Un análisis de la SBS (2020-2025) revela avances en la reducción de morosidad, con la banca a la cabeza (3.65% de cartera atrasada). Sin embargo, el aumento de refinanciamientos y la fragilidad en cajas municipales plantean desafíos para la estabilidad del sistema.

(*) Artículo publicado en la edición 235 de la revista Microfinanzas https://statuscomunicaciones.pe/microfinanzas/M235.pdf
La cartera de créditos del sistema financiero peruano creció un 10.5% entre 2020 y abril de 2025, pasando de S/369.8 mil millones a S/408.7 mil millones, aunque la calidad de la cartera muestra dinámicas mixtas: empresas financieras y cajas rurales han mejorado sus indicadores, mientras que las cajas municipales enfrentan un aumento en la morosidad, según un análisis del especialista en microfinanzas Juan Iñoñan, basado en datos de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS).
La calidad de la cartera, que mide el riesgo de impago, es un pilar clave para la estabilidad financiera. “Una cartera sana asegura la sostenibilidad de las entidades y fomenta la confianza del mercado,” afirma Iñoñan.
La calidad de la cartera es un indicador crítico porque refleja la capacidad de las instituciones para gestionar riesgos crediticios. Altos niveles de morosidad o cartera de alto riesgo pueden reducir la rentabilidad y limitar la capacidad de otorgar nuevos créditos.
“Cuando los atrasos crecen, las provisiones consumen recursos que podrían destinarse a expandir el crédito,” explica. Desde 2020, el sistema financiero peruano ha enfrentado desafíos como la pandemia, la recuperación económica y presiones inflacionarias, lo que ha influido en la evolución de la cartera y su calidad.

Banca: Crecimiento robusto con riesgos controlados
La banca, que representa el 87% de la cartera total en 2025, incrementó sus créditos de S/325.1 mil millones en 2020 a S/357.2 mil millones en 2025, con un crecimiento notable en créditos corporativos (de S/68.1 mil millones a S/108 mil millones) y hipotecarios (de S/51.4 mil millones a S/70.4 mil millones).
Los créditos atrasados se mantuvieron estables, alrededor del 3.8%, con una leve reducción en los atrasos de más de 90 días, de 3.36% en 2020 a 3.18% en 2025. Las provisiones subieron a 158.83% en 2025, reflejando una mayor cobertura.
“La banca ha demostrado resiliencia gracias a políticas crediticias conservadoras y una base diversificada de clientes,” señala Iñoñan.
El segmento de créditos para consumo no revolvente también creció significativamente, de S/33.9 mil millones en 2020 a S/70.2 mil millones en 2025, lo que indica una mayor demanda de financiamiento personal. Sin embargo, la cartera de alto riesgo se mantuvo relativamente estable, pasando de 1.72% en 2020 a 1.82% en 2025, lo que sugiere un control efectivo de los riesgos.
“La diversificación de la banca le permite absorber choques económicos sin comprometer su calidad de cartera,” destaca Iñoñan, subrayando la importancia de su escala en el sistema financiero.
Empresas Financieras: Avances en la gestión de riesgos
Las empresas financieras, con un 2.5% de la cartera total, lograron reducir significativamente sus créditos atrasados, de 10.8% en 2020 a 5.68% en 2025, y los atrasos de más de 90 días, de 9.06% a 4.24%. Su cartera de créditos creció de S/13.3 mil millones en 2020 a S/37.2 mil millones en 2025, impulsada por el aumento en créditos a pequeñas empresas (de S/3.7 mil millones a S/23.5 mil millones).
“La mejora en la calidad de la cartera refleja una selección más estricta de clientes y ajustes en el refinanciamiento,” explica. La cartera de alto riesgo también disminuyó, de 4.19% en 2020 a 3.27% en 2025.
Las provisiones, que alcanzaron un pico de 207.99% en 2021, se estabilizaron en 170.54% en 2025, mostrando un enfoque prudente frente a posibles incumplimientos.
Este sector ha priorizado créditos a pequeñas y microempresas, lo que lo hace más sensible a fluctuaciones económicas, pero también ha implementado estrategias para mitigar riesgos.
“Las empresas financieras han aprendido de la pandemia y han fortalecido sus procesos de evaluación crediticia,” afirma Iñoñan, destacando su capacidad de adaptación.
