LO BUENO DE LA INDEPENDENCIA Y FORTALEZA DE NUESTRAS INSTITUCIONES
Por: Federación Latinoamericana de Bancos, FELABAN.
En 1990, las cifras del Fondo Monetario Internacional (FMI) indicaban que América Latina registraba una inflación anual promedio del orden del 438%. La década de los setenta, ochenta y noventa evidenció colosales desequilibrios macroeconómicos y una elevada inflación que en varios países de la región fue calificada como calamitosa. De acuerdo con las Naciones Unidas, la persistencia y la inercia de los precios estuvo relacionada con la crisis de la deuda externa, los altos déficits fiscales, las mega-devaluaciones, y las crisis financieras que marcaron un pretérito lleno de complejidades.
Hoy, para fortuna de la región, la situación es bien diferente. La inflación promedio de 17 países de la región muestra una media simple de 4.38% a febrero de 2018, con una desviación estándar de 5.72%. La disminución de la inflación a niveles de 1 dígito ha sido un logro encomiable para la macroeconomía regional. El nivel de precios regional es más estable, más predecible, y permite que los agentes económicos tengan un mayor poder adquisitivo.
En este logro de la política económica convergen diferentes elementos que bien vale examinar. Entre ellos están una menor indexación, la mayor oferta de bienes y servicios producto de una apertura comercial de la década de los noventa, una política fiscal más disciplinada que aquella del siglo pasado, una banca central independiente, esquemas cambiarios flotantes, y la adopción de una política anti-inflacionaria por objetivos (inflation targeting).
Según un trabajo del FMI (2011) la tríada de banca central independiente, un fortalecimiento el sector financiero privado y un ajuste fiscal en los noventas, llevó a una reducción de la inflación de manera permanente rompiendo la espiral de inercia que históricamente existió.
Un papel especial cumple la adopción de políticas de estabilidad de precios basadas en inflación por objetivos. Establecer metas plurianuales de inflación de manera anticipada, aunado a un proceso de anuncio de las herramientas de política monetaria a utilizar, ha sido una de las claves para reducir la inflación y aumentar la credibilidad de la política monetaria. La inflación por objetivos fue implementada por primera vez en Nueva Zelanda 1990, en Reino Unido en 1993, y en Canadá en 1997. Todos experimentaron disminuciones importantes en la inflación según la evidencia acopiada por el trabajo clásico de Frederic S. Mishkin, Adam S. Posen (1998).
En América Latina, los resultados también han sido importantes. De acuerdo con el trabajo de Vittorio Corbo Klaus Schmidt-Hebbel (2011) , la implementación de la inflación por objetivos ha sido fundamental para reducir la inflación a nivel regional. De la misma forma, para fortalecer la institucionalidad que es amigable con los mercados, y que a su vez brinda información oportuna para una mejor formación de los precios de los activos financieros.
De igual forma, de acuerdo con el Banco de España (2011) , la política monetaria actual de América Latina no solo ha permitido un mejor control de la inflación, sino que además permitió soportar con mejores herramientas los nefastos efectos que tuvo la crisis financiera de 2008-2009 sobre los sistemas financieros y la economía.
Adicionalmente, en el período 2014-2015 cuando buena parte de las monedas de América Latina se depreciaron frente al dólar de los Estados Unidos, el efecto en la inflación fue considerado como moderado, tanto para los bienes transables, como para los bienes no transables, de acuerdo con una investigación del Banco Interamericano de Desarrollo - BID (2016) . Esto mostraría una mayor credibilidad en la institucionalidad monetaria que la registrada una década atrás.
En síntesis, puede decirse que América Latina ha tenido un importante logro a la hora de controlar la inflación. Esta variable, que era un dolor de cabeza del pasado que conllevó a cambios de moneda, dolarizaciones, pérdida de reservas internacionales y por ende apretones monetarios que contrajeron la oferta de crédito, indudablemente, hoy muestra un mejor registro.
Si bien es una condición necesaria para lograr un mayor crecimiento económico y una mejor estabilidad financiera, no es una condición suficiente para avanzar. Así como la inflación ha venido disminuyendo producto de una política monetaria ordenada e institucional, la lucha contra otros problemas económicos debería seguir su ejemplo.