer actos delictivos, pero los hechos dolosos también están presentes en el sector privado, instituciones civiles, organizaciones populares y hasta en grupos religiosos.

La corrupción tiene matices y está en todos los ámbitos. Está en el juez que recibe soborno de los litigantes, en el chofer que paga coima a la policía, en el profesor que acepta dinero de sus alumnos, en la licitación pública poco transparente y en el periodista que cobra por difundir una noticia. También en el título académico falsificado, en el pastor evangélico que exige ofrendas a sus creyentes para su beneficio personal, en el sacerdote que se apropia de bienes comunales y en los políticos que mienten con promesas falsas para lograr sus objetivos.

Asimismo, en empresarios que pagan para ganar concursos públicos, en adquisiciones sobrevaluadas, en la evasión de impuestos, en los delitos económicos y financieros, y en empleados que roban tiempo y materiales de sus centros de trabajo. La corrupción es casi inherente a nosotros. Hemos crecido con ella y la tenemos cerca de nosotros.

De ahí que la corrupción podría convertirse en una institución. La cultura de “Pepe el vivo” es el modelo de vida de algunos peruanos. El Poder Judicial es casi sinónimo de corrupción, e incluso, hay quienes celebran los “logros” alcanzados. Si queremos que el país cambie empecemos cumpliendo las normas que ya están escritas. El propio Estado para prevenir actos dolosos y evitar escándalos, ha desarrollado estrictas normas de control interno, pero lamentablemente no se cumplen.

Algunas empresas están en la obligación de tener manuales internos para brindar información sobre transacciones vinculadas con el lavado de activos, pero no cumplen la norma. La obligación es para todas las personas y empresas que desarrollan acciones como compra y venta de divisas, servicio de correo y courier, comercio de antigüedades, joyas, metales y piedras preciosas. También monedas, objetos de arte y sellos postales, préstamos y empeño.

Asimismo, agencias de viajes y turismo, hoteles y restaurantes, notarios y martilleros públicos, y organizaciones que reciben donaciones o aportes de terceros. ¿Quiénes de estas empresas cumplen la normatividad? Hasta en el fútbol la corrupción está latente con la elección de dirigentes cuestionados o la suplantación de nombres.

* Consultora del FINANPOS / Instituto de Finanzas Populares y Economía Solidaria.