Cajas Municipales: Desafíos por mayor morosidad
Las cajas municipales incrementaron su cartera de S/2.39 mil millones en 2020 a S/2.71 mil millones en 2025, con un enfoque en créditos a pequeñas y microempresas. Sin embargo, los créditos atrasados subieron de 5.08% a 6.16%, y la cartera de alto riesgo creció de 7.35% a 8.16%. Los atrasos de más de 90 días aumentaron de 4.79% a 4.87%.
“Las cajas municipales enfrentan mayores riesgos debido a su exposición a segmentos de bajos ingresos, que son más vulnerables a crisis económicas,” explica. Las provisiones cayeron de 186.2% en 2020 a 139.74% en 2025, lo que podría limitar su capacidad para absorber pérdidas.
El crecimiento en créditos a pequeñas empresas (de S/666.3 millones a S/570.8 millones) y microempresas (de S/552.1 millones a S/191.5 millones) refleja el compromiso de estas entidades con la inclusión financiera, pero también su exposición a sectores de alto riesgo.
“Las cajas municipales deben fortalecer sus provisiones y mejorar la gestión de riesgos para mantener su sostenibilidad,” advierte. La SBS ha intensificado la supervisión de estas entidades para garantizar su estabilidad en un entorno económico volátil.
Cajas Rurales: Recuperación tras alta volatilidad
Las cajas rurales, con una cartera de S/2.68 mil millones en 2025, mostraron una evolución errática. Los créditos atrasados alcanzaron un máximo de 12.27% en 2022, pero cayeron a 7.01% en 2025, mientras que la cartera de alto riesgo se redujo de 16.02% en 2022 a 9.76%.
La cartera de créditos creció de S/2.55 mil millones en 2020 a S/2.68 mil millones en 2025, con un aumento notable en créditos a pequeñas empresas (de S/492.5 millones a S/930.3 millones).
“Las cajas rurales han mejorado tras un período crítico, pero su exposición al sector agrícola sigue siendo un desafío,” señala.
Las provisiones, que alcanzaron un máximo de 206.08% en 2020, se redujeron a 139.97% en 2025, lo que indica una menor capacidad para enfrentar nuevos riesgos. La alta volatilidad en 2022 se debió a factores como la inflación y los problemas climáticos que afectaron al sector agrícola.
“La recuperación de las cajas rurales depende de una mejor diversificación y de políticas crediticias más robustas,” afirma, destacando la necesidad de innovación en este segmento.
Empresas de Créditos: Crecimiento con estabilidad
Las empresas de créditos aumentaron su cartera de S/2.55 mil millones en 2020 a S/2.70 mil millones en 2025, con un enfoque en créditos a pequeñas empresas y consumo. Los créditos atrasados fluctuaron, alcanzando un máximo de 6.9% en 2023, pero se estabilizaron en 5.81% en 2025. La cartera de alto riesgo bajó de 8.77% en 2020 a 6.73% en 2025.
“Estas entidades han logrado un equilibrio entre expansión y control de riesgos, apoyándose en provisiones adecuadas,” indica. Las provisiones subieron a 130.14% en 2025.
El crecimiento en créditos a pequeñas empresas (de S/492.5 millones a S/929.2 millones) y consumo no revolvente (de S/1.37 mil millones a S/932.4 millones) refleja la demanda de financiamiento en sectores dinámicos. Sin embargo, la sensibilidad de este segmento a cambios económicos requiere una vigilancia constante.
“Las empresas de créditos han fortalecido sus procesos para mitigar riesgos, pero deben seguir ajustando sus estrategias,” señala el especialista, enfatizando la importancia de la prudencia.
Importancia estratégica
Una cartera de alta calidad es esencial para la estabilidad financiera, ya que reduce la necesidad de provisiones excesivas y preserva la capacidad de las entidades para financiar el crecimiento económico.
“La morosidad alta puede erosionar la confianza de los inversionistas y limitar el acceso al crédito,” advierte. La SBS desempeña un rol clave en la supervisión de estos indicadores para garantizar la solidez del sistema.
El sistema financiero peruano muestra una recuperación en la calidad de la cartera tras los picos de morosidad en 2022, especialmente en cajas rurales y empresas financieras. Sin embargo, las cajas municipales enfrentan desafíos debido a su exposición a sectores vulnerables. La banca, por su escala, mantiene una posición sólida.
