EL LIDERAZGO ES UN APOSTOLADO
LEYENDA: El autor es periodista especializado en Economía y consultor en temas de Liderazgo y Educación Emprendedora del Instituto FINANPOS. Tiene más de mil artículos publicados sobre diversos temas de su especialidad.
© Diario CERTEZA
Por César Sánchez Martínez / LIMA
¿Por qué afirmamos que el liderazgo es un apostolado? Porque es una misión que el líder debe cumplir. Debe “transmitir” su vida en los otros. Esa es su misión. Debe saber llegar a sus seguidores, animarlos e incentivarlos a continuar adelante a pesar de los problemas y adversidades que encuentren en el camino.
En tiempos modernos de constantes cambios que son cada vez más rápidos, cumplir la misión es un poco complejo, pero no imposible de lograrlo. Escribía el poeta español Antonio Machado: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
Efectivamente, al principio todo es nuevo. Se debe hacer camino para que los otros, aquellos que siguen al líder, encuentren el correcto sendero y transiten por ahí.
Cumplir la misión tampoco es fácil. Muchas veces el camino está lleno de piedras que son los obstáculos que encontramos en la vida, sea del grupo que están dirigiendo o de fuentes foráneas. Cuando los problemas vienen de fuentes ajenas al objetivo planteado, se pueden repeler con la ayuda del grupo, pero si el problema “está en casa” es más complejo. En algunos casos, el grupo se divide poniendo en riesgo el logro de los objetivos.
Por esa razón, ante cualquier tipo de riesgo, el líder debe poner las cosas en orden y en “su sitio”.
Para cumplir la misión el líder debe saber con seguridad cuál es la meta y hacia dónde quieren llegar. Cuando esta visión como misión se logra posicionar en la mente de los colaboradores es más fácil alcanzar las metas propuestas. El líder debe conocer a su equipo y saber también cuáles son sus debilidades y fortalezas.
Pero el líder no debe ser “todista”, es decir, hacer de todo y no confiar en nadie. Existen jefes y gerentes que no confían en sus seguidores porque creen que no harán las cosas como ellos lo hacen. No siempre el modelo del jefe o gerente es el más eficiente. Escuche a los subordinados y tal vez encuentre mejores ideas que las suyas. Interactúe con los colaboradores, ellos conocen el negocio y están en “la cancha”. Ellos pueden elaborar soluciones que usted nunca pensó. Si eso ocurriese, dele el crédito al colaborador, no haga pasar la iniciativa como suya. Eso no es ético.
Aún recuerdo a un jefe que tuve en una entidad pública que era el gerente de Comunicaciones. De profesión abogado no tenía ni la menor idea de cómo hacer un informe, menos redactar una nota de prensa para los medios. Bueno, yo era el jefe de Prensa y redactaba las informaciones, pero este gerente las llevaba al gerente general, borraba mi nombre y colocaba el suyo. Hacía pasar mi trabajo como suyo. Siempre encontrará gente mediocre en todas las organizaciones. Si usted no sabe, que no es un delito, aprenda o júntese con un experto o especialista que le enseñe.
Cumplir la misión también demanda sacrificios. El sacrificio es más que esfuerzo. El sacrificio demanda gastar mi vida en favor de los otros. Hay que enseñar, corregir, educar, guiar, aconsejar, etc.
Admiro a mi esposa cuando se dedica a la consejería. Se levanta temprano, estudia sus notas, busca información, pregunta, analiza y se queda conversando con las mujeres a quienes tiene a su cargo. Entrega parte de su tiempo y vida a esas personas a quienes ayuda. Ella desarrolla el liderazgo como apostolado. Lo grande de la tarea es que no cobra por ello, porque eso es su misión. Obviamente, dentro de sus posibilidades y tiempo. Pero la cosa no termina ahí, cuando vamos a descansar o en el tiempo de la cena, me comparte los problemas para encontrar soluciones juntos, y muchas veces el tiempo de la charla es sobre un tema en particular.
En los tiempos bíblicos, los apóstoles tenían como misión compartir las buenas nuevas (evangelio) con la gente de los pueblos donde llegaban. Dedicaban su tiempo, recursos y vida para la obra de hacían, por eso se llama “apostolado”. Traducido al tiempo moderno, en las organizaciones se debe practicar el liderazgo como un apostolado. Cumplir la misión es la tarea. Ya hemos dicho y escrito en anteriores oportunidades, el liderazgo no es jefatura, ni posición social o estatus, y menos jerarquía.
Hay que vivir ese apostolado y para ello se requiere tener la convicción que así sea. Nadie puede vivir o experimentar algo que nunca sucedió. Ese tipo de liderazgo demanda entrega total, tener bien en claro cuáles son los objetivos y cuál es la meta.
Como escribimos líneas arriba, no es fácil, pero tampoco imposible de lograrlo. Un líder debe saber transmitir esa mística y estar preparado para algunas contingencias. Nunca bajar la guardia y seguir adelante. Recuerden, “caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
El apostolado también supone servicio y éste es desinteresado. Estar al servicio de los demás es la clave. Generalmente nadie quiere estar al servicio de los demás, por el contrario, buscan que se les sirva. En el auténtico liderazgo, el servicio es fundamental. El líder está al servicio del grupo que debe ver en él, un derrotero para continuar adelante.
He visto “líderes” que siempre buscan lo primero, quieren ser servidos, se creen “todistas” (el que hace de todo) y luego se quejan: “Ellos sin mí no son nada. Todo lo tengo que hacer yo”. Se creen sabelotodo, no dan oportunidad a sus seguidores y asumen todo el control. No saben compartir las responsabilidades. Todo lo quieren hacer ellos. Son los jefes y el resto los subordinados que deben obedecer como ovejas lo que dice el “líder”.