“El sistema ha aprendido de la pandemia, pero debe fortalecer la gestión de riesgos ante la incertidumbre económica,” subraya.
Con un crecimiento sostenido de la cartera y mejoras en la calidad, el sistema financiero peruano está bien posicionado, pero debe mantenerse alerta ante riesgos externos. “Fortalecer la calidad de la cartera es clave para la inclusión financiera y el desarrollo económico,” concluye. La regulación de la SBS será crucial para mantener la estabilidad en los próximos años.




Créditos no revolventes crecen 18% anual: la apuesta segura de la banca peruana en tiempos de incertidumbre
El sistema financiero peruano ha vivido cinco años de transformaciones profundas. Entre 2020 y 2025, la combinación de una pandemia global, una severa recesión doméstica y un complejo escenario internacional pusieron a prueba la resiliencia de nuestras instituciones crediticias. Hoy, al analizar los datos oficiales de la SBS, podemos identificar patrones claros que explican tanto los avances como los desafíos pendientes en materia de calidad de cartera.
Un cambio fundamental ha sido la reconfiguración de los productos crediticios. Las entidades financieras mostraron una clara preferencia por los créditos de consumo no revolventes, que crecieron a un ritmo promedio del 18% anual, mientras las líneas revolventes prácticamente se estancaron. “Esta no es una decisión casual”, explica Juan Iñoñan.
“Los créditos no revolventes permiten un control más estricto del riesgo y una mejor previsibilidad de flujos, algo vital en contextos de incertidumbre”, precisa.
La recuperación postpandemia reveló diferencias notables entre segmentos. Mientras los créditos corporativos lideraron el repunte con un crecimiento acumulado del 22% entre 2021 y 2023, los destinados a medianas empresas avanzaron a un ritmo mucho más modesto (9% en el mismo periodo). Esta divergencia refleja, según Iñoñan, “una estrategia conservadora de las entidades frente a sectores considerados más vulnerables a los vaivenes económicos”.
El comportamiento de la morosidad ofrece una radiografía igualmente reveladora. La banca comercial logró reducir su cartera atrasada del 4.31% en 2023 al 3.65% en abril de 2025, demostrando una gestión efectiva del riesgo. Sin embargo, las cajas municipales siguen una trayectoria preocupante, con niveles de morosidad que escalaron al 6.16%. “Estamos hablando de que las cajas municipales concentran el 42% de la morosidad del sistema, pese a representar solo el 18% de la cartera total”, advierte el especialista.
Un capítulo aparte merece la cartera de alto riesgo, donde los créditos refinanciados y reestructurados muestran señales alarmantes. Las cajas municipales registraron un incremento del 35% en este rubro entre 2023 y 2025, mientras las cajas rurales mantienen ratios cercanos al 10%. Iñoñan es enfático: “Estos números no pueden normalizarse. Cada punto porcentual aquí representa clientes con problemas estructurales de flujo que requieren atención especializada”.
En el frente de las provisiones, el sistema muestra un desempeño mixto. El promedio general de cobertura se mantiene en un nivel adecuado (152%), pero con diferencias significativas: la banca lidera con 158.83%, mientras las cajas municipales se quedan en 139.74%.
“Las provisiones son nuestro colchón de seguridad”, reflexiona Iñoñan. “Que la banca esté mejor preparada no es casualidad: invirtieron en modelos predictivos y fortalecimiento patrimonial”.
El caso de la Caja Sullana, intervenida en 2024, se ha convertido en estudio de caso obligado. Sus problemas de concentración en sectores vulnerables, gestión crediticia laxa e insuficiente cobertura de provisiones ilustran los riesgos de no adaptarse a los nuevos tiempos. “Fue una llamada de atención para todo el sistema”, admite el analista.
Mirando hacia adelante, Iñoñan plantea la necesidad de modernizar los sistemas de cobranza, perfeccionar los modelos de scoring para microempresas y adoptar tecnologías de monitoreo en tiempo real. “El 2025 será un año bisagra. La morosidad podría estabilizarse, pero los riesgos globales siguen latentes”, considera.
Al hacer balance, queda claro que el sistema financiero peruano ha demostrado capacidad de resiliencia, pero enfrenta desafíos estructurales que requieren atención inmediata.
“Los avances son innegables, pero la verdadera prueba vendrá con el próximo ciclo recesivo. Allí veremos cuánto hemos realmente aprendido”, finaliza.